La banca internacional crea un organismo propio para supervisar su política de concesión de créditos a países con riesgo
Espoleados por los efectos a medio y largo plazo de la crisis de solvencia de algunos países latinoamericanos y del Tercer Mundo, los principales bancos internacionales llegaron la semana pasada a un acuerdo, en Nueva York, para la creación de un organismo privado cuya principal misión será la supervisión de su propia política de créditos hacia aquellos países de dudoso riesgo. El organismo, calificado por algunos de los bancos como una especie de fondo monetario internacional de carácter privado, investigará también la política económica de aquellos países con un elevado grado de actividad en los mercados de capitales y tratará de influir sobre ella a través de la condicionalidad impuesta en sus créditos.
La creación de este organismo -pendiente todavía de bautizar, aunque ya se le conozca como el grupo Ditchley, en función del lugar donde los banqueros mantuvieron la primera reunión el pasado mayo, en las proximidades de Oxford- representa un hito histórico dentro de la actividad bancaria internacional y confirma el nivel de preocupación que ha alcanzado la crisis de confianza que ha supuesto para ellos el aplazamiento de los pagos y posterior renegociación de su deuda exterior por parte de países como México, Argentina, Polonia, Zaire o Hungría, por citar sólo los más importantes.A la reunión de Nueva York, celebrada esta última semana bajo la presidencia de Bill Ogden, vicepresidente del Chase Manhattan Bank, asistieron los diez bancos más importantes de Estados Unidos, así como los más representativos de la República Federal de Alemania, Francia, Suiza y Reino Unido.
Una condición previa del compromiso alcanzado es que al consorcio creado pueden sumarse cuantas instituciones lo deseen de otros países.
Es previsible, en este sentido, que varios bancos españoles, con fuerte implantación en la esfera internacional, se sumen al acuerdo, según confirmaron fuentes bancarias consultadas.
El problema de los bancos españoles, frente a la crisis de insolvencia ocurrida en algunos países, viene por partida doble. Por un lado, las instituciones de crédito españolas se ven afectadas por los lógicos retrasos en la devolución de sus operaciones en Latinoamérica y, en segunda instancia, ven sus propias líneas a corto en Londres y Nueva York recortadas por la política de protección aplicada por las grandes entidades internacionales.
El interés de los bancos españoles por sumarse a cuantas medidas se adopten a nivel corporativo debería ser, además de forzado, necesario para su propia tranquilidad.
Aunque la formación del organismo bancario fue acordada en la reunión de Nueva York, pasará algún tiempo antes de que comience a funcionar con plenos poderes.
Comité de estudio
Los 31 bancos representados en la reunión han decidido, en principio, crear un comité que se encargue de redactar la normativa por la que se regulará dicho organismo.La filosofía del grupo quedó, sin embargo, bien matizada y persigue "el intercambio de información, en consulta con las naciones prestatarias afectadas, sobre la situación financiera, los planes de desarrollo, políticas económicas y obligaciones existentes y previstas respecto a los cambios monetarios".
Para algunos expertos, esta filosofía supone, de hecho, un control exhaustivo de las políticas económicas de cada país prestatario y, teniendo en cuenta los volúmenes de endeudamiento de algunas naciones con la banca privada, una manera de imponer una condicionalidad adicional a cada operación que se gestione en los mercados privados de capitales.
La descripción de este organismo como una "especie de fondo monetario privado" es, pues, bastante acertada, ya que, tradicionalmente, los créditos concedidos por el FMI han estado siempre condicionados a las recomendaciones que los equipos técnicos de dicho organismo han impuesto a los países que han solicitado ayuda financiera del citado organismo.
Supervisión y control
Aparte de esta condicionalidad, el resultado fundamental de la formación de este organismo privado de supervisión y control será su propia proyección como banco de datos económicos, sociales y políticos de los países prestatarios.Asimismo, la función principal del organismo será reducir el riesgo que muchos bancos, con escasos servicios de estudios o con un personal poco especializado, contraen en determinados países a la hora de iniciar actividades en dichos países.
En este sentido, la gran banca norteamericana contempla el nuevo instituto como un mecanismo eficaz de control de las actividades de muchos bancos regionales o pequeños que, con unos recursos mucho más baratos que las entidades neoyorquinas, se han lanzado a la conquista de los mercados internacionales en los últimos años, atraídos fundamentalmente por la eventualidad de un negocio fácil y sin aparentes riesgos. La primera lección que este organismo tratará de inculcar a estos bancos pequeños es que no existen grandes negocios en un mercado que ha perdido la certeza del cobro.
Según datos correspondientes al primer semestre de 1982, las deudas contraídas por Latinoamérica algunos países del Tercer Mundo y los países socialistas con la banca internacional rondan los 500.000 millones de dólares, de los que sólo 350.000 millones corresponden a Latinoamérica.
Para darse cuenta del alcance del problema basta recordar que sólo México tiene obligaciones con la banca mundial que superan los 80.000 millones de dólares, correspondiendo 16.000 millones de éstos a préstamos a corto plazo.
El retraso en los pagos por parte de sólo un país como México supone la desaparición de los beneficios en un elevado número de entidades norteamericanas y algunas europeas.
Ayuda a las entidades en crisis
Es por eso es que la creación de este organismo, que incluso podría tener funciones como sistema adicional de ayuda a las entidades de crédito en crisis, pueda servir como un instrumento efectivo para el restablecimiento de la necesaria confianza que necesita el sistema financiero mundial tras la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), el pasado septiembre, en Toronto.
Según declaraciones de algunos de los participantes a la reunión de Nueva York, el "peor momento" ha pasado y lo que se necesita ahora es "poner fin a la atmósfera de crisis creada con los problemas de solvencia de algunas naciones".
En otras palabras, según declaraciones de un banquero, "la crisis ha pasado si es que llegó a existir en algún momento".
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