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El filósofo Gustavo Bueno compara el psicoanálisis con la ficción científica

El psicoanálisis de Freud es una teoría racionalista, pero no una teoría científica: más bien parece ciencia ficción; es también una práctica terapéutica, una medicina del alma, pero una práctica que sólo cobra su sentido dentro de la teoría antropológica, porque reducida a praxis pura se parece más bien a una suerte de mensaje espiritual. Esta es la tesis central de un polémico ensayo que acaba de publicar el filósofo Gustavo Bueno en El Basilisco, sobre Psicoanálisis y epicúreos.

Bueno manifestó a este periódico que el psicoanálisis, como el epicureismo, es una planta que no puede florecer a la sombra del Estado, ni siquiera de los grandes sindicatos. El psicoanálisis se mantiene", agregó, en el terreno del espíritu subjetivo, y de ahí el fracaso global de los intentos de incluirlo en la Seguridad Social. Esto no es debido al carácter reaccionario de las instituciones esta tales o sindicales frente a la revolución psicoanalítica. La razón es que se trata de dos revoluciones distintas inconmensurables".

El filósofo marxista reconoce al psicoanálisis una discreta eficacia curativa, y apunta como algo paradójico que esa virtud salvífica no puede explicarse en virtud de las premisas de la teoría psicoanalítica, y que esta teoría es la que debe ser explicada a partir de la eficacia terapéutica. En su opinión, el mecanismo por el cual el psicoanálisis cura a las personas neuróticas es la propia institución, comunidad, cofradía o heteria que forman los psicoanalistas, a los que compara con los astrólogos, puesto que hacen el horóscopo del individuo flotante. Mientras el astrólogo hace el horóscopo a partir del momento de la formación del huevo, el psicoanalista realiza un horóscopo psicológico a partir del trauma del nacimiento del individuo ya constituido.

Formas de salvación

El epicureísmo y el psicoanálisis son formas de salvación alternativas al Estado y a la Iglesia, según Gustavo Bueno. Los epicúreos hacían, en las grandes ciudades que se alzaban alrededor del Mediterráneo, en el siglo III antes de Cristo, lo mismo que los psicoanalistas de estos siglos en las ciudades en torno al Atlántico: tratan de salvar al individuo flotante.Las relaciones entre el psicoanálisis y el confesionario católico son también abordadas por Bueno. En algunos momentos de la Iglesia católica (en ciertos conventos benedictinos, por ejemplo) se puede hablar de heteria psicoanalítica, pero ya en los benedictinos de Cluny la liturgia desplaza este tipo de métodos. Los cluniacenses se parecen más bien a los practicantes de la terapia conductista.

El dinero que el paciente paga al médico es para Bueno esencial en la relación psicoanalítica. El pago de los honorarios al médico significa hacer posible que éste "viva del altar", y actúa como medicina y como expresión de la voluntad de integrarse en la comunidad psicoanalítica. Se trata de pagar al médico del alma. A la consulta psicoanalítica no se va inconscientemente (como un herido) ni a la fuerza (como en el caso de un furioso), se va conscientemente, cuando se tiene una subsistencia, una personalidad, cuando se es solvente como individualidad.

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