La afición, con media en las agujas
Lleva la afición "media en las agujas", con la temporadita que le está dando el taurineo por esas plazas, y ahora también en Madrid, donde parecía que la seriedad había tomado carta de naturaleza. Ni en Madrid se pueden ver toros ya.Salen aquí con trapío, más que en ningún otro sitio, pero se caen como si fuera Bilbao. El taurineo afirma que la culpa de las caídas la tiene los ganaderos, que no saben criar sus reses. Pero la afición no se lo cree, ni aunque se lo repitan de rodillas. La afición sospecha -y nosotros con ella- que algo pasa; algo doloso y espeso, lo cual se comete con alevosía y mediante siniestro artificio, cuando falta poco para que los toros salten al ruedo.
Hasta no hace mucho, las caídas se producían principalmente en los toros de las figuras, mientras que, ahora, se han generalizado. Y esta es la gran coartada. Te dicen los taurinos: ¿Que fuerza tienen Almendralito de Membibre, Chiquito del Metro-Portazgo o Diamantino Dirceu, que sólo contratan una corrida al año y casi por casualidad, para exigir que les adulteren los toros?. Dirán de los diestros de ayer: ¿Cual podría ser la influencia de Benjumea, Calatraveño y Rodríguez, para conseguir que el ganado les saliera inválido?. Y será oportuno responderles que la debilidad del toro no sólo favorece al matador pues existen muchos y encontrados intereses, empezando por el de la coartada, siguiendo por cuantos se han de poner delante del toro, caballos incluidos (y el amo de los mismos, que los ve sufrir, y se acongoja) y terminando por la banda que se gana los duros al hacer la "operación" si es que existen tal banda y tal operación, por supuesto.
Plaza de Las Ventas
29 de agosto.Toros de Marín Marcos, con trapío, flojos casi todos, broncos. Pedro Benjumea, Calatraveño y Manuel Rodríguez, silencio en sus lotes.
El caso es que, desde luego algo pasa. Un toro limpio de polvo y paja, nacido para la lidia, criado de regalo, corpulento y fiéro tal cual se le ve, no es lógico que ruede por la arena simplemente por correr. No tiene sentido que en una corrida como la de ayer salgan dos toros fuertes, broncos, duros, y los cuatro restantes aparezcan pegando tumbos.
Precisamente esta temporada, que era clave para el futuro del espectáculo, pues habían retornado los viejos aficionados y acudían a los cosos las nuevas promociones, se está echando de nuevo al público, afición incluida, y de ésta ya no vuelven, ni unos ni otros. Los propios taurinos, que ingenian sofisticadas argumentaciones para justificar el fraude, deberían comprender que sin toro la fiesta es imposible y que tanto ingenio deberían aplicarlo a devolver el toro y recuperar la fiesta. Pero ¡quiá!.
Uno, que ha venido de Almería en plena Operación Retomo tirando millas, aterrando aves del co rral, sorteando argelinos al volante -que eso sí tiene peligro- para no perderse la corrida en plenitud que está obligada a dar la empresa de Las Ventas, se ha encontrado, como los miles de ilusionados clientes que había en los tendidos, con que esa corrida era un fraude. Ha visto pasar penas a los pundonorosos espadas, y ha visto cómo se derrumbaban los toros. Uno, también lleva, por esto, media en las agujas.
Babelia
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