Fraude taurino en una corrida de Plasencia
"Valencia (Victoriano, empresario de la plaza) dimite, Plasencia no te admite" era el coro de miles de voces entre una monumental bronca a la presidencia que en la corrida celebrada en Plasencia (Cáceres) el pasado martes permitió de todo desde la inexistencia de la suerte de varas hasta un desfile de vaca burras en una anunciada corrida de toros. Los toros fueron del Torreón, flojísimos, sin casta e in aceptables para la lidia. Juan Francisco Esplá recibió silencio y ovación, José Luis Palomar, dos ovaciones por matar sin faena, y Pedro Castillo, oreja y silencio.Si en los carteles se dice que hay una corrida de toros, a precios nada económicos -entre 1.000 y 2.900 pesetas-, lo mínimo exigible es que salgan toros y no noviflos descarados como el quinto. Además, los otros cinco, sin picar (trotaban los toros a un metro del peto, se les rasgaba la piel y cambio de tercio), sesteaban lo suyo por la arena hasta el punto que en varias ocasiones fue necesario el tirón del rabo para epcaramarlos.
La afición placentina tiene fama de ser condescendiente con los toreros ("Es fenomenal", comentó Palomar después de la corrida), pero no lo es tanto cuando se trata de pedir el toro. Está a la altura de los tiempos.
El cartel se confeccionó pensando en la leyenda del 1 de junio en Las Ventas. Estaban Esplá y Palomar, pero faltaban los victorinos, y "pensar que están a sólo 50 kilómetros" (en una finca de Coria) se oyó comentar.
El triste espectáculo dado por el ganado y la inhibición de la presidencia, que permitió la lidia de un inválido y el correteo de un novillo, tuvo su otra cara: la de un héroe. José Luis Palomar hizo lo más destacado de la tarde en un quite a cuerpo limpio a Castillo, que le pudo costar un cornada y se quedó en un pisotón en la muñeca izquierda. "Tenía que saltar", dijo el diestro soriano, "porque vi cogido a Castillo"
Palomar, con un inválido y un novillo, sacó lo poco torero que había en el ambiente: dos ayudados por alto muy buenos y un excelente par "sacando los palos de la brageta". El quinto, al novillo de marras, le mató entre aplausos con una estocada trasera. Gran ovación y pitos al presidente.
Babelia
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