Problemas del vino español
El análisis del comportamiento del sector en los últimos años, así como un vistazo a la situación actual, conducen al sector vitivinícola a una encrucijada que sólo tiene un diagnóstico: extremadamente grave. Durante las diez últimas campañas la producción ha venido siendo, sistemáticamente, superior al consumo, y el grado de autoaprovisionamiento está en estos momentos muy por encima del 100%. (186% en la campaña 1980-198l.)Conviene prestar especial atención a estas cifras, ya que no tenerlas en cuenta significa no sólo no ver la realidad del sector, sino, lo que es más grave, situar a éste en el mundo irreal del patrioterismo a ultranza y la cerrazón utópica de nuestras tradiciones, ignorando un hecho constatable por todas partes, nuestra futura integración en Europa.
Realmente, jamás se había estado tan'cerca de la realidad como ahora. Es necesario entender la complejidad del asunto para reconocer las dificultades con que ha tenido que enfrentarse el FORPPA para soltar sobre la mesa un documento tan completo como es el polémico "Informe al Gobierno relativo a un nuevo programa de actuaciones en el sector vitivinícola". A nuestro entender, dicho documento no recoge otra realidad que la totalmente fría de los números y estadísticas, para situar al sector dentro de un análisis objetivo de su presente y futuro; presente al que hemos llegado, sin que pretendamos entrar a analizar las circunstancias, pero que nos obliga a sentar unas bases de actuación que, como mínimo, no contradigan al estatuto de la viña, el vino y los alcoholes -con rango de ley-; el objetivo de calidad que debemos perseguir para volver a situar el vino dentro del lugar que le corresponde como producto totalmente natural y médicamente recomendable, ingerido en sus justos límites, y, lo que no es menos importante, el objetivo de estado, de plena integración en la CEE, sobre la cual debemos entender como lógica la reacción de nuestros vecinos, por cuanto es iluso pretender que carguen con nuestros excedentes estructurales. Podemos decir de ellos lo que queramos, menos que son tontos, y lo serían si admitiesen nuestra competencia directa, después de que han dedicado 50.000.000 de ECUS para la reestructuración de su sector. Además, un se ctor que no les produce excedentes o lo hace en una cuantía mínima.
Esperanzados
Mas, situándonos en el día de hoy, en que se han empezado las reuniones para la regulación de campaña, no podemos hacer otra cosa que sentirnos esperanzados, ya que, por una vez, vemos que se ha trabajado el tema profunda y seriamente. No nos importa en absoluto ser la única organización que apoya el enfoque dado al problema en el documento.
Al contrario, somos coherentes con nuestro planteamiento y éste ha generado -a partir de la negociación de precios- una cascada de documentación y trabajo que, desde ciertos intereses, se ha visto acompañada de una intoxicación pública que, de forma demagógica, sólo habla de coste social y de subivenciones a la reconversión.
Pero nadie habla de la realidad de un excedente acumulativo del 25% de nuestra cosecha -excedente que en la próxima puede alicanzar el 60%-, situación crónica producto de la plantación en zonas donde estaba prohibido, la utilización de variedades de mucha producción pero de baja calidad -Y el uso generalizado de una práctica prohibida en España como es el riego de viñas. Nadie habla del coste social que repercute directamente sobre el pequeño y mediano agricultor que trabaja sus viñas, artesano del buen vino, que se ve abocado a la ruina por la competencia desleal de la masificación y del abandono Completo de la calidad del producto. Y este coste social repercute sobre 300.000 familias.
Naturalmente, no pretendemos la ruina de nadie. Si a una zona, por ser generadora de excedentes estructurales, le corresponde una reconversión obligatoria, debe verse compensada de forma generosa por el desmerecimiento económico a que se la obliga y a la que se ha visto abocada por causas ajenas.
La próxima negociación
Pero es que, además, entendemos que se la debe dotar, dada lá gravedad de la situación, de alternativas de cultivo suficientemente atractivas para hacer de este plan un elemento de trabajo del cual puedan sacar beneficios todos los estamentos sociales. La producción en cuanto a estabilidad y garantía de rendimiento; el consumo, por cuanto pueden verse renacer las zonas de vino de calidad, convenientemente protegidas y actualmente en franca regresión, y la. administración, que podrá librarse, a medio plazo, del desembolso, -uno más, pero importante y que no arregla nada- producido por un intervencionismo mal dirigido, que, a la larga, quedó convertido en generador del mal.
Naturalmente, no podemos ignorar la importancia de una campaña puente como es la actual; es impensable organizar la política vitivinícola de hoy para mañana. Pero será en el marco de la negociación 1982-1983 donde se debatirán las encontradas posiciones del sector; las que pretenden a toda costa sostener sus privilegios en contra de las posturas realistas, posturas elaboradas a partir de auténticos debates sindicales que han servido para marcar una línea por la que discurrir coherentemente y para explicar a nuestros afiliados los pros y los contras de todo el sector vitivinícola. Han sido estos mismos afiliados, en las uniones de las zonas afectadas, los que han refrendado la línea en que se basa nuestra actuación.
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