Arafat y el mediador norteamericano Habib pudieron entrevistarse secretamente en Amman
En el momento en que tropas sirias se enfrentan a los combatientes de Al Fatah en Líbano, el dirigente de este grupo palestino y presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, continúa su acercamiento a Jordania y Estados Unidos. Según el periódico hebreo Haaretz, que tiene fama de estar muy bien informado, Arafat se ha entrevistado en secreto recientemente en Amman con el enviado especial del presidente norteamericano a Oriente Próximo, Plilip Habib.
Este encuentro, según el mencionado periódico, tuvo lugar en un palacio de Amán puesto a su disposición para esta entrevista por el rey Hussein de Jordania.El Gobierno israelí ha protestado enérgicamente por este encuentro, que ha sido calificado de "ilegal". Washington, por su parte, ha desmentido que haya habido tal entrevista.
Tel Aviv reprocha a Estados Unidos el haber roto un "compromiso formal" de no iniciar conversaciones con la OLP mientras la organización palestina no reconozca la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, es decir, el Estado de Israel.
La nueva tensión entre Washington y Tel Aviv se produce cuando el Congreso norteamericano está estudiando la ayuda a Israel y la Administración Reagan se muestra reticente a su aumento, por considerar que esto puede perjudicar los esfuerzos de paz en Oriente Próximo.
Mientras tanto, el presidente sirio, Hafez el Asad, ha acusado a Yasir Arafat de haber vendido la causa palestina a Estados Unidos. Para tratar de apaciguar esta tensión, los principales dirigentes de la OLP multiplican sus declaraciones antiamericanas y antisionistas. Sin embargo, ni Damasco ni Tel Aviv conceden valor a estas manifestaciones.
Según informaciones llegadas a Israel, Arafat y sus principales colaboradores se preparan para presentar ante del Consejo Nacional Palestino, cuya reunión se espera que se produzca en breve en Argel, una "plataforma realista" cuyos puntos principales serían la creación de un Gobierno en el exilio y el reconocimiento, "de una forma u otra", del Estado de Israel.
La adopción de esta plataforma por parte del Parlamento de la OLP puede abrir nuevas perspectivas en la lucha por la autodeterminación nacional del pueblo palestino.
La mencionada plataforma puede permitir en, primer lugar, iniciar sin tapujos el diálogo OLP-Estados Unidos. Por otro lado, si el Gobierno de Menájem Beguin reitera, como es previsible, su negativa a reconocer los derechos nacionales del pueblo palestino a pesar de que éste reconozca al Estado hebreo, puede provocar un aislamiento internacional aún mayor de Israel.
Finalmente, esta "plataforma realista" de la OLP puede forzar al Partido Laborista israelí, en la oposición, a reexaminar su política palestina, lo que pudiera llevar a la apertura de negociaciones con los representantes oficiales de la resistencia palestina.
Aquí radica el gran temor de los Gobiernos de Siria e Israel y, también, de algunos dirigentes laboristas.
