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Entrevista:

"España puede potenciar su presencia en los organismos internacionales", declara el ex director ejecutivo del FMI

La economía internacional puede considerarse la especialidad de Joaquín Muns, en tres vertientes muy concretas: una, como funcionario de los organismos económicos internacionales; otra, como profesor de la materia y una última, durante esos cuatro años, como alto responsable ejecutivo del FMI y el Banco Mundial.Pregunta. ¿Cuál es la imagen que da España en organismos como el FMI o el Banco Mundial?

Respuesta. Todos los españoles que trabajamos en esas áreas intentamos que sea una realidad el que haya mayor correspondencia entre el peso de España y su papel en estos organismos. Personalmente, he trabajado para la normalización de la imagen del país. El largo período de aislamiento que vivimos lo llevo a una deterioración de su prestigio en el mundo. Creo que hay que procurar dar una imagen más real, diciendo que somos un país que estamos haciendo un esfuerzo para salir de un período difícil, complicado, oscuro, y que deseamos incorporarnos en un mundo moderno.

P. ¿Se ha reflejado en estos organismos una definición de política exterior española?

R. A mí, personalmente, me parece que, desde el año 1975, la política interior española ha evolucionado mucho más que la política exterior. En el campo de las relaciones internacionales se ha carecido de una definición y un esfuerzo para que sea más coherente, más motivada y más eficaz. Pienso que sería necesario un esfuerzo de reflexión y una programación para saber lo que se quiere, los medios a destinarle, y la dotación de mecanismos de control de calidad y resultados. Tampoco basta con tener objetivos. Hay que poner los medios y controlar los resultados.

P. ¿Cuál es el papel de España en el FMI y en el Banco Mundial?

R. Estos organismos fueron creados en una época en que estaba aislada. El proceso de integración ha sido difícil y lento, pero creo que en estos últimos años se ha dado un paso importante. Hoy, España tiene una representación y una cuota aceptable, digna. Pero si se hace un esfuerzo se puede mejorar. Para ello hace falta que sea una prioridad de la política exterior y que haya una retaguardia en España que siga la evolución de los mismos. Hoy, hay veinte funcionarios españoles en el FMI y en el Banco Mundial unos cincuenta.

'Las áreas de crisis'

P. ¿Desde su experiencia en economía internacional, cómo ve hoy el funcionamiento del mundo?R. Creo que, en la vertiente de la institucionalización de la relación entre países, hay una importante solidez. Pero vivimos en una época de grandes cambios. Esos cambios producen unos choques muy importantes, de consecuencias imprevisibles, pero que, gracias a los organismos económicos internacionales, se mantiene la situación dentro de unos límites absorbibles y potencia la capacidad de diálogo. Sin esos organismos, existiría la posibilidad de que nos desbordásemos.

P. ¿Dónde situaría, en estos momentos, las principales áreas de crisis?

R. Las áreas de crisis son, posiblemente, dos o tres. Una es el paso a, una sociedad, digamos, posindustrial basada en una tecnología revolucionaria en el área de las comunicaciones, de la automatización en la acumulación y transmisión de información. Ello crea, socialmente, algo que es muy doloroso, que es la redundancia de mucha cantidad de mano de obra, con tremendos efectos sociales y políticos. Por otra parte, estamos bajo los efectos globales de toda la cuestión de la energía y del petróleo, que ha: producido una enorme cantidad de desequilibrios, internos y externos, en varios países. Hecho que ha comportado un gran endeudamiento y que hace que, en esos momentos, haya un problema de acumulación de tal endeudamiento.

'No creo en la posibilidad de un 'crack' económico'

P. ¿Qué esfuerzos habrá que realizar para superar tal situación y configurar la sociedad del futuro?R. Los esfuerzos pasan por una combinación y, evidentemente, cada uno puede tener ideas diferentes sobre los porcentajes, pero creo que no hay otro remedio que pasar por una combinación de ajuste interno, para buscar utilizar de la manera más eficaz los recursos propios de cada país, de ahorro, de potenciar los recursos y de cooperación internacional. Es lógico que no hay una fórmula mágica, que con la cooperación se arrgle todo, sobre todo si no hay unos esfuerzos internos, de capital importancia en la mayoría de países que viven por encima de sus recursos. Cuando eran unos pocos que lo hacían, era absorbible por la Comunidad Intemacional, hoy, es más difícil y peligroso.

