El Instituto de Antropología mexicano prorroga la exposición sobre el mundo de los iberos
Con sólo 140 piezas, un par de réplicas, una veintena de fotografías y diez textos concisos, el Instituto Nacional de Antropología de México ha montado una excelente exposición sobre Los iberos, que permanecerá en la capital azteca hasta mediados del mes de enero. Una medida de su éxito la da que su permanencia le haya prolongado un mes más de lo previsto.La museografía mexicana está considerada en los medios especializados como de primer orden. El Museo de Antropología es uno de sus mejores ejemplos. No se limita a mostrar los restos precolombinos, sino que trata de recrear aquel mundo. Con medios bastante modestos, esto mismo es lo que han hecho con Los iberos.
La gran dama oferente, escultura en piedra de más de un metro de altura encontrada en el yacimiento albaceteño del cerro de los Santos, recibe al visitante. Esta obra, junto con la bicha de Bazalote, el león de Baena y una buena reproducción de la dama de Baza, son las estrellas de la exposición.
Pero la muestra de Los iberos es bastante más que una sucesión más o menos ordenada de piezas arqueológicas. Estas son apenas un acompañante para conocer algo de su organización social, sus medios de vida, su religión, su estructura económica, su minería, su agricultura, sus artes de guerra y sus poblados.
El yacimiento del collado de los Jardines, en la provincia de Jaén, ha aportado a la exposición una treintena de pequeñas esculturas metálicas, que son más reveladoras del mundo ibérico que las grandes obras en piedra.
El guerrero a caballo, armado de venablos, habla de la dedicación bélica de los iberos, que les llevó a servir como mercenarios en Sicilia, Italia y Grecia. La repetición de cabras y ovejas muestra a los animales domésticos de la época. El trabajo del hierro o el cobre revela el desarrollo de la minería y el conocimiento de técnicas como la fundición, la aleación, la forja, el repujado y el granulado. Todo ello es el compendio de una sociedad fuertemente jerarquizada, que encabeza el monarca con sus guerreros y cuyo último escalón está formado por artesanos, mineros y agricultores.
Por lo general, la exposición muestra un mundo bastante complejo, aunque con una enorme división interna, casi con un monarca por cada valle, lo que favorecerá más tarde los afanes imperiales de Roma, atraída fundamentalmente por las riquezas minerales. Se cuenta que ya Aníbal cobraba un tributo de trescientas libras diarias de plata por la explotación de la mina de Cástulo.
Esta excelente aproximación mexicana al mundo de los iberos ha sido montada por el Instituto de Antropología de México, con la colaboración del Museo Arqueológico de Madrid, bajo el patrocinio de los respectivos ministerios de Asuntos Exteriores.
Babelia
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