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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La Iglesia, ante los sandinistas

En los primeros días de agosto pasado trascendió la carta de apoyo que el papa Karol Wojtyla envió a los obispos de Nicaragua, en la que criticó abiertamente a la Iglesia Popular, sector de la Iglesia católica que se identifica con el proceso revolucionario de ese país. Pocos días más tarde se producen enfrentamientos -que dejan un saldo de tres muertos entre estudiantes de varios colegios religiosos de Managua y Masaya, partidarios unos de esa Iglesia Popular y otros de la jerarquía eclesiástica o Iglesia Tradicional.

Entre ambos episodios, se asiste al infrecuente espectáculo de ver por la televisión nicaragüense una foto del portavoz del muy conservador arzobispo de Managua, el padre Bismark Carballo, completamente desnudo. Aparentemente la foto fue tomada por el marido de una señora que en esas circunstancias se encontraba con el padre Carballo. El escándalo ha salpicado al arzobispo, monseñor Obando y Bravo, la principal figura que dentro de Nicaragua parece aglutinar a la oposición.

El empeoramiento de las relaciones entre el Gobierno sandinista y la jerarquía católica amenaza con transformarse en una guerra abierta. Guerra esta que se suma a otra, más sangrienta y literal, que las autoridades sostienen con los guardias nacionales somocistas que operan desde la vecina Honduras con apoyo o tolerancia de Estados Unidos y que ya ha costado casi trescientos muertos en el último año.

El origen de esta Iglesia Popular se remonta a la conferencia episcopal. celebrada en 1968 en Medellín (Colombia), donde se hizo un llamamiento a los sectores progresistas de la Iglesia católica para que asumieran un papel transformador en la inmediatez políticosocial. En Nicaragua, un crecido. número de sacerdotes lleva adelante ese proyecto, que nunca conté con las simpatías de la jerarquía, a través de las Comunidades Eclesiales de Base y la Pastoral Juvenil, organismos en los que originalmente se han formado ideológicamente la mitad o más de los actuales dirigentes del Frente Sandinista. Esta actividad fue decisiva para generar el clima insurreccional que acabó con la dictadura de los Somoza en 1979.

Desde el triunfo revoluciario, el sector progresista de la Iglesia cobra más fuerza y comienza a hablar abiertamente de la existencia de una Iglesia Popular, identificada con la revolución y la causa de los pobres por oposición a los planteamientos conservadores de la mayoría del clero tradicional. De siete obispos que tiene. Nicaragua, sólo uno, el de Estelí, apoya la revolución.

Simultáneamente se produce otro fenómeno que lleva a la Iglesia católica a transformarse en el centro de la batalla política interna entre sandinistas y antisandinistas por el control de la población. Los que no querían a Somoza pero tampoco querían una transformación social, se encuentran desconcertados por el triunfo total y aplastante de los bisoños guerrilleros sobre el aguerrido corps de la familia Somoza.Las orla nizaciones políticas y empresariales que Ios agrupan se incorporan al Gobierno de Unidad Nacional, que proponen los sandinistas inmediatamente después de la caída de Managua, pero pronto se dan cuenta de que su situación de inferioridad en el Consejo de Estado sólo les permite incidir mínimamente en las medidas de Gobierno.

Progresivamente se desplazan desde posiciones críticas a la oposición total. La salida de la Junta de Gobierno de Violeta Chamorro y del ingeniero Alfonso Robelo, líder del -COSEP, que agrupa a la empresa privada, marca el punto culminante de esa ruptura.

Gran poder de convocatoria

Los disidentes se agrupan en el Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN), bajo la dirección del ingeniero Robelo, y establecen contactos con la Adminsitración Reagan y con países del área, especialmente Venezuela y Costa Rica. Pero al poco tiempo de constituido, sectores importantes del MDN comienzan a cuestionar la posición tibia que lleva adelante Robelo y se produce una crisis de liderazgo que paraliza la oposición.

Simultáneamente crece el convencimiento en un fragmento de las fuerzas antisandinistas de, que la Iglesia católica es la única institución que, de oponerse al proceso revolucionario, podría dañar seriamente la base de consenso de que dispone la revolución. La frase del primer ministro cubano Fidel Castro, al visitar Nicaragua ("la síntesis entre marxismo, política y religión puede tener resultados explosivos en Latinoamérica") y los sucesos de Polonia refuerzan esta impresión.

De hecho, la elevada religiosidad de los nicaragüenses otorga a la Iglesia un gran poder de convocatoria, casi tanto como el sandinismo, y siempre es posible invocar justificaciones teológicas Para cualquier opción.

Si este sector de la oposición se agrupa en torno a la figura del arzobispo de Managua, monseñor Obando y Bravo, y utiliza al diario La Prensa como vehículo fundamental de sus propuestas, el otro sector declara rotas las posibilidades de una lucha pacífica y legal. El ingeniero Robelo -antes cuestionado por tibio- y un crecido número de seguidores se autoexilia del país y establece contactos con la Administración Reagan -que cada día aumenta el tono de sus amenazas y los créditos militares a la enemiga Honduras- y los guardias nacionales del. difunto Somoza. Para Robelo, la táctica debe basarse en la invasión militar de Nicaragua con fuerzas propias y, si fuera posible, con la ayuda de los marines norteamericanos.

Tanto la Iglesia Popular, que tiene a los padres Ernesto Cardenal como Ministro de Cultura y Miguel d'Escoto como canciller, por una parte, como el clero tradicional por la otra, aceptan desarrollar este papel político activo que amenaza con profundizar aún más las fisuras que ya existen en el cuerpo de la Iglesia.

Desconcierto católico

El eco de esta división ha llegado al Vaticano, y la reciente carta de Wojtyla, que tan tajantemente toma partido por los segmentos. conservadores, ha desconcertado a milchos católicos que, de no mediar otros factores, por el peso de esa declaración, pueden tomar distancia de las parroquias que controla la Iglesia Popular sin embargo, desde el conservador diario La Prensa se ha acusado al nuncio apostólico, monseñor Di Montesemolo (embajador del Vaticano en Nicaragua), de ser casi un aliado de los sandinistas por sus moderadas declaraciones sobre la situación política.

Estos matices pueden ser el reflejo centroamericano de las críticas solapadas que el Papa ha recibido por estar excesivamente influenciado por sus asesores polacos

Pablo Luis Zufiaur es experto en temas religiosos y ha visitado recientemente Nicaragua.

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