La realidad no se pareció nada a la novela inspirada por el secuestrado
A diferencia de José María Lizárraga, el personaje creado por el escritor Raúl Guerra Garrido para simbolizar al industrial guipuzcoano de posguerra, Saturnino Orbegozo, el empresario que inspiró dicho personaje al novelista, no fue liberado por sus secuestradores en un bar próximo a su fábrica, tras haber pagado la familia el rescate exigido, como ocurría en "Lectura insólita de El capital", sino rescatado de su cautiverio por siete guardias civiles al mando de un sargento.Durante estos 46 días, el secuestrado no tuvo oportunidad, como Lizárraga, de leer la obra de Carlos Marx, sino un libro de entrevistas publicado hace cuatro años por un cura vizcaíno, Joseba Goñi, y cuya distribución fue impedida por orden gubernativa, siendo secuestrados los ejemplares que fueron encontrados en las librerías. El libro se titula Euskadi: La paz es posible, y en él se recogen las opiniones que en 1978 tenían un centenar de políticos, sindicalistas, escritores y otras personas representativas de la sociedad vasca respecto a las vías conducentes a la pacificación de Euskadi.
Desde la alternativa KAS hasta la propuesta de un regreso al humanismo cristiano tradicional, todas las respuestas posibles estan allí.
Igualmente insólito ha debido parecer el desenlace del secuestro a quienes, apenas, unas horas antes de la entrada del sargento y sus siete guardias en la porda de Donamaría, rechazaban una última oferta que, aunque doblaba la realizada cuando se interrumpieron las negociaciones, el pasado día 21, quedaba lejos de los 200 millones exigidos, como última palabra, por los secuestradores (que inicialmente habían pedido una cifra cuatro veces superior).
La acción policial ha dejado sin objeto la manifestación -hubiera sido la cuarta desde el 14 de noviembre- que las fuerzas políticas de Zumárraga habían convocado para ayer. A la convicción de que la movilización popular era la única garantía para la vida del industrial se unía, como objetivo de la convocatoria, el de expresar la indignación que en los trabajadores de la zona había producido el comunicado difundido por ETApm el pasado martes. Con argumentos similares a los empleados en su respuesta a ETA por el comité de empresa de E. Orbegozo S.A., el obispo de San Sebastián, José María Setién, difundió el jueves a última hora una nota en la que negaba a los secuestradores el "derecho a imponer vuestra voluntad por las amenazas" y a "recurrir al pueblo para justificaros, porque él no os da la razón".
Los razonamientos de ETA-VIII para justificar su acción resultaban especialmente poco convincentes en relación a Zumárraga: con apenas 11.000 habitantes, más de 8.000 vecinos se habían manifestado el 21 de noviembre pidiendo la liberación del secuestrado. Teniendo en cuenta que el 93% de la población de Zumárraga está formado por trabajadores asalariados (uno de los índices más altos de la provincia), pocas dudas debían caber a ETApm sobre la significación social de aquella movilización. Más aún si hubieran considerado el dato de que, sobre 6.500 ciudadanos que el 28 de octubre ejercieron el derecho al voto en Zumárraga, el PSOE, primera fuerza política de la localidad, obtuvo 2.254 votos. Otras fuerzas que convocaban a la manifestación prevista para ayer obtuvieron 1.926 votos (PNV), 638 votos (EE) y 484 votos (PCE). Herri Batasuna, por su parte, logró 828 votos, mientras que la coalición UCD-AP cosechaba 157 votos.
Diez días después del secuestro de Orbegozo, el senador nacionalista, Joseba Azkárraga, avanzaba la hipótesis de que quizás ETA-VIII Asamblea pretendía con dicha acción "abordar una posible tregua con las arcas llenas", a fin de cubrir durante ese período de alto el fuego "sus necesidades como personas y como organización". Sería esta hipótesis la que explicaría la pretensión, mantenida por los octavos durante cuarenta días y consistente en negociar el rescate y negar, a la vez, toda relación con el secuestro. El fracaso de esa táctica -como ya fracasara en el caso del secuestro del padre de Julio Iglesias, realizado teóricamente en plena tregua-, fue determinante en la decisión del sector VII Asamblea de abandonar la actividad armada por considerar que esta estaba "totalmente desprestigiada ante el pueblo".
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