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Relevo en la cancillería de la RFA

Crisis económica, terrorismo y distensión, ejes de la etapa gubernamental de Helmut Schmidt

Por su arrogancia, le llamaban bocazas, el sargento alemán o el maestro de escuela de Europa, pero en los últimos años Helmut Schmidt se suavizó cada vez más, hasta adquirir aire de viejo estadista.Schmidt llegó a la cancillería a la caída de Willy Brandt, el 16 de mayo de 1974, en plena crisis económica, a consecuencia de la primera gran subida de precios del petróleo, y con los socialdemócratas (SPD) en picado. Al estilo de Gobierno del visionario Brandt, le sucedió un Schmidt con capacidad de gerente para una época de crisis, de renuncia a la euforia de los días del crecimiento sin límites. En el Gobierno, Schmidt tuvo que afrontar el deterioro de la situación económica, la crisis del terrorismo y el endurecimiento de las relaciones Este-Oeste.

Internamente, Schmidt se encontró con dificultades en su propio partido, el SPD, que se resistía a admitir una política de dura adminístración en una época de escasez. Schmidt gozaba con el ejercicio del poder y con sus grandes actuaciones en la escena internacional y se irritaba con las querellas internas dentro de su partido.

En una ocasión comentó la situción en el SPD con la frase: "Ya es hora de que Wílly ponga orden en la pocilga". En el SPD era admirado por su capacidad política, pero, nunca consiguió el calor popular que acompañó a Willy Brandt.

Schmidt entró en el SPD después de la guerra, en la que alcanzó el grado de teniente del Ejército. El ex canciller solía decir que en el Ejército aprendió la camaradería, que luego le llevó a la socialdemocracia. Otros líderes del SPD procedían del movimiento obrero y la oposición contra Hitler, y esto fue un inconveniente en los comienzos de su carrera.

Sin embargo, su capacidad política le hizo abrirse paso en la política hasta llegar a la cancillería. Su personalidad es autoritaria, prusiana, impregnada de un cierto rígorismo protestante. Schmidt es un político inteligente y brillante en sus formulaciones, con una gran capacidad histriónica, para dar a sus intervenciones el dramatismo necesario. Suele decir que el oficio de político y el de actor tienen muchos puntos en común.

Sus amistades políticas revelan su tendencia conservadora. Helmut Schmidt admira la capacidad política por encima de la proximidad ideológica. Su "amigo Giscard" estaba mucho más próximo a él que su correligionario Mitterrand. El ex presidente norteamericano Gerald Ford merecía su aprecio, al contrario que Jimmy Carter, "un mero aficionado".

A quien consideraba un aficionado.

El talento político de Schmidt brilló en los momentos en que tuvo que mantener una posición intermedia entre la política de distensión con los países del Este y la de tensión preconizada desde Washington. La RFA consiguió mantener un difícil equilibrio entre las presiones de Washington y los intereses de una política de buena vecindad con el Este.

Este juego político lo ejerció hasta el final, con el acuerdo para la construcción del gasoducto y también con el estacionamiento de los nuevos cohetes atómicos en Europa. Los últimos meses, prácticamente desde las elecciones federales de 1980, fueron de un fuerte desgaste político y fisico de Schmidt, que sufrió importantes mermas de su salud, hasta la implantación de un marcapasos.

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