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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Las contrapartidas económicas del programa FACA

La declaración con la que el Senado acompañaba la ratificación del tratado señalaba que "Estados Unidos, aun reconociendo que este tratado no aumenta sus obligaciones de defensa en la zona del Tratado del Atlántico Norte, ni crea obligaciones de defensa mutua entre Estados Unidos y España, pretende el desarrollo de tales condiciones entre la Europa occidental y la España democrática, de forma que conduzca a una plena cooperación española en las actividades de la OTAN en el campo de la mutua defensa".Seis años más tarde, España es miembro de la OTAN y se encuentra todavía discutiendo las condiciones de adquisición del modelo de similares características a que se refería el tratado.

Las condiciones, sin embargo, han cambiado mucho. En 1976, el que el Senado norteamericano diese su visto bueno para la exportación de un moderno avión de combate a España se consideraba un triunfo para la diplomacia española. En 1982, la compra de un moderno avión de combate norteamericana por el Ejército del Aire español es, un éxito para el departamento comercial de la empresa fabricante. Ésta circunstancia debería constituir una ventaja importante a la hora de fijar las contrapartidas de la operación. Sin embargo, la firma confusa y apresurada con que se están desarrollando las negociaciones, la polémica pública que se ha levantado, más originada por la faltá de transparencia y control del Parlamento que por los hechos en sí, y las absurdas declaraciones de los responsables del programa son todas ellas factores que debilitan enormemente la posición negociadora de la parte española. Como botón de muestra, baste recordar al jefe del Estado Mayor del Aire declarando que "los asuntos de la defensa nacional están por encima de los partidos" (¿quién fija la política de deflensa de la nación?), o la no menos contundente del ministro de Defensa, explicando que "no se han producido presiones en tal sentido, y las que hubiera habido cabe decir que han ido más por el Jado del F- 16C que del F- 18A" (traducción: no creo en las meigas, pero haberlas, haylas).

Partiendo de una tremenda sensación de urgencia para dejarlo todo atado y bien atado antes de las próximas elecciones, actitud comprensible en el fabricante del avión, pero inexplicable por parte de un equipo de Gobierno que tiene sus días contados, se ha cometido el error de anunciar una selección sin tener un compromiso firme de las contrapartidas de la compra, tanto en su volumen económico como en su definición técnica. Esta situación tiene remedio si se acuerda antes de firmar la carta de intención. Una vez firmada ésta, acompañada de un depósito no reembolsable, que sería del orden de los 200.000 dólares por avión, no hay mucho más que hacer. Las declaraciones del subsecretario de Defensa, afirmando que todo esto no compromete a nada y que el próximo Gobierno sería libre de seguir adelante o no con el programa, pasa por alto el detalle de los depósitos. La cancelación del programa supondría una pérdida económica de unos 2.000 millones de pesetas, cantidad que, si bien es pequeña frente al monto total, es muy considerable como despilfarro sin compensación alguna.

Como todo lo ya ocurrido tiene dificil remedio, etproblema a resolver de manerá inmediata son las compensaciones, y de las noticias que aparecen en los medios de comunicación, hablando de mantenimiento, turismo y aceitunas, se trasluce un terrible panorama de tercermundismo económico, impropio de la España de 1982. Sin ánimo de favorecer una u otra, existen no menos de seis campos en los que estas contrapartidas podrían ser fructíferas.

En el caso de un programa aeronáutico, ía única forma de adquirir un mínimo control es participar en el mismo fabricando una parte del avión para todos los ejemplares que se vendan. Por las mismas razones, es muy difícil que Estados Unidos acepte ceder una pizca de su control total, máxime con el avión ya en producción. En este aspecto, el Panavia Tornado hubiera sido probablemente más negociable.

En plena polémica interna norteamericana por el precio unitario del avión, cuando la Marina de aquel país amenaza con cancelar sus pedidos ante la desmesurada escalada de costes, todavía no está muy.claro el precio unitario del avión español.

