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El final de la gira latinoamericana de Reagan

El presidente de Estados Unidos promete en Costa Rica reforzar la ayuda norteamericana a El Salvador

ENVIADO ESPECIAL, La firma de un acuerdo bilateral de extradición entre Estados Unidos y Costa Rica, junto a la promesa de reforzar la ayuda norteamericana a El Salvador, fueron los principales resultados de la estancia del presidente Ronald Reagan en San José (Costa Rica), al término de una reunión con el presidente costarricense, Luis Alberto Monge, y con el presidente de El Salvador, Alvaro Magaña. Reagan concluyó su gira de cinco días por Latinoamérica, con reuniones en San Pedro Sula (Honduras), entrevistándose con los presidentes de Honduras y de Guatemala, antes de emprender viaje de regreso a Washington.

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Después de los abucheos populares que Reagan recibió en Bogotá, otro incidente de protesta fue protagonizado en el teatro Nacional de San José, cuando el diputado Erik Ardon, del Movimiento Revolucionario del Pueblo (izquierda), intentó leer una carta contra la política de Reagan antes de que el presidente de Estados Unidos pronunciara su discurso. La mayoría de los asistentes replicaron a Ardon con "Vete a Cuba, vete a Cuba". Reagan, sin perder de la a cara una mueca que intentaba convertir en sonrisa, expresó: "Esta es la mejor prueba de que Costa Rica vive en una plena democracia, porque eso no sería posible en un país comunista"." Hoy en día", dijo Reagan en su discurso, "América Central encara renovados desafíos a su autodeterminación, ya que agentes de la inestabilidad desean imponer nuevas formas de imperialismo y tiranía". Destacando el ejemplo para la democracia que está ofreciendo Costa Rica, Reagan insistió en que "Estados Unidos continuará apoyando las nuevas instituciones democráticas en Honduras y los procesos democráticos en vías de desarrollo en El Salvador".

Reagan recordó: "Mi Gobierno suministrará el pleno apoyo de Estados Unidos a ustedes y a sus vecinos. Nuestro compromiso con el Tratado de Río de Janeiro y con el principio de seguridad colectiva seguirá siendo la base de nuestra política". Evocó así Reagan la validez del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), cuyas bases deberían jugar, en caso de conflicto armado entre Honduras y Nicaragua, sin excluir la implicación de Costa Rica, en el firme deseo norteamericano de provocar un cambio de rumbo contra los sandinistas nicaragüenses.

Reagan recordó en San José los principios del acuerdo del pasado 4 de octubre, alcanzados en esta misma capital, que piden la paz para Centroamérica, con un cese en el tráfico de armas, el respeto de la no intervención y el estímulo de la cooperación económica, a partir del Plan de Desarrollo para el Caribe y Centroamérica que la Administración Reagan tiene para la zona.

"Estados Unidos no quiere aislar a Nicaragua", añadió, por su parte, el secretario de Estado, George Shultz. "Pero", agregó, "es Nicaragua la que se está aislando a sí misma". Oficialmente, Estados Unidos no parece cambiar de política en Centroamérica, en su constante presión sobre Nicaragua, considerada por Washington, como el país responsable, junto con Cuba, del apoyo a las guerrillas de izquierda.

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Un alto funcionario del Departamento de Estado, especializado en asuntos, latino americanos, repitió, por otra parte: "Tenemos pruebas de que continúa el suministro de armas nicaragüenses a la guerrilla en El Salvador". No precisó, sin embargo, si Estados Unidos piensa aumentar la ayuda militar a El Salvador, Honduras y Guatemala, con material y consejeros estadounidenses.

Represión 'moderada'

En el caso específico de El Salvador, Ronald Reagan, al término de su entrevista en Costa Rica con el presidente Magaña, de El Salvador, hizo hincapié en que su Administración presentará un informe al Congreso, demostrando "la mejora del respeto de los derechos humanos en El Salvador". Estados Unidos continuará apoyando a fondo el proceso de democratización en El Salvador, iniciado con las elecciones del pasado mes de mayo. En tal sentido, Reagan intentará también cierta moderación en la represión política en Guatemala, durante su entrevista con Ríos; Montt, para convencer al Congreso de la necesidad de una reanudación de la ayuda económica y militar a Guatemala. Este país, junto con Honduras, es considerado clave por los estrategas norteamericanos para evitar una propagación de los regímenes de izquierda en Centroamérica.

Para. la comitiva presidencial norteamericana, la etapa de Centroamérica no logró borrar el impacto del importante discurso pronunciado en Bogotá por el presidente Belisario Bentacur. Llamando a las cosas por su nombre, Betancur dejó claro ante el presidente Reagan que los males de Centroamérica son más profundos que los achacados a la intervención marxista de Cuba y Nicaragua. Provienen del subdesarrollo histórico y de las disparidades sociales.

Betancur insistió, igualmente, en que marginar a los países, como ocurrió hace veinte años con Cuba y hoy parece repetirse con Nicaragua, no es la mejor táctica de Estados Unidos hacia Latianoamérica. Pidió que Cuba ingrese en la OEA (Organización de Estados Americanos), solicitud a la que Reagan no se opondría, siempre y cuando, dijo el presidente, "Cuba se desvincule de la Unión Soviética".

Reagan esquivó responder a si le había gustado el discurso de Betancur, que denunció la interferencia de EE UU en Centroamérica, pidió ayuda al desarrollo y el cese de las presiones militares contra Nicaragua en pro de un diálogo. Uno de los principales asesores de Reagan bromeó diciendo que "al presidente, que generalmente sólo toma café descafeinado, le gustó mucho el café colombiano". El discurso de Betancur no tenía nada de descafeinado.

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