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Tribuna
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El jefe de cirugía maxilofacial de la residencia sanitaria de Tenerife vive en Madrid y trabaja en Guadalajara

Navarro Vila tiene amigos influyentes en la Sanidad nacional y fuera de ella. Uno de ellos es el ministro de Educación, Federico Mayor Zaragoza, del que es asesor en temas hospitalarios. Su retribución por esta asesoría no es económica, a tenor de las simbólicas cien pesetas anuales que cobra por la misma. Mayor Zaragoza dice. de él que' "le conozco desde hace tiempo". La Dirección General del Insalud ha estimado. importante la proximidad de Carlos Navarro al ministro Mayor Zaragoza, por lo que el citado médico está actuando de mediador en el convenio-marco entre el Instituto sanitario y el Ministerio de Educación.Dicen algunos funcionarios y médicos que le conocen que su relación con Manuel Evangelista, subdirector general de Inspección de Servicios Sanitarios del Insalud, le ha abierto muchas puertas y que ambos tienen simpatías por determinado instituto religioso, apreciación que Carlos Navarro dice no compartir: "Sí me han dicho que Evangelista pertenece a él, pero a mí, entre otras cosas, me gustan mucho las señoras".

Las nuevas autoridades sanitarias tinerfeñas le consideran un hombre con una trayectoria "muy especial", pero bien relacionado, y esto lo tienen muy en cuenta. El comité de empresa de la residencia sanitaria Nuestra Señora de la Candelaria ha visto cómo en cinco, ocasiones Carlos Pérez Espuelas, el nuevo director del Centro de Traumatología, ha pedido a los representantes de los trabajadores que retiren del tablón de anuncios un cartel informativo sobre el citado médico, aunque se ha echado atrás cuando le han solicitado la orden por escrito. Pérez Espuelas dice que "lo único que quiero es que quiten de ahí el tablón de anuncios, porque voy a poner un busto del Rey".

Carlos Navarro llegó a su plaza de cirujano maxilofacial y a su puesto de Tenerife por la puerta grande. El 22 de junio de 1978 fue nombrado jefe del servicio de cirugía maxilofacial de la residencia sanitaria Nuestra Señora de la Candelaria, de Tenerife, tras un concurso-oposición a cuyo examen se presentó un solo oponente: Ruperto González Giralda, que llevaba prestando sus servicios en el citado servicio de forma ininterrumpida desde abril de 1966, fecha de puesta en marcha de la residencia.

El 8 de mayo de 1978, Ruperto González Giralda dirigía una carta al tribunal de oposición, por vía notarial, en la que comunicaba que se retiraba de la tercera prueba, al tiempo que expresaba su "admiración por la rapidez de juicio clínico de mi coopositor y por quienes puedan haber sido sus maestros", porque Carlos Navarro Vila había hecho, en escaso tiempo, la exposición de un diagnóstico para el que Ios mejores especialistas de patología oral de los más afamados centros asistenciales nacionales y extranjeros necesitan múltiples sesiones y la colaboración de otros especialistas", y había citado "amplias referencias bibliográficas" y "comentarios al respecto por especialistas extranjeros".

El doctor González Giralda terminaba deseando que la continuidad en el servicio y la estancia de Carlos Navarro en la residencia superara la que éste mismo admitiera, a preguntas del secretario del tribunal, en relación con su función de odontólogo al servicio de Sanidad Nacional en Salamanca, puesto al que accedió por oposición en 1974 y en el que estuvo "escasos días (horas incluso, creo recordar que mencionara), para, acogiéndose a la legislación vigente (también según sus propias palabras), pedir la excedencia del cuerpo".