El camino de Canadá

Este ha sido el camino seguido por Canadá, que fabricará casi íntegramente sus aviones. Es un tema interesante si su experiencia fuera a tener aplicaciones inmediatas, como en el caso del Northrop F-5, cuyas enseñanzas ayudaron al diseño del CASA C-101. Debe, sin embargo, considerarse con mucho detalle la fabricación de series pequeñas de elementos, tradicionalmente poco rentables desde el punto de vista económico. Por otra parte, el traspaso del control de calidad de la fabricación a la US Navy parece totalmente injustificable, a menos que se pretenda comprar un avión exactamente igual al norteamericano, cosa improbable habida cuenta de que la US Navy quiere el avión para operar desde un portaviones.

La inclusión del mantenimiento de los aviones de la Fuerza Aérea española en el paquete de compensaciones resulta casi ofensiva. Tener una capacidad de mantenimiento al 100%. del avión y todos sus elementos, incluido motores y equipos electrónicos, es vital para no caer en una dependencia total del fabricante. Lógicamente, basado en esta capacidad, puede realizarse el mantenimiento de los aviones norteamericanos o canadienses destacados en. Europa, como desde hace muchos años viene haciendo Construcciones Aeronáuticas en Getafe. ¿Quién más lo podría hacer, si España es el único país europeo que, por ahora, va a adquirir este modelo?

Este es posiblemente el punto más importante y el que ha recibido un tratamiento más absurdo durante las negociaciones. Espáña necesita transferencia de tecnología en aqueffos sectores que esté interesada en desarrollar. Si la industria española no va a fabricar motores de gran empuje, esta tecnología, aunque interesante, no es útil. Se necesita, por tanto, fijar los objetivos de la industria aeroespacial española y obtener lo que sea más adecuado para su desarrollo. En este aspecto, resulta lamentable que la compra del F- 18A se efectúe simplemente para sustituir aviones en servicio y no se haga siguiendo una política coherente de optimizaciófi de los recursos de defensa. Si, como se ha apuntado en otros artículos, existe una necesidad de un avión intermedio entre el C- 101 y el F- 18A que puede ser desarrollado en España, las contrapartidas del FACA. deben incluir la tecnología de sistemas de control radar, equipos electrónicos y sistemas de armas necesarios para el desarrollo de tal avión, así como la formación de técnicos que precisa para su aplicación.

Una contrapartida en compras siempre es bienvenida, pero debería elegirse con cierto cuidado, incluyendo sectores que tengan posibilidades de oontinuar vendiendo más allá de los límites de este programa. Por ejemplo, la USAF está evaluando el CASA C-212 Aviocar para su programa de transporte ligero y distribución dentro de Europa. Esta sería una posibilidad lógica bastante más atractiva que hipotéticas promociones de turis mo o venta de excedentes olivareros. Por supuesto, si se acepta el pago del depósito previo en aceitunas o estancias hoteleras en la Costa del Sol, tampoco sería mal negocio.

Existe a este respecio una anécdota, difundida en los medios aeronáuticos que ilustra muy bien la falta de habilidad española a la hora de negociar estos contratos. Con ocasión de una compra de aviones por Iberia, el Instituto Nacional de Industria exigió al fabricante norteamericano unas contrapartidas industriales muy fuertes. El problema era de difícil resolución, porque todo el trabajo de producción estaba ya subcontratado a diversas compañias, y las negociaciones llegaron a un punto muerto. Finalmente, tras una angustiosa discusión, el presidente de la firma americana llamó a su director de producción, le dio un papel y un lápiz y preguntó a la delegación española qué elementos exactamente querían fabricar. Cuando, entre vacilaciones y balbuceos, se dijo que sólo querían una promesa, un compromiso, un papel firmado... la faz del directivo americano se iluminó, la comprensión se hizo evidente en sus facciones y se acabó el problema. Obvio es decir que también las compensaciones, al menos en cantidades mensurables.

Un contrato de este tipo es mucho más que un mero asunto de defensa. La Administración española tiene aún un pequeño plazo para reaccionar e intentar imponer algode cordura en las etapas finales del programa FACA. Cualquiera que sea el Gobierno salido de las urnas el próximo 28 de octubre, tendrá que enfrentarse con la prosecución del mismo. Colocarle en una posición indefendible sería una grosera torpeza política que no beneficiaría absolutamente,a nadie.

Arturo Benito es ingeniero aeronáutico y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid.

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