El 'rock' español se presentó en el II concurso de Madrid
El pasado miércoles se celebró en el pabellón del Real Madrid la final del II Concurso de Rock Madrid-Región, el más importante de España por su dotación económica. El acto, cuya entrada era gratuita, convocó a unas 4.000 personas, y los doce grupos participantes se sucedieron sobre el escenario sin mayores problemas. El ganador, acogido con grandes ovaciones por el público, fue el grupo Polansky y el Ardor, que se llevó 500.000 pesetas y el derecho a grabar un elepé. Fue una representación adecuada del rock español.
En segundo lugar quedó el grupo Proscritos, premiado con 300.000 pesetas, y en tercero, el grupo Control, que ganó 200.000 pesetas. Como fin de fiesta actuaron el grupo catalán Rigor Mortis y Alaska y los Pegamoides.Llegados a la gran final, el pabellón del Real Madrid parecía un desfile de modelos. Cada grupo participante arrastraba su propio entorno, y así podían contemplarse en los abarrotados pasillos y bares gentes de la más diversas cataduras. Los diferentes géneros del pop-rock se manifestaban a través de los atuendos y cabellos coloreados de los modernos seguidores de Polansky y el Ardor o de Alaska y los Pegamoides. La representación heayy, muy numerosa, aportaba en cambio pantalones vaqueros y luengas guedejas. Había tambien algun popi de corbata y chaquetilla y un homogéneo grupo de punks, que en un estado de agitación notable se dedicaban a pegarse con sus amigos sin por ello molestar al resto de la concurrencia. Era simpático verles a todos juntos pero no mezclados, dispuestos a aguantar allí unas cuantas horas de calor y sofoco en la esperanza de encontrar algo que les compense de las habituales desdichas del rocker miserere.
Por decirlo de una forma rápida, la mayoría de los doce grupos que llegaron a esta final resultaron más respetables que excitantes. En su mayoría practicaban lo que puede llamarse rock duro y la imaginación no quiso mostrarse en demasía. En este tipo de concursos sucede que a la final llegan unos grupos seleccionados por un jurado previo. De esta manera, si el jurado valora más una cierta capacidad técnica que la creatividad podemos encontrarnos con la homogénea y algo mediocre escena del pasado miércoles. Si, por contra, el jurado previo tiende a primar la imaginación, podemos encontramos con niveles mínimos de capacidad instrumental. Como la primera visión del asunto suele coincidir con el rock duro o el sinfónico y la segunda con el llamado pop, parece lógico que ante inscripciones numerosas se creen diferentes apartados, tal y como se hizo en el concurso del Ayuntamiento de Madrid.
Babelia
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