Seis días después de que obtuviera la plaza tinerfeña, el presidente del Consejo de Administración del entonces Instituto Nacional de Previsión, Francisco Zaragoza, allanaba el camino a Carlos Navarro con una carta de recomendación dirigida al director de la residencia sanitaria de Tenerife. En ella le pedía que ampliara la plantilla de cirugía maxilofacial para que el doctor Navarro Vila, "íntimo amigo mío", pudiera "iniciar su actuación en las debidas condiciones". Asimismo, esta carta mostraba interés por que ocupara la plaza de médico adjunto el doctor Ferraz y aprovechaba para pedir que se le concediera a Carlos Navarro un mes y medio de permiso con sueldo para desplazarse a México, Bolivia y Paraguay, porque tenía una beca del Ministerio de Sanidad.

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Estancia en Suramérica supuestamente sin 'sueldo'

El doctor Navarro debió sorprenderse, a su vuelta de Suramérica, con la decisión de no retribuirle su estancia en el extranjero, pero esta situación también se solucionó: las autoridades sanitarias provinciales concedieron "el abono de los honorarios correspondientes al mes y medio que estuvo ausente, con permiso sin sueldo, en atención al fin a que fue destinado", según documento que obra en poder de este periódico.

En julio del año pasado Carlos Navarro fue enviado, en comisión de servicio, a Guadalajara, donde no existía cirugía maxilofacial y sigue sin existir: "Lo estoy montando actualmente, para que empiece a funcionar en cuanto sea posible", afirma. La creación de la plaza siguió una trayectoria curiosa. El decano de la facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares, Octavio Salmerón, remitió, en octubre de 1980, una carta a José Esteban, jefe de organización hospitalaria de la Subdirección de Asistencia Sanitaria del Insalud, en la que le decía que, ante la puesta en funcionamiento de la nueva residencia sanitaria de Guadalajara, que cumpliría funciones de hospital clínico de la universidad, convendría dotarla, "siquiera sea con carácter transitorio", de cinco especialidades nuevas. Entre ellas citaba el servicio de cirugía maxilofacial y estomatología. Un mes después, el mismo Salmerón reiteraba sus peticiones, y de las cinco especialidades propuestas consideraba "prioritarias el servicio de Medicina Nuclear y el servicio de Cirugía Maxilofacial", y proponía como "persona adecuada para su iniciación" a Carlos Navarro Vila.

En mayo de 1981 la Dirección General de Planificación Sanitaria acordaba empezar a ampliar la residencia de Guadalajara justamente por la especialidad "de cirugía maxilofacial, que consideran más perentoria". No se hacía referencia a las otras cuatro especialidades solicitadas. Navarro Vila tomó posesión de su nueva plaza el 1 de octubre.

El 18 de marzo de este año el subdirector general del Insalud ordenó el cese de la comisión de servicio del doctor Navarro Vila y su reincorporación a la residencia tinerfeña, dentro de una política de restricción de las comisiones de servicio, pero once días después mandaba un nuevo escrito que anulaba la orden anterior, por lo que el jefe de cirugía maxilofacial seguía en Guadalajara. Según Navarro Vila, fue el propio director general del Insalud, Fernández Cuevas, el que intervino para arreglar la situación.

Consulta de estomatología en Madrid

El doctor Navarro Vila vive en Madrid, donde tiene abierta una consulta de estomatología, "que me lleva una doctora con contrato notarial. Yo no paso consulta", dice, "aunque, si quisiera, podría hacerlo. Durante las tres semanas que estoy en Madrid puedo hacer lo que me dé la gana, como irme al cine". Opina que la doble colegiación de la que le acusan no es ilegal, porque está inscrito como médico en Tenerife y como estomatólogo en Madrid.

Cuando se le concedió la comisión de servicio sin dietas a Guadalajara, la dirección tinerfeña manifestó que ello no supondría "deterioro asistencial" para el servicio. Los 2.000 pacientes que se afirma que Carlos Navarro tiene en lista de espera dice él que son una cifra del año pasado y que en doce meses han logrado bajarla a setecientos, la mayor parte de cirugía menor, y que en consultas externas no hay lista de espera. EL PAIS pudo comprobar que para extracciones de un cordal o extirpaciones de granos o quistes benignos hay enfermos que esperan desde 1979.

