Breznev endurece sus ataques contra Estados Unidos en el aniversario de la revolución soviética
El líder de la Unión Soviética, Leónidas Breznev, aumentó un grado más la dureza de sus ataques al presidente norteamericano, Ronald Reagan, cuando, ayer tarde, en la recepción que siguió al discurso conmemorativo del 65º aniversario de la revolución soviética, afirmó textualmente que "el poder y la vigilancia" de la URSS terminarán enfriando "las cabezas calientes de algunos políticos imperialistas".
"Aquellos que pretenden emprender aventuras militares", advirtió, "nunca se apoderarán de la tierra de los soviets", ya que no podrían evitar "una respuesta aplastante". En las dos últimas semanas, Breznev ha sido especialmente duro en sus críticas dirigidas hacia la Casa Blanca, lo que ha sido interpretado por los observadores como producto del desencanto del Kremlin por la falta de resultados de las conversaciones de desarme que ambas potencias mantienen en Ginebra y Viena. El desfile conmemorativo de la revolución, que todos los años tiene lugar en la plaza Roja de Moscú, comenzó también ayer con nuevos y duros ataques contra Estados Unidos. Como marca la tradición, el mariscal Dmitri Ustinov -ministro de Defensa y miembro del Politburó- pronunció la arenga que sirve de prólogo al desfile. Ustinov repitió, con gran vehemencia, los mismos argumentos expuestos recientemente por el líder de la URSS, Leónidas Breznev. "La política de paz de la URSS", dijo, "es también la política de firme rechazo de los designios agresivos del imperialismo, que pretende injerirse en la seguridad de nuestro Estado y sus aliados".
Desde el punto de vista militar, el desfile de la plaza Roja no introdujo ninguna novedad: tan sólo alguna pequeña modificación en un carro de combate, que, por lo demás, ya había sido observada en Afganistán. Como viene siendo costumbre desde la segunda mitad de la década de los setenta, no fueron exhibidas armas nucleares, si bien algunos de los cohetes que participaron en el desfile pueden ser eventualmente dotados de cabezas químicas o nucleares. El desfile se realizó con la habitual puntualidad, después de que una gran banda de música interpretara el himno de la URSS, que fue coreado rítmicamente -y no es metáfora- por salvas de artillería. Al final, decenas de miles de moscovitas desfilaron en manifestación frente al Kremlin, blandiendo muchos de ellos el clavel rojo que simboliza al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
Por tercer año consecutivo, los embajadores de los países de la OTAN -España incluida, por segunda vez- estaban ausentes de las tribunas, con las excepciones de los de Dinamarca, Grecia, Noruega y Turquía. Este gesto simbólico se viene repitiendo como protesta por la intervención soviética en Afganistán y, eventualmente, es apoyado también por algún otro país occidental no perteneciente a la Alianza Atlántica, como ha ocurrido en esta ocasión con Japón y Australia. Los embajadores ausentes mandan en su lugar a funcionarios de menor rango, pero asisten posteriormente a la recepción que ofrece siempre el PCUS en la tarde del día 7 de noviembre.
Ausencia de Kirilenko
A las diez en punto de la mañana -bajo un sol brillante y con una temperatura de unos ocho grados bajo cero-, los miembros del Politburó salieron del mausoleo de Lenin y subieron las escaleras que conducen a la tribuna de mármol rojo que se levanta sobre la tumba del líder revolucionario soviético. Leónidas Breznev, 76 años, era auxiliado en su ascenso por un ayudante. Dos miembros del Politburó se encontraban ausentes: Arvid Pelshe, de 83 años, y Andrei Kirilenko, de 76.La foto de Kirilenko ha desaparecido de las calles de la URSS durante los últimos días, lo que ha confirmado su cese como miembro del Politburó. En Moscú se espera que el próximo pleno del Comité Central del PCUS -que se reunirá el próximo día 15- dé a conocer oficialmente la jubilación política de Kirilenko, quien durante muchos años fue tenido por los kremlinólogos como el sucesor de Breznev.
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