El Fondo Monetario Internacional insiste en adoptar políticas de austeridad para evitar una crisis financiera global
Los órganos rectores del Fondo Monetario Internacional (FMI), acusando implícitamente a los países en desarrollo de sus problemas financieros, insistieron ayer en la necesidad de mantener o adoptar firmes políticas de austeridad económica y disciplina monetaria como único remedio válido para sus graves trastornos y desequilibrios externos. Por otro lado, el Comité Interino de la organización, máximo órgano consultivo, rechazó la sugerencia norteamericana para crear un fondo especial de ayuda de emergencia a los países en situación crítica y ahogó por una indeterminada subida sustancial de las, cuotas como único mecanismo aceptable para incrementar los recursos del FMI y sus mecanismos de ayuda.
Al dar por concluidas sus reuniones preparatorias, los distintos comités de trabajo del FMI y Banco Mundial dejaron constancia ayer del ambiente de incertidumbre y preocupación que rodea este año las reuniones anuales de ambas instituciones. Pero tanto el presidente del Comité Interino, el canadiense Allan Maceachen, como el director gerente del FMI, el francés Jacques de Larosière, trataron de tranquilizar a los casi 10.000 delegados insistiendo en que "el sistema es lo suficientemente sólido y flexible para resolver la extraordinaria crisis" que atraviesa.El comunicado final del Comité Interino, que refleja en cierto sentido los resultados iniciales de la Asamblea Anual, reconoció, sin embargo, la gravedad del problema que ha supuesto para la estabilidad del sistema "las recientes tasas de aumento de la deuda externa, la cual ha llegado a niveles muy elevados en muchos países", problema que se ha visto incrementado por "la escasez de corrientes financieras privadas". En este sentido, el comité señaló que aunque el FMI debe "cumplir su función en cuanto al fomento del ajuste de balanza de pagos", sólo una política coordinada y eficaz de los países miembros podrá resolver los problemas a largo plazo.
Medidas para la crisis
En cuanto a esta política, el órgano rector del FMI es muy claro y basa sus recomendaciones en los siguientes puntos:
1. Las dificultades han surgido por la adopción de medidas financieras expansionistas en dichos países, lo que ha acelerado la inflación interna, provocado una mala distribución de recursos e incrementado los desequilibrios externos.
2. Las tasas de inflación siguen siendo excesivas en la mayor parte de los países. Sólo se podrá dar una expansión sostenida y una reducción del desempleo "si disminuye la inflación, bajan los tipos de interés nominales y reales y se aplican políticas estructurales".
3. Las políticas monetarias deben ir acompañadas de medidas fiscales. Es necesario "lograr una reducción sostenida de los déficit presupuestarios, aliviar las presiones de los mercados de crédito y reducir los tipos de interés".
4. Son necesarias medidas en el frente salarial y en la determinación de los precios. Los Gobiernos deberían fomentar "el consenso de las partes en el contrato social respecto a la moderación de aumento de sueldos y salarios, con el fin de fomentar el empleo".
Aunque las recomendaciones del FMI no parecen nada nuevas sobre las políticas sugeridas en otras reuniones previas, lo que está claro es que, al margen del eventual incremento de cuotas y recursos del FMI, los responsables del organismo y sus miembros contemplan con pocas esperanzas la existencia de un remedio rápido para los países que, como México, Brasil, Argentina, Zaire, Sudán, Polonia o Rumanía, atraviesan serias dificultades a la hora de obtener financiación para equilibrar sus economías.
Si bien el FMI ve todavía margen de maniobra dentro del sistema actual, que impida que la eventual quiebra técnica de algunos de estos países afecte seriamente al funcionamiento del orden financiero actual, todo hace pensar que las diferencias entre los distintos grupos de países no se han resuelto y, en. este sentido, quedarán reflejadas en las discusiones de los gobernadores del organismo mundial para decidir el porcentaje de incremento de cuotas de cada miembro.
EE UU mantiene su propuesta
Las declaraciones de los ministros de Finanzas o Hacienda presentes en Toronto hacen pensar que, pese al compromiso escrito en favor de un incremento sustancial de las mismas, esta revisión no supera el 50%. El secretario del Tesoro norteamericano, Donald Regan, insistió ayer en que su país no ha retirado la oposición a tal incremento y todavía mantiene la idea de la creación de un fondo de ayuda especial, en torno a los 10.000 millones de dólares, para ayuda a los países en crítica situación.
Pero la mayoría de los europeos y todos los países del Tercer Mundo son partidarios de que este fondo no debe ser un sustituto de la octava revisión de cuotas. Para ellos, la revisión, si se hace en un porcentaje suficiente (algunos reclaman que se dupliquen), permitirá la obtención de los recursos adicionales necesarios para resolver los problemas de los países con graves trastornos en sus balanzas de pagos. Jacques de Larosière, director gerente del FMI, estima que un incremento suficiente de estas cuotas estaría en torno a los 110.000 millones de dólares, es decir, 40.000 millones más de los actuales 67.000 millones.
Las deudas de los países en desarrollo, en su mayoría con los bancos privados, se eleva a unos 450.000 millones ole dólares, de los que prácticamente la mitad se concentran en América Latina. De éstos, sólo México, el primer deudor mundial, tiene a sus espaldas 80.000 millones de dólares, con Brasil y Argentina a escasa distancia.
El director gerente del FMI, Jacques de Larosière, en el discurso que pronunciara hoy en la apertura de la Asamblea Anual, hará un llamamiento a los bancos privados para que no contribuyan al empeoramiento de la crisis de estos países cerrando sus líneas de crédito a los mismos. Aunque esto parece ser un hecho cierto, al menos en los casos de Argentina, Brasil, Polonia o Rumania, el problema parece ser el de la pescadilla que se come la cola, la falta de pago de estos países deudores dejará a muchos bancos tal agujero que algunos no sólo no podrán repartir dividendos sino que arrojarán pérdidas astronómicas.
Algún banco norteamericano, de entre los tres primeros, atraviesa serias dificultades por la quiebra mexicana y entraría en bancarrota si Brasil o Argentina se suman a la misma.
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