Al preguntarle al doctor Navarro por la posible existencia de listas de espera en alguna libreta que maneje exclusivamente la ATS del servicio, Engracia Caballero, que es también secretaria de su consulta particular, Carlos Navarro sufre uno de los frecuentes accesos de impaciencia de su conversación con este periódico -"me están empezando a cabrear y a calentar"- y afirma que "el índice de ocupación del quirófano es del ll7%", porque en el servicio se opera todos los días, y los martes, incluso por la tarde". Su afición epistolar, expuesta anteriormente, se trasluce en esta frase: "Cuando yo llegué aquí estaba esto a cero, pero, a base de cartas, he conseguido un buen servicio".

El doctor Navarro y otro médico de su servicio, Cristino Suárez, mantienen un cruce de actuaciones, algunas judiciales, a raíz de que el primero pasara a compartir la consulta privada del doctor Suárez. Este le acusa de haberle desviado pacientes en su propio beneficio, por lo que le echó de la consulta, y le ha denunciado ante el Colegio de Médicos por no presentar el título para colegiarse y por haber falsificado algún dato con el fin de obtener la colegiación de uno de sus ayudantes, Hugo Izaguirre. El Colegio de Médicos tiene el caso en manos de sus servicios jurídicos.

Navarro se querelló contra el doctor Suárez por posibles coacciones -al sacar sus cosas de la consulta- y apropiación indebida, ya que afirma haberle dado una cantidad para contribuir a la decoración de la consulta. El juez no encontró indicios de responsabilidad penal y ordenó el pase de actuaciones a la jurisdicción civil. Un nuevo recurso de apelación ante la Sala de lo Criminal ha supuesto que ésta haya remitido las actuaciones al Juzgado de Instrucción por si hubiera coacciones, pero sin estimar la apropiación indebida.

El tema de Hugo Izaguirre pone especialmente nervioso a Carlos Navarro -"¿Por qué tiene que salir el doctor Izaguirre en EL PAIS?-. Izaguirre, denunciado por un médico adjunto de cirugía, Vicente González Bethencourt, por negarse a atender a un paciente, no fue expedientado por el director de la residencia, pese a que éste le remitió un escrito en el que le decía que los hechos eran "muy graves, a tenor de la legislación vigente".

Este médico ganó una plaza de cirujano maxilofacial en Las Palmas, pero no pudo tomar posesión de ella por no tener acreditado el título.

El fiscal tiene interpuestas actuaciones para comprobar extremos relacionados con el certificado expedido por Carlos Navarro a Hugo Izaguirre para acreditar su titulación.

El 22 de marzo pasado se interponía una querella por delito de imprudencia contra Carlos Navarro. Este había operado a una ATS de la Residencia, María Romero, y, según la denuncia, le hizo "una verdadera carnicería", de la que le han quedado una deformidad muy acusada de los ángulos mandibulares, fatiga al masticar, una cicatriz en el cuello e insensibilidad superficial de maxilar inferior.

Carlos Navarro dijo que esta mujer le denunció porque en tiempos ayudó a instrumentar al doctor Cristino Suárez, para él único instigador de lo que considera una campaña persecutoria contra su persona, y dijo que el forense decidió pedir asesoramiento a un perito, que fue elegido por la parte contraria

EL PAIS localizó a este perito, Manuel Caballero, jefe de Cirugía maxilofacial de Las Palmas, quien desmintió lo dicho por Carlos Navarro y dijo que el Juzgado de Las Palmas pidió un especialista en maxilofacial para una actuación y que, al haber sólo dos y tener su compañero el día libre, le tocó a él. "A mí no me han presentado la querella de la paciente", dijo, "sino sólo los informes del forense y de los doctores García Padrón y Suárez. He hecho constar que medio del forense y que las complicaciones que me han dicho que tuvo la señora pueden ser normales, Desconozco las secuelas porque, insisto, no he visto a la señora ni me han enseñado su denuncia".

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