Implantación, por primera vez en España, de cabellos artificiales
Un equipo de tres médicos ha realizado 67 implantaciones de prótesis capilar -cabellos artificiales- en Barcelona y Palma de Mallorca, lo que constituye la llegada a España de una técnica iniciada hace seis años en Japón, donde ha sido aplicada en 18.000 casos. Los doctores Cisneros Vela, Singla Vilanova y Ferrer Bascuñana, catalanes los primeros, balear, el último, consideran que los resultados obtenidos son "francamente óptimos".
La técnica consiste, sencillamente, en la implantación, uno a uno, de cabellos artificiales de un material plástico duro, elástico y resistente, en el cuero cabelludo de personas calvas o con caídas parciales del cabello. La aguja que introduce los cabellos en el cuero cabelludo es microfina para no dañar la piel y penetra unos seis milímetros llevando en su punta, en forma de U, el extremo de un cabello artificial, que deposita en las capas profundas del tejido subcutáneo.Antes al paciente se le ha suministrado anestesia local en la zona de implantación. La operación no requiere internamiento clínico y se realiza en el mismo consultorio médico.
La raíz del cabello forma un lazo a base de doblarse la fibra sobre sí misma, adhiriéndose electrónicamente en el punto de cruce, sin necesidad de ningún nudo. Esta especie de gancho o anzuelo quedará anclado en la piel a medida que los tejidos vayan rodeándolo y cicatrizando a su alrededor.
La técnica japonesa recién llegada a España cuida con atención las formas externas del paciente que acude a ponerse pelo en la cabeza. Así, ofrece una gama con ocho variaciones de colores: negro, castaño oscuro y claro, rubio oscuro, claro y oro, blanco y gris.
Huir del sensacionalismo
Los doctores que aplican esta sencilla y rápida técnica han querido guardar las máximas distancias con respecto a los sorprendentes lanzamientos pseudo-médicos o médico-sensacionalistas que de cuando en cuando aparecen en determinados medios de comunicación. No han dado a conocer su trabajo al público en general hasta haber comprobado en más de sesenta pacientes los resultados.El implante produce normalmente efectos espectaculares. En treinta o 45 minutos pueden fijarse de cien a doscientos cabellos. Luego se repiten las sesiones cada una o dos semanas, procurando cambiar la zona de intervención e intercalando nuevos cabellos en sesiones sucesivas, cuando la inflamación de la zona de piel afectada ha desaparecido. El cabello artificial implantado se consolida en unos dos o tres meses y se calcula que un 25% de lo implantado puede caer.
El precio de la operación resulta relativamente caro, ya que los cabellos postizos no se fabrican en el país y deben ser importados del propio Japón. Cada cien cabellos implantados le cuestan al paciente 20.000 pesetas.
Los problemas que los tres médicos españoles se plantean actualmente son lograr una tasa de fijación más elevada, es decir, que caigan menos. En segundo lugar, cómo eliminar unas pequeñas depresiones que se forman en el cuero cabelludo del paciente. Y por último, cómo evitar la tendencia de estos capilos a enredarse entre ellos en contacto con la almohada, problema que en la actualidad se soluciona alisándolos a base de crema.
Esta nueva técnica, recién conocida en España, viene a disputarle terreno a la única fórmula, peluquín aparte, que se seguía hasta hace poco en el país para solucionar las calvicies no aceptadas: el trasplante de cuero cabelludo de la propia persona de una zona poblada -laterales y occipitales- a la parte central de la cabeza despoblada. El injerto requiere hospitalización, es extremadamente doloroso y muy caro -un injerto vale sobre un millón de pesetas-. Y otra desventaja, ésta de tipo estético, es que las zonas en que se ha implantado el injerto son fácilmente visibles al crear pequeñas zonas pobladas junto a otras desiertas.
La implantación de cabello artificial, ahora introducida en España, todavía no se ha difundido en el resto de Europa y fue rechazada en los Estados Unidos tras algunas pruebas que no dieron resultados porque se producían intolerancias e infecciones por culpa de un excesivo grosor del cabello utilizado.
El problema principal radicaba en que la punta de los cabellos empleados por los americanos no se implantaba en el cuero cabelludo a través de un simple lazo sino por medio de un nudo, lo cual hacía la operación irreversible: al querer retirar la implantación el nudo quedaba dentro. En el sistema actual, al tirar con fuerza del cabello el lazo se deshace y sale.
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