Homenaje a Stravinski, Turina y Barrios en el Festival de Granada
Los programadores del XXXI Festival Granadino han prestado atención a tres conmemoraciones centenarias: Stravinski, Turina y Angel Barrios. Pobre, a mi entender, ha sido el homenaje a Igor Stravinski, parte de cuya obra grande no se ha dado en Granada, ni siquiera en España. Aunque la calidad de las versiones haya sido mediana, tenía interés escuchar una serie de obras de cámara, infrecuentes en el repertorio, corno las que ha traído el Ensamble Contraste de Viena, escritas entre 1906 y 1953.Junto a ellas, la Cantata sobre textos anónimos ingleses, para soprano, tenor, coro femenino, dos flautas, dos oboes, corno inglés y violonchelo, se alzó como lo que es: una de las más bellas partituras de Stravinski de los años cincuenta.
También en la interpretación de los músicos vieneses fue la cantata el punto más elevado, pues en el resto el trabajo resultó desigual, siempre a partir de un buen nivel profesional, que se elevó a excelente en la Elegía para viola ( 194), tocada por Herbert Kefer; en las piezas para clarinete (1919), interpretadas por Alois Brandhofer, y en Piano rag-musica (1919), expuesta por David Lutz.
Por otra parte, tuvo algo de decepcionante escuchar obras corno Fauno y Pastora, las melodías sobre Shakespeare o las canciones humorísticas Priboutki, con el acompañamiento instrumental sustituido por el piano, aun cuando se trate de transcripciones realizadas por el autor y se disponga de un pianista tan excelente como David Lutz.
Lo mejor del grupo visitante, para mí, es cuando incorpora una acción casi teatral a las interpretaciones musicales, con lo que la efectividad es mayor y la comunicación con el público mucho más directa.
El homenaje del festival a Stravinski se amplía en el concierto dirigido por Cristobal Halffter, que incluye la Sinfonía en do, paradigma de los retornos stravinskianos y, por lo mismo, del neoclasicismo universal.
Joaquín Turina ha recibido homenaje en tres direcciones: La Orquesta Nacional programó una vez más las Danzas Fantásticas; los profesores del curso Manuel de Falla -Rosa Sabater, León Ara, Agustín Palomares, Emilio Navidad y Pedro Corostola- hicieron música de cámara (primera sonata para violín y piano y primer quinteto), y José Luis Rodrigo tocó a la guitarra la Sonata y El homenaje a Tárrega. Antonio Iglesias habló sobre los escritos de Turina, en tanto Federico Sopeña y Fernández Cid contaron sus recuerdos personales del compositor sevillano.
Siempre en el Centro Manuel de Falla, hito admirable de la arquitectura musical de García de Paredes, el rector, Antonio Gallego Morell, evocó la figura de Angel Barrios y la Granada de su tiempo.
Pocos conocen el tema como Antonio Gallego, de modo que, a lo largo de una conferencia en la que la amenidad no sacrificaba el interés ni el rigor del dato, pudimos revivir el mundo de los Barrios, Angel y su padre Antonio, el célebre Polinario, cuya tertulia fue punto de cita de artistas e intelectuales en paso por Granada, desde Albéniz a García Lorca, desde Santiago Rusiñol a Zuloaga.
