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CINE / 'DESAPARECIDO (MISSING)'

Una crónica viva, una historia impresionante

Charles Horman, joven escritor norteamericano, desapareció en Santiago de Chile pocos días después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende. Según sus íntimos amigos, Horman había descubierto, involuntariamente, algunos datos que demostraban la participación del Departamento de Estado en el sangriento golpe que auspició el general Pinochet.El padre del muchacho desaparecido, hombre conservador, ordenado, que con la misma fe que creía en Dios mantenía vivas sus esperanzas en la democracia norteamericana. Se trasladó a Chile para averiguar el paradero de su hijo. Aún ignoraba que éste ya había sido asesinado, todavía creía en la sinceridad de los responsables de la embajada. Lentamente, sin embargo, Horman fue descubriendo la verdad: la CIA había colaborado, efectivamente, en el golpe militar y, por si realmente Charles Horman había descubierto algunos datos comprometedores, autorizó su asesinato.

Desaparecido (Missing)

Director: Constantin Costa-Gavras. Guión: Costa-Gavras y Donald Stewart, basado en el libro de Thomas Hauser. Música: Vangelis. Intérpretes: Jack Lemmon, Sissy Spacek, Melanie Mayron, John Sea. Drama. Norteamericana, 1982. Locales de estreno: Fuencarral, Madrid 3.

La historia que narra la película está basada en estos hechos reales. Cuando Ted Horman volvió a Estados Unidos se propuso denunciar a los responsables. Aún creía que eran personas concretas, identificables. Pero la burocracia le volvió a vencer. Sólo pudo lograr, años después, la publicación de un libro en el que se reflejaran las peripecias de su proceso. Sobre ese texto se ha filmado ahora la película.

Casos similares

Tanto Costa-Gavras, el director, como Ted Hornan, ambos presentes en el Festival de Cannes, donde se estrenó Missing, saben que existen más casos similares. Saben también que el golpe chileno no es más que uno entre tantos. Lo denuncian en la película, lo divulgan en sus declaraciones. No es estraño, por tanto, que Missing tuviera problemas de censura. Se trata de un documento impresionante, de un testimonio que no admite dudas.Los guionistas de la película no quisieron limitarse a los hechos políticos y reconstruyeron, además, la historia íntima de ese hombre de orden que ve desvanecerse cuanto había constituido su vida. Junto a él, gracias a la espléndida interpretación de Jack Lemmon, la información histórica da paso a una crónica viva, emocionada, que no puede dejar indiferente.

La sensibilidad de Costa-Gavras ha enriquecido cada momento del despertar de su protagonista, enfrentado al principio a su nuera (inteligente y eficaz Sissy Spacek), hundido más tarde ante la evidencia de lo que nunca sospechó. El escepticismo de la chica es para él intolerable. Tampoco soporta su forma de vida tan alejada de los moldes que él quiso prolongar en su hijo. Moldes cuyo mantenimiento precisan nada menos que del golpe militar que le atormenta. Así se lo explica el embajador: "Estamos aquí para defender los intereses norteamericanos. Muchas empresas de nuestro país viven en esta tierra. Sus; intereses son también los míos. Las contradicciones que Ted Horman descubre de pronto le hacen cambiar de vida: ya no cree en nada. Sólo en la posibilidad de que el mundo se entere de la verdad.

En ese proceso, Costa-Gavras utiliza como trasfondo los adjetivos del golpe de Estado: el resultado es estremecedor. El estadio de fútbol, las frías naves con cadáveres almacenados, los interrogatorios, los controles callejeros, la angustia del toque de queda, los muertos nadando a la deriva contemplados por locos contrastan inopinadamente con un hermoso caballo blanco que atraviesa la noche perseguido a tiros, por unos soldados enloquecidos. Una imagen superrealista, inquietante. Queda, sin embargo, la ferocidad de todo lo demás. Y la advertencia de que todos podemos vivir alguna vez un caos parecido.

La eficacia de las imágenes filmadas por Costa-Gavras se anula escandalosamente en las proyecciones del cine Madrid, donde la pantalla recorta de forma importante el tamaño original de los fotogramas. Coincide este atentado a la sensibilidad del espectador con un incremento en el precio de las entradas.

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