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La actriz sueca Ingrid Bergman murió, en Londres, a los 67 años

Lágrimas suecas por un mito perdido

La muerte de Ingrid Bergman no por esperada dejó de causar consternación en el ambiente cinematográfico de Suecia y también en un público que veía en ella a uno de sus mitos. Se sabía que el mal que la aquejaba desde hacía ocho años era irreversible, y su rostro tanto en los ciclos de televisión sueca como en las publicaciones "para la mujer", se había vuelto todavía más familiar en los últimos tiempos. El fallecimiento de la actriz da ocasión para recordar la dramática relación que esta mujer dulce y decidida tuvo con la sociedad que la cobijó en un principio, luego la rechazó y finalmente la volvió a recibir como una heroína inteligente y silenciosa. Ella asumió todos estos tratamientos como si de alguna forma fueran ajenos.Debutante a la edad de dieciocho años en un papel insignificante, pero que, sin embargo, le permitió un año después aparecer en un rol junto a Gasta Ekmann, uno de los grandes actores suecos Hollywood la descubriría y comenzaría una brillante carrera.

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Ya en el apogeo de su carrera artística, ocurrió en los años cmcuenta un episodio trascendente en su vida personal y aun artística.

Fue el encuentro con el director italiano Rosellini, del que se enamoró apasionadamente. Las contradicciones de una moral puritana de entonces, tanto en Estados Unidos como en Suecia, no le perdonaron su decisión amorosa y la imagen de pureza que había acuñado a través de sus papeles cinematográficos fue puesta en cuestión no sin ensañamiento. La actriz recordaría muchos años más tarde, al escribir sus memorias, con amargura y un deje de resentimiento, el tratamiento dado por la Prensa sueca a un asunto trascendente, pero de su incumbencia personal. Cuando volvió a Suecia después a representar una versión de Juana de Arco, dirigida por Rosellini, en el Dramaten, la crítica fue muy negativa en sus juicios, sin que pueda decirse cuánto habían pesado en esa crítica los factores extra artísticos. El tiempo fue, sin embargo, haciendo olvidar su criticado romance con Rosellini, y en sus esporádicas visitas a Suecia en los últimos años recogió la. admiración y el cariño conquistados a través de su carrera artística. El año pasado compareció ante la televisión sueca en una interesante y prolongada entrevista. Los años habían borrado todo vestigio de su hermosura juvenil y hasta la voz se había vuelto distinta. Pero su personalidad y su inteligencia mantenían el mismo brillo de antaño.

A los públicos del mundo les queda como recuerdo imperecedero la belleza serena y cautivante de su rostro. Las lágrimas suecas por su desaparición son similares a los que hoy recuerdan su turbulenta -y pacífica- historia en todo el mundo que vio sus películas y de alguna manera la tuvo como uno de los mitos con rostro de este tiempo signado por la abundancia de los ojos míticos.

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