Gijón conmemora la vuelta del destierro de Jovellanos

Con la tradicional ofrenda de flores y una misa en la capilla de los Remedios, situada en las proximidades de la calle donde vivía, Gijón rindió homenaje ayer a la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos, al cumplirse el 164 aniversario de la llegada a su ciudad procedente del destierro en el castillo de Bellver, en Palma de Mallorca. El acto constituyó un refrendo de la admiración que en esta tierra se siente por Jovellanos como uno de los grandes personajes de la vida española.

Al acto asistieron las principales autoridades locales y el recientemente nombrado cronista oficial de la villa de Gijón, Patricio Aduriz, que fue el encargado de recordar la personalidad del ilustre gijonés.

Gaspar Melchor de Jovellanos, que nació en Gijón el 5 de enero de 1774 y murió a finales del mes de noviembre de 1811, fue uno de los intelectuales y políticos más importantes de su época. Estudió cánones y jurisprudencia en Oviedo y Avila, y a los veintitrés años fue nombrado alcalde del crimen de la Audiencia de Sevilla. En esta ciudad escribió Jovellanos sus primeros artículos sobre la reforma de la policía y de las cárceles y también su primer drama teatral, titulado El delincuente honrado, ejemplo de su carácter humanista y de su sentido de la literatura.

En los cuatro años posteriores ingresa en las academias de San Fernando y la Real Academia Española, pasando a convertirse en una de las figuras de mayor relieve de la época. Después de una serie de enfrentamientos con el poder civil, debidos a su talante liberal, el 10 de marzo de 1801 es detenido en su casa de Gijón y trasladado por orden del rey Carlos IV al castillo de Bellver, en Palma de Mallorca, donde pasa siete años en unas condiciones que sus biógrafos califican de "infrahumanas".

El 6 de agosto de 1808, tras ser puesto en libertad, llega a su ciudad natal, donde es recibido en olor de multitud. Patricio Aduriz se refiere a él como "el gijonés más grande que ha existido hasta la fecha".