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Visita de Juan Pablo II a España

El alcalde de Madrid dio la bienvenida al Papa en latín

El alcalde de Madrid, Enrique Tierno, no lo pudo resistir. Después de darle al Papa la bienvenida, a las 18.07 horas de ayer, en la plaza de Gregorio Marañón, con la Corporación municipal en pleno, empezó a hablarle en latín sobre el recibimiento que le hacía el consejo de la ciudad. "No viene a cuento repetir mis frases en latín", dijo después, "no va usted a poner lo de opidum consilii ... Pero, mientras yo se lo decía, el Papa sonreía".

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Enrique Tierno esperó al Papa 55 minutos exactos y, cuando éste descendió del coche blanco blindado, en el que también viajaba el cardenal arzobispo de Madrid, Vicente Enrique y Tarancón, le dijo las siguientes palabras: "Bienvenido a Madrid, Santidad. Esta villa y corte se congratula y se honra con la presencia de Su Santidad, esperada y querida por todos los madrileños, que sienten hacia Su Santidad profundísima admiración y cariño. Deseamos que su estancia en nuestra ciudad sea tan agradable como con corazón queremos. ¡Bienvenido a Madrid!".Después, la corporación en pleno, los concejales socialistas, centristas y comunistas pasaron, acompañados por sus esposas, a saludar al Papa, besarle el anillo o hacer una genuflexión ante él. Juan Pablo II firmó en el libro de honor de la Villa, sin poner dedicatoria alguna, recibió las llaves de la ciudad y subió de nuevo al coche, entre gritos de ¡Viva Juan Pablo II! proferidos, incluso, por varias personas que llevaban credencial de Prensa. Toda la operación duró escasamente cinco minutos.

"Le hemos presentado al Papa a la Corporación -explicó después el alcalde, utilizando el plural mayestático- haciéndole ver que la componemos tres partidos políticos distintos, incluso dispares. No hemos querido hacer partidismo. Había emoción en el rostro de todos y Su Santidad sonreía de felicidad. El Papa", siguió Tierno, "ha contestado a nuestras palabras, en un buen castellano: 'Muchas gracias, estoy muy satisfecho y contento'. El Papa es en extremo políglota".

Desde más de tres horas antes de que el jefe del Estado vaticano llegara a la Plaza de Gregorio Marañón miles de madrileños ocupaban las inmediaciones del lugar y el Paseo de la Castellana. El público, compuesto principalmente por monjas con hábitos de todas las congregaciones, algún cura con sotana -como recomienda este Papa que vistan los sacerdotes en Roma-, colegios, adolescentes y señoras de cierta edad, ensayaba lemas como España unida te da la bienvenida y Juan Pablo II, te quiere todo el mundo y cantaba Clavelitos y una adaptación de la canción Y viva España, de Manolo Escobar: "La gente canta con ardor -¡Que viva el Papal- La vida tiene otro sabor- ¡El Papa es lo mejor!".

Mientras, algunos jóvenes vendían "por la voluntad, denos lo que quiera", banderitas de papel blancas y amarillas, con los colores vaticanos, y la banda de cometas y tambores de la Policía Municipal ensayaba por igual marchas militares y schotis madrileños, para acabar ejecutando el Himno a la alegría en el momento en que apareció en la plaza el papamóvil, según ha calificado la agencia France Presse al coche blindado de Juan Pablo II.

Todos los edificios de la Plaza de Gregorio Marañón tenían la bandera vaticana en las fachadas y el lema papal, Totus tuus. Incluso el caballo de la estatua del Marqués del Duero fue engalanado con esa leyenda, en una pancarta que envolvía sus patas; decenas de globos blancos y amarillos pendían de su cola. Desde las azoteas,de las casas fueron lanzados pequeños trozos cuadrados de papel, blancos, amarillos y azules, provenientes de recortar 3.000 guías telefónicas de Madrid.

La Universidad de Navarra

En una de las esquinas, nueve miembros de la Universidad Navarra sostenían pancartas individuales que decían "Univ. Navarra" y que, a petición salida de megáfono, se daban la vuelta y dejaban leer, con igual número de letras, el Totus tuus. También veían pancartas de las Hermandades del Trabajo y de las Comunidades Neocatecumenales, de corte fuertemente tradicional, que fueron, sin duda, la única presencia católica conservadora ayer Madrid, donde grupos ultraderechistas, con pegatinas del lema jefe de la Iglesia católica, se pasaron por la plaza de Manuel Becerra gritando ¡Viva el Papa! ¡Y Cristo Rey!.

Varios colegios de niñas cantaban La vida sigue igual, de Julio Iglesias, en el Paseo de la Castellana, cuando se organizó un considerable revuelo. Camiones unos grandes almacenes irrumpieron, en la zona prohibida al público y empezaron a repartir unos pay pay con forma de paloma blanca de alas móviles. En los abanicos que pronto fueron masivamente movidos, iba, por un lado, el escudo papal y la inscripción "Testigo de esperanza" y por el otro, bienvenida al Papa junto al sello de los grandes almacenes. Cuando llegó Juan Pablo II, la sensación era de centenares de palomas de cartón moviéndose por encima de las cabezas de los asistentes.

Al final, el alcalde combinaba "el peso histórico de la proximidad entre el Estado español y el Papado a lo largo de tantos siglos" "la satisfacción personal de poder recibir al exponente más alto de espiritualidad y de la moralidad cristianas, que siguen intentado hoy dirigir y orientar espiritualmente el comportamiento de los hombres sobre la faz de la tierra.

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