_
_
_
_

Los peregrinos de la verde colina

El cielo se apiadó de los peregrinos wagnerianos cuando el pasado domingo, en la verde colina de Bayreuth, las fanfarrias anunciaban con un toque que sólo faltaban quince minutos para el comienzo de Parsifal, con el que se inauguraba este año el Festival de Wagner. Por unos momentos dejó de llover.Hubo desfile de Mercedes y los curiosos, que habían aguantado la lluvia, exclamaban a la llegada de los prominentes huéspedes, un mira, es fulano, y hasta se atrevían a romper filas para acercarse y pedir un autógrafo, ante los ojos benevolentes de una policía tolerante.

Por momentos, estuvo como desplazada la esposa del canciller federal, Loki Schmidt, que llegó a Bayreuth desde una granja dedicada a curas de belleza. Su marido, que no oculta su aversión por Wagner, conversaba al otro lado del Atlántico con los señores del comercio y de la guerra de la Administración Reagan. Loki Schmidt se sentó al lado del ministro español de Asuntos Exteriores, Pérez Llorca, en el palco central de Bayreuth.

Más información
Una nueva versión de 'Parsifal', en el centenario de su estreno, abrió los festivales de Wagner en Bayreuth

Pérez Llorca es un reincidente y en esta ocasión encontró "impresionante" el segundo acto de Parsifal, y pudo en la pausa conversar con el presidente de Baviera y anfitrión de Bayreuth, el socialcristiano Franz Josef Strauss.

A las puertas del teatro deambulan bajo la lluvia jóvenes y viejos con carteles de Busco Parsifal, Ofrezco Tristán. Algunos ya estaban allí la víspera, en un intento vano de conseguir una entrada.

El público resiste heroicamente las cuatro horas y media de Parsifal, en los duros asientos de Bayreuth, donde ni siquiera existe la concesión del brazo de las butacas para apoyarse, como si fuesen entradas de gallinero de un cine de pueblo. Este año hubo algunos fallos, que al día siguiente del estreno fueron motivo de protesta de algún crítico. Al comienzo de Parsifal, mientras la orquesta interpretaba la obertura, se oyeron trompazos indignados en una puerta, producto quizá de algún espectador que no oyó el tercer toque de las fanfarrias y quiso entrar cuando la obra Ya estaba iniciada.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_