Las víctimas del 'caso Almería' debían demostrar su inocencia, según el guardia que les interrogó

En una inversión completa de lo que establecen los preceptos legales sobré la presunción de inocencia de toda persona detenida, el sargento de la Guardia Civil Guillermo Visiedo, uno de los que interrogaron a los jóvenes Luis Montero, Luis Cobo y Juan Mañas, declaró ayer ante el tribunal que juzga el caso Almería que los detenidos eran para él miembros de ETA "mientras no me demuestren lo contrario".

En esta misma línea, el sargento Juan Sánchez Cabrera, el cuarto miembro de la caravana que ha testificado hasta ahora, dijo que creyó y sigue creyendo ahora que los tres jóvenes formaban un comando de ETA. Cuando se le preguntó por el acusador particular el motivo que fundamentaba esta creencia respondió: "El delincuente normal protesta cuando se le detiene. El personal de ETA se queda tranquilo, según le aconseja su organización".El sargento Guillermo Visiedo, miembro del equipo de investigación y atestados, hombre experto en la técnica del interrogatorio, según' confesión del propio teniente coronel Carlos Castillo Quero, relató al tribunal el singular interrogatorio que en la noche del 9 al 10 de mayo de 1981 realizó a los tres jóvenes.

Interrogatorio por teléfono

El sargento Visiedo, además de interrogar a los detenidos y de formar parte de la caravana, participó en el rastreo que varios guardias civiles realizaron, entre las cero horas y las tres de la madrugada, el día 10 de mayo en las playas cercanas al cuartel abandonado de Casas Fuertes, donde según sus declaraciones Juan Mañas afirmó haber abandonado unas bolsas.Sobre estos tres puntos se centró el interrogatorio dirigido a este testigo, que se prolongó durante la sesión de la mañana y la mayor parte de la de la tarde. Como en el caso de los dos anteriores, guardias Martínez Castro y Fenoy, que iban en el Ford Fiesta de los detenidos cuando se produjeron los hechos en la carretera de Gérgal, fue evidente la actitud suspicaz de Visiedo frente a las preguntas de Darío Fernández. En un momento dado, recriminé al acusador en relación con alguna pregunta que le había formulado, echándole en cara que "lo que pasa es que no se entera". El presidente cortó con rapidez y energía el comentario, ordenando que contestara y se abstuviera de hacer comentarios.

El ministerio fiscal se interesó .sobre la forma de interrogara los jóvenes detenidos, ya que el interrogatorio fue dirigido por el teniente coronel Castillo Quero desde su despacho. Visiedo y el sargento Cañadas, que testificará próximamente, se limitaron a transmitir a los detenidos las preguntas del teniente coronel, al que comunicaban inmediatamente las respuestas. Castillo Quero, según declaró in su día, anotaba las preguntas y respuestas obtenidas en unas cuartillas que luego destruyó en la trituradora de la comandancia.

El testigo reconoció, por su parte, que era la primera vez que participaba en un interrogatorio hecho de esta forma, sin tener iniciativa alguna en el mismo, y manifestó que la actitud del detenido al que se enfrentó, Luis Cobo, fue correcta.

-¿Se le dio cuenta de sus derechos en la situación que se encontraba, como detenido?, preguntó el fiscal.

-Yo cumplí lo que se me ordenaba.

-Pero los detenidos tienen que saber por qué se les detiene, se les deben comunicar sus derechos legales, dar aviso a su familia, insiste el fiscal.

-Bueno, es que estábamos identificándoles todavía.