Las tentaciones de un munícipe de frontera
Ascenso y caída de Josep María Mezquida, alcalde de La Jonquera, detenido por presunta evasión de divisas
"Por aquí pasaba siempre muy deprisa, sin pararse. Ni siquiera pasaba por el control. Bordeaba la aduana y pasaba de largo. Hubiéramos podido pararle en cualquier momento, claro, pero como era el alcalde...". Los guardias civiles de la aduana española le veían pasar muchos días hasta decenas de veces: "Hombre, nadie iba a sospechar...".En el Alt Empordà, tierra fronteriza habituada a los sustos del contrabando, no se había producido un hecho tan sonado desde hacía muchos años. Concretamente, desde la noche en que Pere Batllori cayó en manos de la justicia. El respetado y temido ciudadano de Figueres ocultó durante años las mercancías con las que traficaba en el convento con el que lindaba la parte trasera de su casa. Batllori escondía allí los alimentos y aparatos de radio, acogiéndose a la hospitalidad que provocó en las monjitas la generosa donación de un altar barroco para la capilla del claustro. Todavía está vivo en la memoria de Figueres cómo corrían, asustadas, las monjitas por la calle de la Muralla.
Unos veinte años después, la detención del alcalde Josep María Mezquida ha conmocionado la comarca. El suceso ha sido esta vez muy difundido por la Prensa. Los diarios se agotan cada día y no existe otro tema de conversación. Ahora, a agua pasada, muchos se hacen los espabilados y comentan: "Ya me parecía a mí que algo se llevaba entre manos este Mezquida". "Mira de dónde había salido el Porsche que se había comprado". Quienes le defienden espetan que el precio del coche no llega a cuatro millones y que lo ha comprado a plazos, por el sistema de leasing.
Lo cierto es que Josep María Mezquida ha sido últimamente en La Jonquera una personalidad polémica y una autoridad discutida. Vive, con su mujer y sus dos hijas, en Els Límits (Los Límites), un barrio distante tres kilómetros de La Jonquera y situado, a modo de enclave, en la población francesa de Le Perthus. Este es un detalle importante para las gentes de la comarca, pues, según ellas, residir en Els Límits imprime carácter. Las veinte familias de este polémico barrio comercial tienen su razón de ser en una línea, la fronteriza, y un índice, el del cambio entre el franco y la peseta. "Bueno, ya se sabe", comentan en Figueres: "allá arriba, en La Jonquera, quién más quién menos, es un contrabandista. Es algo consustancial a la frontera". Los de La Jonquera responden: "Lo que más nos duele es que nos llamen contrabandistas. Los ha habido en los años del hambre, y grandes fortunas quedan hoy todavía hijas del estraperlo, pero la mayoría de ellas están en Figueres. Hoy, a lo sumo, pasamos alguna cosilla para casa o para la familia". Y añaden: "En Els Límits, en cambio, es otra cosa: ahí ya se sabe...". Y en Els Límits replican: "Aquí somos todos gente honrada, y lo del alcalde aún está por ver".
Una calle dibuja una frontera más imaginaria que real entre uno y otro país. A un lado, las cabinas de telephone, las tiendas de souvenirs, las oficinas que anuncian la carta verde. Hasta un sex-shop. En la otra acera, cabinas de la Telefónica, los almacenes La Catalane y una hilera ascendente de escaparates con cientos de ristras de ajos colgadas en las puertas, a veinticinco francos cada una. Botellas de licores, garrafas de pastis fabricado a granel en España por las casas de anís, un par de joyerías y toda clase de figuras de alabastro para los jardines de las casas unifamiliares del sur de Francia completan el muestrario. "Es la Andorra de los franceses", dicen los propios tenderos. Orondas madames cargan bolsas repletas de botellas en los autobuses especialmente fletados para ir a comprar. En la explanada habilitada como aparcamiento pueden contarse un día normal hasta treinta o cuarenta autobuses y cientos de turismos.
Al barrio español se accede por un paso especial, por detrás del control fronterizo, con una tarjeta imantada que sólo poseen las veinte familias que tienen casa o negocio en Els Límits. Los Mezquida tienen tres: la boutique Manouche la tienda de souvenirs Mallorca y una panadería-pastelería. Participan también en las sociedades de dos grandes almacenes, La Catalane y La Tramuntana. En el gran revuelo que ha ocasionado la detención de Mezquida, exagerado en opinión de sus convecinos, ha influido, sin duda, la historia de este curioso barrio hijo de la posguerra. Ha influido también, y no poco, el origen familiar del alcalde No en balde su padre, el hoy anciano Mezquida, que vive en Figueres dedicado fundamentalmente a un negocio de máquinas de juego, fue uno de los pilares del régimen franquista en la comarca, y de esta militancia provienen, precisamente, los negocios del hijo y su vinculación a La Jonquera.
