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Los pasajeros del 'Arosa I' acusan a las autoridades de haber retrasado su regreso

Fuegos de artificio, banderas gallegas, pancartas reivindicativas y canciones de resistencia ya casi olvidadas compusieron la emotiva escenografía del recibimiento que un millar de personas ofreció en la madrugada de ayer, en La Coruña, a los 38 expedicionarios del congelador Arosa I, fletado el 26 de agosto por el ayuntamiento de la ciudad para prestar apoyo, junto al buque Pleamar que subvencionaba la corporación municipal de Vigo, al boicoteo de los vertidos nucleares en la fosa atlántica llevada a cabo por el Sirius, de Greenpeace.

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El retraso de siete horas, que la mayoría de los embarcados en el Arosa I atribuyen a una actitud deliberada de las autoridades militares responsables del remolque del barco, fue el último contratiempo de una accidentada singladura en la que rivalidades políticas, desorganización y la avería que inutilizó el buque, confluyeron para crear un clima de fuerte tensión a bordo.Con las huellas de una semana de dificultades en el mar reflejadas en el aspecto de cansancio, pero visiblemente emocionados por una recepción que no esperaban a aquella hora, ecologistas, políticos y periodistas se mostraron renuentes a comentar las particularidades de una travesía que algunos de ellos coinciden en calificar de excesivamente improvisada.

Las opiniones de políticos e informadores fueron coincidentes también al achacar a un deliberado obstruccionismo de las autoridades la lentitud en el arrastre por el remolcador RA-51 que frustró el recibimiento multitudinario, equivalente al que se realizó en Vigo, preparado desde días atrás por el Ayuntamiento de La Coruña. Para Angel Guerreiro, que participó en la expedición en su calidad de secretario general del Partido Comunista de Galicia, resulta evidente que existió "una decisión clara de retrasar nuestra llegada, aunque la verdad es que no tengo constancia clara del motivo".

Destructor 'Lángara': "Estamos muy satisfechos"

Cesar Pintos, concejal nacionalista de La Coruña, es de la misma opinión. "Incomprensiblemente", dijo, "vinimos a paso de tortuga, a tres o cuatro nudos, desde el sábado, cuando podíamos navegar al doble de esa velocidad. Está claro que alguien dio la orden de retrasar, deliberadamente, la llegada".Esta presunta actitud, que según alguno de los expedicionarios podría estar relacionada con la existencia de irregularidades en la lista de embarque del Arosa I, al que se incorporaron cuatro personas que oficialmente habrían de ser consideradas polizones, contrasta sin embargo con las excelentes relaciones mantenidas en todo momento por los miembros de la expedición ecologista y los mandos de las dos unidades de la Armada que se turnaron en el remolque del barco. Los pasajeros del Arosa I recuerdan especialmente la frase con la que el comandante del destructor Lángara despidió a la expedición al ser relevado su buque por el RA-51. "Estamos muy contentos", dijo el oficial, "de haber participado en esta aventura ecologista".

Las dificultades habían comenzado para los ecologistas gallegos en el momento mismo de la partida del Arosa I y el Pleamar, el pasado 26 de agosto, cuando representantes del Ayuntamiento de Vigo, en el que el PSOE es mayoritario, se opusieron al embarque de un concejal del Bloque Nacional Popular Gallego. Las diferencias entre los socialistas y representantes de otros partidos que participaban en la expedición derivaron ocasionalmente en una auténtica rivalidad por el protagonismo de la acción ecológica entre los barcos fletados por los ayuntamientos de La Coruña y Vigo.

En particular, dirigentes del partido comunista aludieron críticamente al propósito socialista de rentabilizar sobre la persona del alcalde de Vigo, Manuel Soto, los indudables beneficios políticos de la iniciativa. De hecho, en la traducción al castellano del bando por el que el ayuntamiento vigués convocó a la población a recibir al Pleamar se centraba inequívocamente en Soto el protagonismo de la expedición.

Avería en las máquinas

La grave avería que el 29 de agosto dejó a la deriva al Arosa I agudizó, por otra parte, las tensiones existentes desde el comienzo del viaje entre el capitán, Francisco Gil -excesivamente autoritario en opinión de buena parte de los embarcados- y los veinte informadores que viajaban a bordo del congelador. El dirigente comunista Angel Guerreiro se mostró, sin embargo, más conciliador. "El capitán", explicó, "llegó a ponerse nervioso, pero hay que entender las circunstancias. Quizá hubiera podido ser un poco más flexible, pero en cualquier caso no cabe duda de que se trata de un excelente profesional".Gil, un hombre de palabra breve y expresiones secas, que no disimuló al llegar a tierra su mal humor hacia los periodistas, quita importancia a lo sucedido a bordo. "No hubo", asegura, "verdaderos problemas de convivencia, porque la gente en el mar adquiere un gran sentido del compañerismo".

El capitán insiste, por otra parte, en hacer notar el carácter estrictamente profesional de su labor en el barco. "Yo soy un marino contratado por un armador que me ordenó hacer un determinado viaje. No me identifico con nada y ni siquiera estoy muy seguro de que esto de los vertidos sea tan urgente. Pienso que había que dejarlo para el futuro y arreglar antes los problemas de contaminación que tenemos en la misma Galicia, como el de las celulosas".

Contra la opinión de algunos de los expedicionarios, convencidos antes de la salida de que el Arosa I era un buque a punto de desguace ' su capitán aseguró que el barco se encontraba en buenas condiciones y sólo la falta de piezas adecuadas había impedido la reparación de la avería en alta mar.

Marcha de solidaridad en Vallecas

A la una de la tarde de ayer terminó el encierro que, para protestar por el vertido de residuos radiactivos en el Atlántico Norte y en solidaridad con las movilizaciones populares registradas en Galicia, habían iniciado el sábado por la mañana más de veinte personas en las dependencias de la junta municipal de Vallecas.A la salida de la junta municipal, los encerrados iniciaron una marcha por el barrio y fletaron simbolicamente un barco simulado, acompañados de una charanga. Unas doscientas personas se unieron a la manifestación y corearon consignas contra los vertidos, tales como "Vallecas y Galicia, una misma lucha", "a Vallecas no le mola el asunto nuclear" y "hoy Galicia, mañana Canarias y después Vallecas".

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