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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El Mediterráneo

Un joven poeta, Antonio Colinas, recién recibido el Premio Nacional, lo ha dicho con lucidez:-Nuestra tercera vía es el Mediterráneo.

Se puede ser veneciano y neonovísimo y tener muy clara la política internacional de España en el mundo. Antonio Colinas, tímido y pulcro, venía a verme, en los sesenta, con sus primeros versillos. Frente a la grandiosidad culturalista que desencadena Pere Gimferrer, un Rubén en catalán que no renuncia a sus tesorerías mediterráneas -y hace bien- en momento de traducido ascetismo anglosajón (Juan Ramón diría que todos parecen "traducidos del inglés"), Antonio Colinas es el poeta mendicante que limita sus palabras, sus imágenes, a la emoción pura y en duda.

Pero lo tiene claro: lo nuestro, en política como en poesía, es el Mediterráneo. Socialismo español, socialismo griego, crecida del socialismo italiano. Socialismo argelino, en el conflicto de los mares, presidido en silencio por Hafida, vestal oscura, embajadora/guerrillera que fue y será. Frente al otanismo, problema que Felipe González pospone ahora por dos años, está el mediterraneísmo. Más que el Atlántico Norte, lo nuestro es el Mediterráneo Sur. Antonio Colinas, ya digo, humilde y sencillo como un secretario de embajada prematuramente retirado a Ibiza, sigue mandándome libros y cartas.

(Lamento, ay, que el galardón no se lo hayan dado a un maestro de la generación anterior, Alvarez Ortega). También Alvarez Ortega, cuando hablábamos de política, en el cuarentañismo, la noche en que llegué al Café Gijón, lo tenía muy claro.

Los poetas están en el mundo y en la Historia mucho más de lo que quieren hacernos suponer. Ahora mismo, Alfonso Guerra se ha retirado a meditar con el busto de Machado, como la calavera de Hamlet, cuáles deben ser sus poderes dentro del Poder. Gusta ver dubitativo a un hombre siempre tan seguro.

Cataluña, entre los fenicios y Gaudí. Gil Albert (Valencia), en la voz de Fernán-Gómez. Darío, entre Baudelaire y los mitos del Mediterráneo. Victoria Combalía. Un editor catalán que arranca -horror- con mi obra completa. Otro catalán que tira de mí para la lingüística. Otro para el cine. Castilla tiene salida natural al mar por el Mediterráneo. Lawrence Durrell nos permitió asomarnos a la otra orilla desde el Cuarteto de Alejandría. El Mediterráneo ha sido durante demasiado tiempo bebedero de patos de la Sexta Flota.

Compro en novecientas pesetas una primera edición española de la Venecia de Ruskin. Hay una Europa neocapitalista y reaganaziada que mira al Altántico Norte. Hay una Europa sureña y medio socialista que mira al Mediterráneo, e incluso se vienen desde la otra orilla, a remo, para que les abrace Suárez o Felipe. Hoy mismo, según el meteorólogo Maldonado, el frente borrascoso se aleja por el Mediterráneo. Las tres fundaciones de Europa -Persia, Grecia, Roma- se levantan del Mediterráneo, como la Atlántida, Venus de las ciudades. Socialismos tercermundistas y viejos socialismos que saben latín, como Tierno, se comunican hoy, en las orillas de ese lago de la cultura que es el Mediterráneo, mediante "la luna y las hogueras" de un meridional interior: Pavese. El monetarismo engelsiano se llena de imaginación en la celda del italiano Gramsei.

Un crítico de origen levantino, Andrés Amorós, que maneja la erudición como un clavicordio -él mismo tiene algo de clavicordista literario en la melena y el perfil-, parece encontrar en mi prosa viejos ritmos latinos, ahora que no se lleva otro rollo que el anglosajón. Tenemos un alcalde que ha latinizado la grúa en reciente bando, y ya, lo único no romano va siendo el Papa de Roma, que es polaco. Melina Mercouri contra Margaret Thatcher. Kavaris contra Rudyard Kipling. La NATO, entre otras cosas, nos vuelve de espaldas al Mediterráneo. Aquí al alma de nardo psocialista del árabe espaflol le vamos a vestir el modelo Papandreu. El poeta Colinas lo tiene claro. Tito, sin ser poeta, paró a Stalin con el Mediterráneo.

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