Hijo de alférez provisional
Mezquida padre, de origen mallorquín, llegó a Figueres, acabada la guerra civil, como alférez provisional destinado a la línea de fortificaciones que se desplegó desde la costa hasta más allá de la capital del Empordá. Fue presidente provincial de la Hermandad de Alféreces Provisionales, en cuyo honor promocionó, ya acabada la década de los cincuenta, la construcción de una torre de pisos de lujo en forma de estrella de cinco puntas, conocida en Figueres como el edificio estrella. Al poco de residir en la ciudad se casó con la pubilla de una familia de Figueres de toda la vida, los Paltré, propietarios de la compañía de autobuses que unía esta ciudad con Roses. De aquellos tiempos data también su amistad con el ultra Juan García Carrès, único civil procesado por el golpe de Estado del 23-F. García Carrés es de Colera, un pequeño pueblo de la zona costera. De él se recuerda, estos días en que tanto se ha refrescado la memoria, que, en virtud de su cargo en el sindicato vertical ferroviario, hacía detener en el minúsculo apeadero de Colera el primer tren rápido que circuló, el TAF. El tren sólo paraba en Colera cuando viajaba García Carrés.Entonces, en Els Límits había apenas dos casuchas que servían de cobijo en el paso fronterizo. La segunda guerra mundial extendió el hombre a Francia, y con ella, la fiebre del estraperlo, mientras los alemanes llegaban a la frontera. Para abastecerlos se creó especialmente un pequeño núcleo comercial en Els Límits. Las concesiones de venta eran contadísimas y sólo se daban a los muy adictos al régimen. El alférez Mezquida abrió de este modo su primera tienda, bautizada Mallorca, por aquello de los orígenes. Y allí prosperó más tarde su hijo Josep María, que se casé con una joven de La Jonquera, Remei Alzina, a quien la detención de su marido ha sumido estos días en un profundo abatimiento.
Josep María Mezquida fue siempre un hombre ambicioso en todos los aspectos de la vida. Un hombre emprendedor. A pesar de que las fuerzas vivas de La Jonquera le consideran poco hábil políticamente, ha sabido situarse. Hasta hace unos meses, en que parece haber caído en desgracia, no sólo entre la población, sino también dentro de su propio partido, Convergència i Unió.
Se ha resaltado especialmente estos días, por parte de sus opositores políticos, su condición de ex alcalde franquista. Mezquida fue, efectivamente, alcalde franquista, pero no propiamente designado, sino elegido por consenso de sus compañeros de consistorio tras la dimisión del alcalde anterior. El gobernador de Gerona había delegado esta cuestión en el alcalde de Figueres, Pere Sió, quien reunió a los concejales para que ellos decidiesen. Todos coincidieron en un nombre: Geroni Sáez, actual presidente del Colegio de Agentes de Aduana, pero éste no aceptó el cargo. La segunda votación aupó a Mezquida a la alcaldía.
Su paso por el Ayuntamiento fue más brillante entonces que ahora. El de La Jonquera fue el primer Ayuntamiento catalán que aprobó la sustitución de las placas de avenida del Generalísimo, Calvo Sotelo y José Antonio de las esquinas de sus calles. Ello le valió a Mezquida una reprimenda del entonces gobernador de Gerona, Armando Murga, quien ordenó anular el pleno municipal en que se había acordado cambiar y catalanizar el nombre de las calles.
Entró en Convergéncia poco antes de las elecciones municipales, después de producirse una divertida escena en el Consell de Control Municipal de Figueres, que agrupaba a la oposición democrática. Alguien comentó al representante convergente: "Vaya fichaje que habéis hecho con Mezquida...". El representante de Unió Democrática de Catalunya, entonces no vinculado a CDC, puso cara de vinagre: "¿Cómo? Si yo tengo aquí el carné de mi partido para entregárselo". Y lo enseño a los presentes. El representante socialista añadió: "Pues también con nosotros ha establecido contacto". Mezquida se quedó con el carné convergente. Ahora, desencantado, había comentado tras las elecciones su decepción política y elogió en público a Manuel Fraga.
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