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El Gobierno israelí rechaza categóricamente cualquier tipo de presencia palestina en el territorio libanés

El Gobierno israelí rechazó ayer cualquier propuesta que permita el mantenimiento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Líbano, "sea bajo la forma militar, organizativa o política". Las autoridades israelíes rechazaron las últimas sugerencias para Begar a un compromiso, según las cuales los hombres de la OLP abandonarían Beirut oeste y Líbano* salvo un Buró Político, que permanecería en la capital, y dos unidades militares simbólicas, de 250 soldados cada una, que se incorporarían al Ejército libanés, en el norte y el este del país.

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En Jerusalén se afirma que el Gobierno israelí no transigirá en la cuestión fundamental: "La salida de todos los miembros de la OLP de Líbano". "Sobre este punto, tenemos todo el apoyo de norteamericanos y cristianos libaneses e, incluso, de un gran número de chiitas y drusos libaneses", se afirma en esa ciudad israelí.Los dirigentes israelíes siguen siendo optimistas, sin embargo, a raíz de las informaciones suministradas po r los negociadores norteamericanos, y concedieron un nuevo plazo al embajador de Ronald Reagan, Philip Habib. A manera de resumen, Jerusalén cree que los nervios de los responsables de la OLP en Beirut oeste "están a punto de ceder". Para adelantar este momento, el Ejército israelí ha reforzado su presión en los barrios cercados de Beirut: blindados israelíes avanzaron hacia los campos de refugiados palestinos, la aviación intensificó sus vuelos rasantes sobre la capital, con lanzamiento de cohetes luminosos, y los intercambios de disparos se intenisificaron. Por otra parte, el control israelí es más severo, impidiéndose todo aprovisionamiento de agua y alimentos a los barrios bajo control de la OLP.

Hay otro aspecto satisfactorio para Menájem Beguin: ha conseguido el aval de los cuatro principales líderes laboristas -Simón Peres, Isaac Rabin, Abba Eban y Haim Bar-Lev- sobre las presiones ejercidas contra Beirut, con el fin de obtener la rendición o huida de los combatientes de la OLP.

Manifestantes por la paz

Todo ello, en el momento en que 100.000 manifestantes respondieron al llarnarpiento del grupo "Paz, ahora" y exteriorizaron su oposición a la guerra de Líbano, exigiendo la dimisión del ministro de Defensa, Ariel Sharon, y la apertura inmediata de negociaciones con el pueblo palestino.

La Plaza de los Reyes, en Tel Aviv, estaba ocupada, en la noche del sábado, por esta multitud, donde predominaban los rostros jóvenes, e incluso soldados y oficiales con permiso para regresar del frente.

"Nosotros, que hemos sido educados para las guerras defensivas, consideramos esta guerra necesaria para 'un nuevo orden en Líbano', como dijo Sharon, una guerra que nada tiene que ver con la defensa de nuestro país", exclamó, entre las aclamaciones de la multitud,-Dani Sidon, oficial de carros de combate. "No queremos combatir para consolidar o perpetuar nuestra dominación sobre otro pueblo, el pueblo palestino", afirmó Ashalorri Vilan, otro oficial en la reserva. Los asistentes aplaudieron a rabiar.

Puede medirse el temor de las autoridades ante el posible impacto de esta manifestación, que literalmente resultó una condena de la guerra por quienes la hacen, soldados disciplinados de una sociedad democrática y ciudadanos enfadados por lo que se les obliga a hacer, aun sabiendo que el director de la televisión impidió una cobertura adecuada de la manifestación.

Ante el Gobierno, Beguin declaró que las manifestaciones, "donde los jóvenes son manipulados por el laborismo izquierdista y 'Paz, ahora', no impedirán, que el Gobierno democráticamente elegido cumpla con su deber frente al Estado y la nación de Israel, y acabar definitivamente con los restos de la OLP en Líbano".

Sin embargo, la amplitud de esta manifestación, que se celebró en momentos en que la guerra no ha terminado y el asalto a Beirut oeste no ha sido descartado, refleja las fuerzas vivas de la democracia israelí, que puede permitirse un desafio al (Gobierno, sin que éste se plantee su prohibición.

Incluso el Gobierno ha decidido no emprender acciones judiciales contra el periodista y hombre político de izquierda Uri Avnery, que se entrevistó ampliamente con Yasir Arafat en Beirut oeste.

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