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Reportaje:Diálogo de mazapán sobre 'Información y terrorismo' / y 3

Los periodistas que convivieron en Toledo proponen un nuevo encuentro sobre la situación vasca

Los directores de los diarios de la comunidad autónoma Vasca y de Navarra, desde Egin a Diario de Navarra, que convivieron durante el seminario sobre "Información y Terrorismo", organizado por el Instituto Internacional de Prensa (IPI) en el palacio de Fuensalida de Toledo, propusieron celebrar próximamente un nuevo encuentro para debatir la situación en Euzkadi. "Nada sustituye al contacto personal, al cambio directo de impresiones", había dicho en la jornada de clausura el presidente del IPI y director del Utrchts Nieeuwsblad, Max Snijders. Todos los asistentes pudieron comprobarlo con exactitud. Las primeras reacciones apasionadas de los participantes, cosidos a balazos o reos de la Audiencia Nacional, dieron paso a un esfuerzo de comprensión de cada uno hacia la postura de sus antagonistas pertrechados, a veces, no sólo con argumentos sino con munición real.

Otros habían reparado anteriormente en la tendencia de los políticos de los partidos y de los responsables del Gobierno a injerirse en el área de la prensa y avanzar incluso desconcertantes definiciones. Lasky señaló después que toda prensa "sospecha del Gobierno, de todo Gobierno".

Violencia de Estado

Como se esperaba la intervención del diputado de Euzkadiko Ezkerra por Guipúzcoa, Juan María Bandrés, amplió el concepto de terrorismo para incluir actividades, ahora ilegales y siempre ilegítimas, a veces practicadas desde los aparatos del Estado con el fin de "mantener el orden". Aseguró que, según el propio informe de Amnesty International de 1982, hasta la llegada del gobierno socialista la tortura ha sido una realidad en nuestro país y se proclamó partidario de respetar los derechos humanos, incluso de delincuentes y terroristas. En su opinión la prensa combate la violencia de la la extrema izquierda pero es mucho más cautelosa con la procedente de la extrema derecha y apenas denuncia la violencia institucional. Convencido de que el bien supremo es la vida humana se declaró en favor de subordinar a la salvación de la vida humana cualquier otro bien. Abiertamente se pronunció en coincidencia con el editorial de EL PAIS y en contra de la condena del director de Egin por la Audiencia Nacional, como consecuencia de la publicación de dos comunicados de ETA militar. El propio José Félix Azurmendi explicó que cuando asumió la dirección del citado diario abertzale se encontró con una demanda muy precisa de los lectores, deseosos de leer los comunicados de ETA. Su actitud fue la de continuar con esa práctica de darles publicidad.José Javier Uranga, director de Diario de Navarra, dio cuenta de los 29 balazos que atraviesan su cuerpo, como muestra de "que no me tiraron a arrimar". Discrepó del panelista abertzale y aseguró que los periódicos tienen problemas para editorializar y condenar a ETA. La organización terrorirsta a su entender influye en los jueces, en los policías, en los partidos y llega a impedir la formación de candidaturas a las elecciones locales en determinadas poblaciones. Dijo que la prensa no profundiza y que los redactores se contagian del ambiente de amenaza. Luego describió el proceder de ETA que primero asesina y después infama a sus víctimas con comunicados acusatorios. "Podría alargarme más, pero me falta libertad", concluyó. Frente a las alusiones directas a Egin, varios directores de Prensa vascos revelaron sus activas gestiones con el delegado del Gobierno y con la Secretaria de Estado para la Información para disuadir a las autoridades del cierre de la publicación que llegó a plantearse como una medida inminente hace aproximadamente un año. El director de Deia, Félix García Olano, definió su periódico como "vasco y abertzale, no necesariamente revolucionario", expresó su miedo a los simplificadores y criticó las notas del Mando Unico de la Lucha Contraterrorista (MULO). Fuera de la sala, en las diálogos itinerantes con lluvia y sol de invierno toledano, Bandrés había esbozado el plan propuesto a los banqueros para "financiar la paz", ofreciendo soluciones a quienes dicen adiós a las armas y había declarado la insólita posición de ETA, el único grupo de su género que no aspira a tomar el poder sino a constituirse en poder fáctico; de ahí su desatado afán por dialogar con sus análogos: la Conferencia Episcopal, los militares y, ahora, la banca.

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