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La OCDE pronostica que la economía europea tampoco se recuperará durante el próximo año

El próximo año, 1983, tampoco será el de la salida de la recesión para las economías europeas, y si bien Estados Unidos y Japón conocerán una tímida recuperación en su actividad, ésta será insuficiente para tirar de la del resto de los veinticuatro países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), según pronostica el informe de Perspectivas económicas del citado organismo presentado ayer en la capital francesa. Sólo los países europeos pueden registrar veinte millones de parados a mediados de 1984, de los 34 millones previstos para la OCDE.

Silvia Ostry, directora del departamento de Asuntos Económicos y Estadísticas del organismo, realizó ayer un balance ciertamente poco optimista sobre las previsiones económicas para 1983, "más por la incertidumbre de la situación financiera internacional y el declive del comercio mundial que por el tipo de políticas que los países miembros están aplicando para salir de la crisis", según manifestó en una conferencia de prensa ante más de cien periodistas.La responsable de las previsiones de la OCDE lamentó, sin embargo, el estrechamiento del margen de maniobra en política económica que se está produciendo en los países de la OCDE y señaló que sólo los esfuerzos de los Gobiernos que han mantenido una política más consistente y orientada al medio plazo durante los últimos años, tienen posibilidades ciertas para ampliar el abanico de remedios de los meramente monetarios y fiscales.

La eventualidad de que estos países más cautos emprendan con éxito en el futuro inmediato políticas de expansión, no fue descartada por Silvia Ostry, que vino a calificarlas como el único mecanismo para detener la creciente ascensión del desempleo, "evidentemente el problema que ha desplazado a la inflación del número uno".

Con todo, las recetas económicas apuntadas por la OCDE para el año próximo no difieren mucho de las políticas que ya están en efecto en la mayoría de los países miembros. Silvia Ostry se felicitó, a este respecto, de que muchos gobiernos de los países de la OCDE hayan recurrido a políticas de rentas y reducciones salariales como complemento de las ya clásicas medidas monetarias y fiscales.

El resultado -dijo- ha sido una reducción histórica de la tasa de inflación y un reajuste largamente necesitado de sus respectivas economías. El precio que se ha tenido que pagar ha sido evidentemente el incremento de las tasas de desempleo, las mayores que se registran desde la última guerra mundial y, posiblemente en algunos países, desde la recesión de los años treinta.

A finales de 1982 el índice de desempleo ronda el 10% de la población activa y es previsible que, en el caso concreto de los países europeos, supere el 12% a mediados de 1984. Sólo Europa tendrá más de veinte millones de parados dentro de dieciocho meses, mientras que los veinticuatro países de la OCDE alcanzarán los 34 millones para la misma fecha. Nunca, desde que la OCDE elabora estadísticas al respecto, ha llegado el mundo industrializado a tener tal volumen de desempleados.

Previsiones poco halagüeñas

Lo malo de este hecho es que las perspectivas económicas para el próximo año no son nada halagüeñas y, desde luego, insuficientes para detener esta histórica caída del empleo. Aunque las previsiones varían en las tres zonas regionales de la OCDE (Estados Unidos, Japón y Europa), hay que advertir que la recuperación de la economía norteamericana que tanto se esperaba, se retrasará hasta mediados del año próximo y estará matizada por un incremento orientado del consumo y la construcción de viviendas.Sólo la prolongación de la baja de los tipos de interés que se ha registrado en Estados Unidos durante los últimos meses permitirá que se certifique este tipo de recuperación que, en cualquier caso, no superará el 3% en términos de crecimiento del Producto Nacional Bruto durante 1983 y 1984. La incertidumbre que plantea esta recuperación, al estar basada en el comportamiento del consumidor, es un hecho importante a tener en cuenta, tanto como el efecto negativo que tendrá el sector exterior, donde la caída del comercio mundial puede poner en peligro las anunciadas perspectivas de recuperación.

El desempleo en Estados Unidos, a pesar de encontrarse a un nivel récord desde la segunda guerra, puede haber tocado fondo, según Silvia Ostry. Sin embargo, un factor determinante en el frente del empleo es que prácticamente la mitad de los desempleados han agotado su período legal de percepción de prestaciones económicas.

En Japón, el caso es muy diferente al de Estados Unidos, aunque el comportamiento general de la economía de este país ha sido positivo en el último año y previsiblemente se mantendrá en el próximo año y medio. El actual clima desfavorable del comercio mundial puede afectar, sin embargo, de manera negativa a la economía japonesa que sólo podrá compensar este factor determinante por medio de una recuperación provocada en la demanda interna.

El informe reconoce que el Gobierno japonés ya ha adoptado medidas concretas en este sentido y opina que, dado el grado de flexibilidad de la economía japonesa, es previsible que se salden los dos próximos años con un incremento de la actividad e n torno al 2,5% anual.

En Europa, las esperanzas son mucho más frustrantes: el continuo, aunque mínimo, incremento del índice de desempleo certifica el estancamiento que registra la economía de los países europeos, que en 1983 apenas podrá presentar un incremento conjunto del PIB en tomo al 1%-1,5%. La OCD opina que los problemas económicos de Europa son estructurales, aunque también intervienen fuerzas de tipo coyuntural.

La directora del departamento de Asuntos Económicos de la OCDE señala que el deterioro de la situación laboral no está teniendo un efecto marcado en el comportamiento del consumidor, pero repercute muy negativamente en la confianza empresarial. Otro factor negativo para la economía es el proteccionismo en los intercambios comerciales, que no sólo afecta a las relaciones del área con los países no miembros de la OCDE sino también a los intercambios internos dentro de ella. El mantenimiento de amplios déficits públicos y las incógnitas que plantea su financiación son también elementos distorsionadores.

Resultados en la inflación

La única noticia buena es el declive de la inflación, que ha pasado del 14% en la primera mitad de 1980 al 7% en el año que termina e, incluso, puede reducirse aún más el año próximo. Gran parte de esta desaceleración se debe a los sacrificios salariales y a la disminución de los costes empresariales, consecuencia de los reajustes de plantillas.En cuanto a las balanzas de pago, la OCDE pronostica un fuerte incremento del déficit por cuenta corriente de Estados Unidos, que pasará de 25.000 millones de dólares a 45.000 millones a finales de 1983. El deterioro en la balanza por cuenta corriente afectará también a los países productores de petróleo, que verán reducido su superávit a sólo 18.000 millones de dólares.

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