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El arzobispo Paul Marcinkus confiesa que conocía en parte las actividades de Calvi

Juan Arias

El arzobispo Paul Marcinkus, presidente del Instituto Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano, ha decidido hablar por primera vez desde que estalló el escándalo Calvi. En una entrevista concedida a un semanario integrista italiano, Marcinkus afirma que conocía en parte las actividades de Roberto Calvi.

Las principales agencias norteamericanas habían intentado infructuosamente conseguir en exclusiva unas declaraciones del arzobispo, que tiene pasaporte estadounidense, llegando a ofrecer incluso grandes cantidades de dinero. La entrevista con el banquero de Dios aparecerá mañana en la revista Il Sabbato, orientada por el movimiento integrista católico Comunión y Liberación. Fue esta publicación la que reveló las primeras filtraciones sobre los resultados a que habían llegado los tres sabios convocados por el Vaticano a través del secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, para analizar las posibles responsabilidades del IOR en el crack del ex Banco Ambrosiano.Según dichos sabios (el banquero americano Brennam, el italiano Cerutti y el suizo De Weck), la tesis según la cual el IOR no debe nada al Ambrosiano "es jurídicamente defendible". Los tres sabios quisieron subrayar la palabra jurídicamente, para no entrar en el problema de la responsabilidad moral del Vaticano en la quiebra del Ambrosiano. Tratándose el IOR de un banco de la Santa Sede, es este un aspecto que está preocupando a obispos y cardenales del mundo.

Pues bien, Marcinkus, en su entrevista, se identifica con la tesis de los tres sabios. Habla como un banquero, con gran sequedad.

"Si uno no supiera que es un eclesiástico y un arzobispo", comentaba ayer un observador católico, "podría pensarse que está hablando un Calvi o un Michele Sindona (otro banquero en bancarrota, encarcelado y relacionado con el IOR)". "Yo soy presidente de un instituto", dice textualmente el banquero del Papa, y procuro hacer las operaciones según las finalidades propias de dicho instituto".

Funciones del IOR

Y añade: "Hice siempre lo posible para que el IOR no asumiera funciones que no le competen. Lo que hacía Calvi, en parte, ciertamente lo conocía. Con él tuve normales relaciones de trabajo. No es un misterio. Pero por lo que se refiere a sus proyectos y estrategias, son cosas que a mí nunca me han interesado".Cuando la revista le pregunta sobre la carta de aval firmada por él y sus colaboradores seglares a Roberto Calvi, Marcinkus responde: "Se trata de documentos que nunca tuvieron valor de garantía. El IOR fue siempre extraño a todas las operaciones efectuadas por todas las sociedades controladas por el Ambrosiano".

"¿Y las pérdidas de tantos pequeños accionistas, que se han quedado sin nada?"

"Puedo decir sólo que lo siento mucho, pero lo siento también por nosotros, ya que también nuestras inversiones se han quedado en humo".

Finalmente, lanza un reto al Gobierno italiano: "Debemos el mayor respeto", dice, "a los; reglamentos financieros vigentes en Italia, pero al mismo tiempo el Vaticano debe gozar de la máxima autonomía financiera para poder realizar sus finalidades". Y da a entender que si mucha gente que invirtió en el Ambrosiano ha perdido su dinero, en parte debe pedir cuentas a las autoridades italianas, ya que, afirma: "El Banco Ambrosiano se presentaba como un banco con gran éxito y con la aparente aprobación de las autoridades monetarias italianas. Fue esto lo que empujó a la gente a invertir".

Pero la verdad, como afirman los observadores, es otra. El Banco Ambrosiano ofrecía. garantías a los inversores porque se presentaba como el banco de la Iglesia, respaldado, nada menos, que por el IOR, el banco del Papa, que era uno de sus accionistas más importantes.

De la entrevista aparece claro, sin embargo, que Marcinkus está dispuesto a dar batalla desde el punto de vista jurídico.

Por ahora, acorralado por los jueces italianos, sigue encerrado dentro de los muros del Vaticano. Se consuela, han confiado a EL PAIS, jugando al tenis. Dentro del Vaticano hay un campo para los empleados. Marcinkus se ha reservado la pista para él y sus amigos íntimos dos veces a la semana.

Por otro lado, dicha entrevista demuestra que Marcinkus sigue gozando del apoyo del Papa, ya que sin su aprobación no podría haber roto su silencio.

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