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La carrera hacia Bogotá

( ... ) Por casualidad, ingenio o sadismo del que tuvo la idea, ha resultado una situación curiosa en que a miles de kilómetros de España, en el curso de vuelos intermínables o de recepciones en un país cuya crítica situación a los políticos españoles no parece interesar un bledo, parece como si se hubiera dado ya la voz de salida para la campaña electoral que se avecina.Realmente la organización de una pelea en Bogotá entre los cuatro líderes españoles enfrentados, parte de los cuales incluso ha viajado en el mismo avión, rebasa la capacidad imaginativa del mejor, empresario de espectáculos. También dice muy poco de las maneras de nuestros políticos cuando salen fuera. No es la primera vez que un viaje de Estado acaba siendo cauce para dar salida a la parafernalia de la política doméstica. Así ocurre que en cualquier lugar se acaba hablando, por ejemplo, de la crisis de UCD, sombra política que acompaña al ilustre visitante dondequiera que llegue.

Sin embargo, la carrera organizada esta vez hacia Bogotá y contando con los cuatro principales -menos mal que no participa también Landelino Lavilla- supone un escenario tan trastocado y una confusión tan lamentable que el nuevo presidente de Colombia tendría derecho a preguntarles: ¿Ustedes, qué han venido a hacer aquí? Música de acompañamiento, protocolos y declaraciones oficiales aparte, Calvo Sotelo, Fraga Iribarne, Adolfo Suárez y Felipe González hasta ahora dan firmemente la impresión de que han viajado a Bogotá tan sólo para hablar unos con otros. y esbozar sus proyectos electorales.

Así ocurre que, por lógica, las crónicas de los enviados especiales se refieren casi por completo a la política española en gestación en tierras lejanas, a lo que sucederá el otoño y a la problemática de las posibles coaliciones electorales. Es cierto que los políticos tienden a aprovechar cualquier ocasión, pero hacerlo esta vez resulta más grotesco aún por tratarse de un país hermano, cuyos gravísimos problemas económicos y políticos -el auge del terrorismo entre ellos-, van a hacer muy difícil la labor del presidente Betancur.

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La carrera hacia Bogotá de algún modo ejemplifica lo que no debe ser una política exterior. Es decir, reafirma la necesidad de que aquélla esté provista de ciertos caracteres de autonomía y continuidad quela independicen de los avatares políticos internos.

, 9 de agosto

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