Bach y Kodâly, en el magistral violonchelo de Lluis Claret
Suite en sol mayor º 1 y Suite en do mayor nº 3 (Bach) y Sonata op. 8 (Kodály).Luis Claret: violonchelo.
Teatro Español, 22 de octubre de 1982.
Las Suites primera y tercera de Juan Sebastián Bach, la Sonata op. 8, de Zoltan Kodály, y el regalo del Cant del ocells, todo para violonchelo solo, son obras que configuran un programa sin concesiones de ningún tipo, lleno de música de la mejor ley y exigente de todos los rigores técnicos que pueden concurrir en un violonchelista.
Uno piensa que los conciertos madrileños se están multiplicando a mayor velocidad que lo hace el público filarmónico, pero también cree que no hay otra manera mejor de que ese público se renueve y multiplique, y tiene el convencimiento de que artistas tan jóvenes y verdaderos como el andorranocatalán Lluis Claret poseen las máximas dotes de captación para ese público nuevo. Fue curioso observar a la asistencia de la primera noche: no estaba allí lo que podríamos llamar "la masa de los habituales" -poco dada a congregarse fuera de los conciertos sinfónicos del Real-, pero había una singular mezcla de profesionales muy interesados en el reto musical de Claret, sólo con Bach y Kodály.
La mezcolanza duró lo que tardó Lluis Claret en poner el arco sobre las cuerdas y desgranar su docta disertación musical acerca de cómo la concentración del artista prende y concentra al auditorio, de cómo el trabajo concienzudo convierte en naturalidad lo que son problemas de mecánica instrumental y de cómo la música, cuanto más desprovista de aparato es más conmueve al auditorio, no importa a cuál ni de dónde sea, unificándolo y obligándolo a poner en su aplauso signos de gratitud.