P. ¿En qué países urgirían más soluciones de ese tipo?

R. Bien, la situación es casi generalizada en todos los continentes. Los nombres salen, a diario en la Prensa. Muchos de ellos se encuentran en Latinoamérica, continente con una problemática y una dinámica muy propia, con muchas necesidades de expansión. particularidades que han contribuido a que tuviera acceso fácil y rápido a una gran cantidad de crédito de la banca privada. Muchos de esos países no han llevado a término las transformaciones necesarias y han tenido unas circunstancias exteriores muy adversas, en especial, en términos de precios de materias primas. Todo eso se ha juntado y ha provocado crisis en varios países, entre ellos México, como es bien sabido.

P. ¿Hay un nuevo crack económico mundial?

R. A mí me parece que, sin minimizar la importancia de la situación, hoy nos encontramos con una infraestructura internacional económica con unos Gobiernos muy conscientes de lo que pasó en los años treinta, con un intervencionismo mucho mayor del que había en los años treinta, incluso en los Gobiernos más liberales y, sobre todo, hay un conocimiento de la economía y unas personalidades mucho más, sólidos. El propio Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, juega un papel moderador muy importante, evitando situaciones radicalizadas. Por ejemplo, después de la reunión última del FMI, en Toronto, las aguas están más calmadas. En los años treinta no había instituciones capaces de atenuar los riesgos de una crisis generalizada. Hoy, quizá con problemas más importantes, hay unos diques capaces de contener una crisis, yo soy razonablemente optimista. Yo no creo que se pueda reproducir el crack de los años treinta.

P. ¿Cómo ve la situación en Centroamérica?

R. Es una zona en efervescencia, con un pasado atormentado, difícil, con muchos problemas que solucionar y con caminos diferentes por parte de los distintos países, desde el ensayo de Nicaragua, para buscar soluciones. Pero algo nuevo saldrá de esa situación. Quizá se darán cuenta de la pequeñez de sus fronteras y de la necesidad de encontrar un modelo de confederación o de asociación política más estrecha. Lo intentaron a nivel de mercado común centroamericano, teniendo bastante éxito. Aunque los hechos han demostrado que la situación política lo ha desintegrado o, al menos, paralizado.

'Centroamérica, una zona en efervescencia'

P. ¿Cómo condiciona Estados Unidos la política del FMI o del Banco Mundial, en dirección a Latinoamérica?R. La política exterior de Estados Unidos depende de las diversas administraciones. No es, evidentemente, hoy la misma que en la época de Carter. Puede decirse que Estados Unidos tiene una gran influencia en los organismos económicos internacionales, por su propio peso específico y por ser organismos de cuota ponderada entre sus Estados miembros. Estados Unidos tiene la más importante, tanto en el FMI como en el Banco Mundial. Sin negar que Estados Unidos intenta condicionar su participación en función de su propia política, hay que decir que no siempre se lleva el gato al agua. Excepto en casos en que Washington tiene un interés específico muy fuerte (como puede ser el ejemplo de la OLP, en el que existe oposición de Estados Unidos para cualquier vínculo de los palestinos con el FMI o el Banco Mundial). Pero en otras muchas ocasiones, la posición de Estados Unidos queda como minoritaria, muy matizada e incluso, a veces, pierde. Algo así como ocurre en la ONU.

P. El Plan de Desarrollo para Centroamérica y el Caribe que ha programado la Administración Reagan, ¿es un plan realista para esa zona?

R. Es un plan con una gran motivación política, en el sentido de reforzar la infraestructura social y económica de esa región. Intenta hacer frente a los problemas más urgentes de pobreza, a través de mecanismos de apoyo al dinamismo económico y estímulo al sector privado. El problema del proyecto radica en cómo llevarlo a la práctica, en países de dimensiones tan pequeñas y situaciones tan dispares, agravadas, en muchos casos, por profundas tensiones políticas. Creo que el plan supone un paso adelante. La prueba está en que ningún país los ha rechazado, sea cual sea su situación económica o sistema político.

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