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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El desprecio a la enfermería

Como afiliado a la Seguridad Social, nuevamente me siento ofendido, insultado y ultrajado. Entre muchas razones, hay una de ellas que actualmente se vive. Es la lamentable y triste situación a la que se están viendo obligados los ATS de España.Que un conflicto económico lleve diecinueve años sin resolverse es más que un desprecio a los trabajadores de la enfermería. Es un atentado a la sociedad misma. Porque de estas situaciones simples y vulgares pueden desprenderse consecuencias graves y dudar de la concepción del Estado.

Que 70.000 profesionales de la sanidad lleven más de un mes en huelgas, manifestaciones, paros y encierros por querer negociar sus derechos constitucionales con el responsable de la Sanidad, y que éste se niegue a recibir sus demandas y solucionar sus problemas, es una actitud ministerial que, sin eufemismos, podría calificarse de terrorista.

Pero las peticiones de los ATS, que quieren ser reconocidos profesional y económicamente, hacen poner el grito en el cielo y considerarlas ambiciosas por parte de la Administración y algunos de sus adictos.

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Un Ministerio de Sanidad por el que tanto abogamos decepciona ahora, tanto a profesionales como a afiliados a la Seguridad Social, porque desatiende a trabajadores y a enfermos. Unos y otros mueren anticipadamente por carecer de medicina preventiva. Porque la falta de hospitales cada vez se hace más patente. Porque los dispendios se volatilizan espiritualmente en materias orgánicas. Nuestra Sanidad no funciona porque está enferma.

Un Ministerio de Sanidad que no accede a recibir a sus trabajadores no es garante del nombre que representa. Un Ministerio de Sanidad que no se responsabiliza por la salud de sus ciudadanos no merece crédito ni respeto. Y es que en nuestro territorio nacional parece que se ha extendido premeditadamente el valor de la violencia. No hay mayor prueba de ella como el caso del síndrome tóxico. /

José María Alonso.

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