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El estreno nacional de 'Flor de otoño', de Rodríguez Méndez, abre la temporada teatral de Valencia

La temporada teatral se inicia esta noche en Valencia con el estreno nacional de Flor de otoño, del autor de la generación realista José María Rodríguez Méndez, en el Teatro Principal. Con este estreno rompe su ausencia en los escenarios el director teatral Antonio Díaz Zamora, recluido ultimamente en la formación de actores; se resuelve el maleficio de esta pieza, maldita por su difícil representación, y la producción valenciana y nacional da un importante salto cualitativo, invirtiendo en una carta del juego teatral más de seis millones de pesetas.

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Tiempos de una generación difícil

El proyecto de llevar a escena esta obra, escrita hace diez años y censurada por el franquismo, parte de los Teatros de la Diputación, Instituto Shakespeare y Teatro del Arte, que, en colaboración con la Consejería de Cultura, Ayuntamiento de Valencia y Ministerio de Cultura, han podido llevar a cabo la coreografía y contratación de actores necesaria para plasmar fielmente la visión histórica de Rodríguez Méndez. En principio, este montaje absorbe un presupuesto de seis millones de pesetas, que se ampliará posiblemente a nueve, en función de la gira posterior del espectáculo y su rentabilidad para otros ámbitos culturales.Antes de su estreno, Flor de otoño había sido especialmente mimada por los profesionales del teatro por su ambicioso planteamiento. La revista Primer Acto dedicó un número especial a la obra y a todas las referencias gráficas e históricas del personaje real del Lluiset, burgués desclasado y aprendiz ácrata en el Poble Nou de Barcelona meses antes de la II República, que impulsaron a Rodríguez Méndez a escribir el texto. Primeras figuras del teatro nacional estudiaron su puesta en escena, pero desistieron por su alto costo de producción, a excepción de Díaz Zamora, conocedor de la obra desde su gestación, que esperó la ocasión oportuna. El cine se adelantó a su estreno teatral de la mano de Pedro Olea, con una versión excesivamente anecdótica, según los críticos.

La obra presenta un friso vital de la Barcelona de los años treinta, donde conviven en ambientes irreconciliables el Liceo con el Paralelo, el modernismo burgués del Eixample con la marginación obrera de Poble Nou. De una parte, la Barcelona opulenta, con su burguesía aterrada y siempre a la defensiva; de la otra, la ciudad portuaria, con su barrio chino, crónica negra y noches excitantes. El telón de fondo histórico es la decadencia de la dictadura primorriverista y el futuro aldabonazo de la II República, y el hilo conductor, el personaje de Lluiset, revelación del joven actor valenciano Carlos Peris; su madre, Doña Nuria, representada por Montserrat Salvador, y un elenco de más de treinta actores, que transforman cortos papeles en intervenciones imprescindibles para la comprensión total de la pieza.

La vertiente coreográfica tiene en el proyecto un acento decisivo. El argentino Carlos Cytrynowski es su principal artífice, quien ha encontrado en el artista fallero Vicente Luna un escultor capaz de reproducir, y tal vez superar, los dragones de la fuente de la Ciudadela barcelonesa, que levantó Gaudí. La música ha sido realizada por Pedro Luis Domingo.

Maestro de los actores

Antonio Díaz Zamora, además de director, ha sido prácticamente el maestro de los actores que aparecen en Flor de otoño durante los últimos años, que se ha dedicado a la docencia en la Escuela de Arte Dramático de Valencia. Pionero del teatro independiente y de vanguardia en los años sesenta, cerró aquel ciclo de dirección con un montaje de otro miembro de la generación realista, José Martín Recuerda, Las salvajes de Puente San Gil "Esta obra ha fascinado a casi todo el mundo que la ha leído", expresa sobre Flor de otoño. "Es una de las piezas básicas del teatro español de los últimos años".Para su director, el testimonio de Lluiset, abogado de día y travesti de noche, se mantiene vivo, así como la denuncia social y política del autor a favor de los marginados y de los ámbitos secretos de la sociedad burguesa industrializada.

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