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Moustaki ofreció un recital en Barcelona a ritmo de carnaval mediterráneo

Moustaki estuvo apoteósico en el primero de sus conciertos barceloneses en el Palau de la Música, más por la reacción del público que por la impecabilidad de su recital que también podría ser llamado, y muy propiamente, concierto. Con esa banda que le viene acompañando (acordeón, contrabajo, batería, flauta y percusiones) fue como ese viejo carromato de titiriteros.El músico griego Moustaki, después de dos horas y media largas de concierto y como concesión al público, que reclamándole, medio llenaba el aforo, acabó su primera noche barcelonesa montando un auténtico carnaval.

El recital fue planteado en base a criterios de grupo y no de cantautor que afronta por sí mismo el escenario. Sólo a mitad de la segunda parte se pulió en popurrí todo sus viejos éxitos. En lo demás hubo una profusa riqueza instrumental que el mismo Moustaki justificó por la mañana: "Lo que más me atraía de hacer esta gira es que se planteaba como una gira de Moustaki y el Mediterráneo. Yo soy un viejo del Mediterráneo y esto me está llevando estos días a través de las Baleares, Valencia y Barcelona, que son los países catalanes pero que recorro no como tales sino en cuanto son mediterráneos".

Moustaki, actualmente, es un hombre que sigue viajando mucho. Pero pese a ello y a beber de las fuentes musicales de todos los países a los que acude, sigue cantando sobre la misma temática básica. Lo íntimo, la soledad, la vida como diversión y la muerte como placentero descanso. "Es normal que no haya cambiado mi temática porque yo, aunque cambie los instrumentos, sigo siendo el mismo". La música brasileña en particular es una de las que más profundamente ha arraigado actualmente en el griego errante. "Tengo mucha relación con los músicos rock, pero en la actualidad no hay ninguno que me haga sentir lo que los músicos rock de antes me hacían sentir. Tal vez sea cierto que no es el rock el que se ha atrofiado sino que yo me he hecho más viejo. Tal vez, pero sigo pensado que la creación artística sigue estando muy ligada a las situaciones de contestación y que por aquí se comprende la fuerza de los continentes hasta ahora considerados tercermundistas y, por otro lado, la atrofia europea".

Moustaki tocó, de todas formas, un rock en su primera actuación barcelonesa. Lo presentó, sin embargo, algo irónicamente y diciendo, como a modo de disculpa, que aquel iba a ser un rock muy mediterráneo. "En los sesenta no es que yo me identificara con la época sino que se produjo una confluencia entre mis canciones y el sentimiento de la época, pero esto ha dejado de ser así y yo sigo haciendo mi música".

Lo cierto, de todas formas, es que Moustaki ha pasado a ser, en Francia, una institución. El gobierno socialista lo reclamó recientemente para que participara en la creación de un taller de músicos. A Moustaki la idea no le convenció porque se veía obligado a mantener una tipo de relaciones humanas poco claras para él.

Moustaki sigue siendo un hombre profundamente solo, que prefiere la intimidad para componer, que muy a menudo sólo a través de una canción ha logrado sacar un fantasma que le atormentaba dentro, que ha visto morir a más de un amigo a su alrededor por culpa de la droga, aunque el no haya probado nunca las adulteraciones industrializadas del opio, que confía en esas mentes utópicas que a través de los siglos seguirán esquivando el dominio multinacional del mundo y que, si volviera a tener un hijo pequeño, se limitaría a enseñarle "Ias cuatro cosas prácticas y a darle un instrumento o un pincel o cualquier cosa que le permitiera poder crear y ser independiente".

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