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El conflicto anglo-argentino llega a su fin

Los malvinenses temen un ataque suicida de los argentinos

Andrés Ortega

En la tarde del viernes hubo una alerta roja en Puerto Stanley. Se cortó el suministro de electricidad en toda esta pequeña ciudad, que se quedó completamente a oscuras durante una hora. Un avión no identificado había penetrado en la zona de exclusión total, que sigue en vigor en un radio de doscientas millas alrededor del archipiélago.

ENVIADO ESPECIALEl enigmático aparato, que podía ser argentino, fue detectado prontamente, pero dio media vuelta antes de que pudiera ser interceptado por los aviones Harrier que se encuentran en el aeródromo de Puerto Stanley o sobre el portaviones Invincible.

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No sonaron las sirenas, sino que se hizo un sospechoso silencio Para algunos de los habitantes se trataba solamente de un nuevo corte, habitual, en el suministro de fluido eléctrico. No hubo pánico tan sólo ansiedad.

Esta es una comunidad dominada por los rumores. Algunos lugareños habían asegurado que habían visto dos cazabombarderos argentinos interceptados por dos Harrier. Los militares británicos tuvieron que acudir a la radio local para explicar que se trataba tan sólo de cuatro aviones británicos en ejercicio.

Ese mismo día corrió la voz de que unidades argentinas seguían activas en los montes de la isla Malvina Occidental. De hecho, la voz popular -e incluso algunos oficiales británicos que trabajan en el aeropuerto- aseguró que cien nuevos soldados argentinos habían sido hechos prisioneros en aquellos desolados parajes. Los portavoces militares aseguraron que estos rumores no tenían fundamento.

Pero fue el mismo portavoz militar, que acudió a la radio para desmentir la presencia de aviones argentinos, el que tuvo que regresar apresuradamente para explicar la alerta aérea.

Los isleños y los militares siguen obsesionados con la idea de que los argentinos pueden intentar llevar a cabo un ataque suicida. Aún están a la espera de que Argentina declarare formalmente el fin de las hostilidades con el Reino Unido en el Atlántico sur.

En tanto en cuanto Argentina no cambie de actitud, el Gobierno británico retendrá al medio millar de prisioneros de guerra que está aún en sus manos. Entre ellos, el general Mario Menéndez, gobernador argentino por un corto espacio de tiempo de las islas Malvinas.Cuando llegamos a Puerto Stanley estos prisioneros se encontraban aún en el puerto, a bordo del transbordador St. Edmund. Las autoridades británicas no nos permitieron visitarlos, pues quieren cumplir a rajatabla la Convención de Ginebra. Esta garantiza a los prisioneros la protección contra la publicidad. Los representantes de la Cruz Roja se encontraban a bordo.

Puerto Stanley, ciudad aún atemorizada, quedará próximamente aislada en sus comunicaciones aérea. El aeropuerto será cerrado dentro de tres semanas para realizar obras de ampliación en la pista. Después podrán aterrizar cazabombarderos de largo alcance, aviones radar Nimrod. y aparatos de transporte como los VC-10.

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