Objetivos militares y políticos de la acción israelí
La acción militar de Israel en Líbano estaba cantada desde hacía varios meses, como consecuencia del bombardeo diario al que las poblaciones israelíes del norte de Galilea estaban sometidas por parte de la artillería de la Organización para la Liberación de Palestina «situada en la zona controlada por la OLP al norte del río Líbano en el sur de Líbano. El atentado sufrido por el embajador israelí en Londres fue sólo el pretexto, "la gota que colmó el vaso", como explica el secretario general de la Kneset, Natanel Lorch. En opinión de los israelíes, la tregua conseguida en 1981 por el enviado especial norteamericano, Philip Habib, sólo había servido para que la OLP consolidase sus posiciones en el sur de Líbano, para proseguir el hostigainiento de las ciudades de Galilea, como Kiriat Shmona y Metula, alcanzadas diariamente por el fuego de las baterías palestinas, cómodamente instaladas en territorio libanés.'Cordón sanitario'
El principal objetivo militar del Ejército israelí (las IDF, o Israeli Defense Forces) era conseguir el desmantelamiento de la infraestructura palestina en el sur de Líbano. En ese aspecto, puramente militar, todas las Iberzas políticas del Parlamento estaban de acuerdo. Se trataba de crear una especie de "cordón sanitario" de entre 40 y 45 kilómetros al norte de la frontera libanesa-israelí, que impidiese en el futuro los bombardeos diarios de Israel por parte de los palestinos. Pero, ¿por qué sobrepasaron las Fuerzas Armadas israelíes ese "cordón sanitario" y se dirigieron más al norte hasta rodear totalmente Beirut y cortar la carretera Beirut-Damasco en tres lugares? Evidentemente, por un plan político a medio y largo plazo elaborado por el ministro de Defensa, Ariel Sharon, cuyo objetivo inmediato podría ser conseguir el restablecimiento de un Gobierno fuerte en Beirut que imponga su autoridad en todo el territorio nacional, una vez conseguida la retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano, incluidas las israelíes y los 27.000 hombres del Ejército sirio. Si se conseguía ese objetivo, y ante la ausencia de un contencioso fronterizo entre los dos países, Israel podría estar en situación de forzar la firma de un tratado de paz con Líbano, que, tras el obtenido en Camp David con Egipto, sería el segundo firmado por Jerusalén con un país árabe. Un tratado de paz con Líbano le facilitaría a Israel su seguridad en el norte, una vez conseguida la paz con Egipto en el sur. Naturalmente, todo este juego de póquer se vendrá abajo si los sirios se niegan a marcharse de Líbano o si, una vez más, las diversas facciones políticas libanesas no consiguen ponerse de acuerdo sobre el futuro del país.
Oposición laborista
La oposición laborista, que en un principio aprobó el plan del Gobierno, empieza a mostrarse cada vez más desasosegada, ante la falta de una información clara y contundente por parte del Gabinete sobre las intenciones finales de Israel en Líbano. "No nos gusta la "táctica del salchichón" (salami tactics) que está empleando Sharon en Líbano, es decir, que nos den la información a rodajas", manifestaba el teniente general retirado Chaim Herzog, antiguo jefe de la inteligencia militar israelí y uno de los miembros más influyentes del partido laborista. Herzog añadía que en Israel se produciría un gran debate político sobre la acción militar en Líbano "tan pronto como dejemos de enterrar a nuestros muchachos". El pensamiento generalizado en Israel es que el debate que se ha planteado ahora el mundo, como consecuencia de la invasión, será mucho más virulento en la Kneset cuando hayan callado las armas.
Naturalmente, las consecuencias políticas de ese debate para la situación interna de Israel dependerán mucho de los resultados finales de la acción en Líbano. Ni que decir tiene que si se logran los objetivos de Sharon, el Gobierno de Beguin saldrá reforzado. Si, por el contrario, falla, nadie excluye la caída de un Gobierno que sólo cuenta con una mayoría de un diputado y la convocatoria de nuevas elecciones generales.
La primera parte del plan Sharon ha triunfado en toda la línea. La estructura de la OLP en el sur de Líbano ha sido totalmente desarticulada, y su armamento, almacenado increíblemente en sótanos y garajes de edificios de apartamentos en cantidades ingentes, ha sido capturado por las fuerzas israelíes. Portavoces oficiales de Israel han manifestado que se precisará el envío de un convoy diario de cien camiones de treinta toneladas para trasladar a territorio israelí todo el material militar capturado a los palestinos, en el que se incluyen más de cien tanques T34, T-54 y T-55, de fabricación soviética, y decenas de cañones y piezas de artillería.
Bajas
¿Cuáles han sido las bajas sufridas por ambas partes, según la versión israelí? El teniente coronel Amir Heshin, portavoz de las Fuerzas Armadas de Israel, hace el siguiente balance para EL PAIS: "Hasta el alto el fuego previo al cerco de Beirut, los terroristas (se refiere a los palestinos) han sufrido 2.000 muertos y se ha capturado a otros 6.000. Los sirios han tenido mil bajas y se les han hecho sesenta prisioneros. Además se les han destruido trescientos tanques, 85 aviones MIG 21 y MIG 23, cinco helicópteros y diecinueve baterías de proyectiles (los SAM 6). La población civil libanesa ha tenido unos 450 muertos y varios cientos de heridos, principalmente en Tiro y Sidón. Nosotros hemos tenido 214 muertos (entre los que se encuentran 72 jefes y oficiales, incluido un general) y más de mil heridos". "Todas las demás cifras que se han publicado", según Heshin, "están equivocadas y son irresponsables". Heshin añadió que las víctimas civiles se habían producido principalmente "por el empeño de la OLP de atrincherarse entre esa población civil", y mostró documentos capturados a los palestinos en los que las direcciones del Frente para la Liberación Nacional de Palestina y Al Fatah dan instrucciones a sus milicias "para que se concentren en las zonas populosas de Sidón, que facilitan excelentes lugares de ocultacón.
Heshin se niega a revelar la totalidad de efectivos movilizados por Israel para la invasión, aunque el cálculo recogido en círculos políticos de Jerusalén se establece entre dos y tres divisiones (entre 25.000 y 30.000 hombres). La cifra aventurada por algunos medios de 90.000 se considera en Israel como totalmente exagerada, ya que las fuerzas activas del país no cuentan más que con cinco divisiones, y aunque se han movilizado reservistas, la utilización de esos efectivos habría supuesto la total desguarnición del resto de las fronteras de Israel, incluidas la conflictiva zona del Golán, la frontera con Jordania, las unidades militares que patrullan en Cisjordania y las guarniciones del Sur, en la frontera egipcia. Algo impensable para nadie que conozca medianamente las necesidades militares israelíes.
Suerte palestina
Todo depende ahora de la suerte que corran los efectivos de la OLP en Beirut. Si los palestinos consiguen, merced a la presión diplomática norteamericana y europea, mantener intacta su estructura militar y su dirección política, el objetivo final israelí no se habrá conseguido y la influencia de la organización entre la población palestina de la orilla occidental del Jordán y la franja de Gaza continuará siendo un factor dominante en cualquier solución futura del problema palestino. Porque en ese juego de póquer planteado por el ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, con la invasión de Líbano había un objetivo final no declarado: que el aplastamiento y la desarticulación militar de la OLP significase al mismo tiempo tina pérdida de prestigio de la organización en los territorios ocupados por Israel tras la guerra de los seis días, y que los palestinos de la orilla occidental y Gaza se avinieran a participar en las conversaciones de autonomía previstas en el proceso de Camp David.
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