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La difícil soledad de Salvador Dalí sin Gala

Todo, en su vida y en su obra, parecía girar en torno a Gala. Llegó a unir en su firma los dos nombres. Dalí de Gala se autodenominaba también. Muchos suponíamos que todo ello formaba parte del montaje que Dalí hacía de sí mismo. Al fin y cabo ha tratado siempre de engañarnos -aunque estábamos advertidos de ello- con sus actos. Puede habernos engañado, incluso, con su obra. Para conocer a Dalí hay que leer sus libros, los escritos por el que son de un extraordinario interés.Su vida secreta nos revela claramente la importancia que Gala ha tenido para él. No es que ella lo haya sido todo ni tampoco que le haya condicionado absolutamente. Gala hizo posible que Dalí encontrara equilibrio y Id dio confianza para que pudiera realizar su obra. Es interesante recordar ahora que la total identificación que descubrimos desde el principio deja abierta la idea de la muerte. Poco tiempo después de haberse unido a ella, y precisamente en un momento de intensa felicidad, le viene al pensamiento "el entierro de Gala y yo juntos, cogidos de la mano". La misma tarde en que la besa por primera vez, ella, con la entrega total, le pide de manera más o menos explícita que la mate, y él se lo toma, más o menos también, en serio. En el verano de 1929, cuando llega Gala a Port Lligat, acompañada de Paul Eluard, Dalí atraviesa una situación extremadamente difícil. Sufría frecuentes ataques de risa, incontrolados, y un estado general de gran tensión y ansiedad. Gala le salva: las páginas que ha escrito Dalí sobre este tema en diversos libros resultan convincentes.

Intuición

Cuando Gala se decide por él -en la medida en que esto sea posible: nadie elige su amor, nos recordaba Machado- no puede decirse que la mueva otro interés. Dalí es pobre, llegará a romper con su padre, incluso por estas relaciones, y su futuro es inseguro, al menos objetivamente. Desde el principio cree en él. Años más tarde, cuando Del Arco prepara su libro Dalí al desnudo, le comentará a Gala: "Sólo usted conoce a Dalí: voy a intentarlo yo también. Y Gala contestará: "Dalí es muy inteligente, y dentro. de cincuenta años lo comprenderán mejor que ahora". Que Gala adivinó sus posibilidades y que le comprendió parece también claro. "Su intuición genial acababa de calarme completamente", confesaría Dalí a André Parinaud. "Sentí cómo su fuerza me penetraba a medida que apretaba su mano (se refiere a una de sus, primeras salidas con ella). Supo que yo no era el frívolo bailarín argentino que aparentaba y que tampoco era de la especie de aquellos distinguidos que siempre la acompañaban, sino un abismo de terror, de espanto, un niño genial perdido en el mundo". Y poco después añadiría: "Gala me oyó. Me adoptó".

Se encontraban dos seres con gran seguridad en sí mismos, mezclada, en el caso de él, a una gran inseguridad. Dalí tiene miedo a la muerte. Gala no lo tenía. "Sólo Gala no tiene miedo a ella", escribe en Diario de un genio; "Gala sólo se preocupa, únicamente, por saber cómo viviría yo si ella no estuviera a mi lado...". Son éstas palabras que llegan a producir ahora impresión. Como ocurre con otras expresadas a Del Arco en el citado libro: "... el que mi mujer se pudiera morir ( ... ) lo consideré inadmisible". Quedaban lejos, entonces, aquellas dudas paranoicas -y no críticas- sobre si debía cumplir sus deseos de que la matara realmente o no. Descendiendo al nivel cotidiano, Gala le solucionaba prácticamente todo, si bien, como contrapartida, vivía pendiente, y también esclavo, de ella. De Gala, Galunchka, Gala-Gradiva, Galarina, aquella a la que era capaz de atribuir toda clase de transformaciones en sus cuadros: leda atómica, madona de Port Lligat, galatea de las esferas, assumpta conpuscularia lapislazulina..., y, junto a palabras emocionadas le dedicará muchas otras que serán también, de algún modo, verdad: "Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso y más, incluso, que al dinero".

Culta

Gala, producto europeo típico de entreguerras, era culta, y no sintió, al parecer, tentaciones de pintar -al contrario de muchas de las otras mujeres que acompañaban a los surrealistas-. En cambio, según Dalí, escribía, si bien por pudor y por respeto a él, no quería publicar nada. Su gloria, además de la que le envuelve en muchos de los cuadros del maestro de Port Lligat, estará en haber hecho posible esa obra. Personalidad interesante y compleja, no despertaba simpatía en todo el mundo, sino en quien quería y cuando quería. Así, Buñuel, en las memorias que acaba de publicar, manifestaba que procuraba huirla. No era el único. A veces, da la la impresión de que Avida Dollars era fruto también suyo. Porque no parece tan claro que Dalí tuviera al principio especial interés o atracción por el dinero. Es más, son muchos los datos para creer que tampoco lo tuvo luego especialmente. En Sus primeras idas y venidas a París, lo que le preocupaba era conseguir un poco de dinero para irse a pasar con Gala unos meses a Port Lligat. "Nunca cedimos, ni Gala ni yo", comenta, "una sola pulgada de las derrotas de lo prosaico que las dificultades monetarias arrastran en su estela ( ... ). Si teníamos poco dinero, cómíamos sobriamente, pero bien, en casa. No salíamos. Yo trabajaba cien veces más que cualquier otro pintor mediocre preparando nuevas exposiciones. Por el menor encargo, ponía toda mi sangre en el trabajo. Gala me reprochaba a menudo", añade, "el que pusiese tan gran esfuerzo en la ejecución de encargos insignificantes y miserablemente remunerados. Yo contestaba que, siendo yo un genio, era un verdadero milagro que se me hiciera encargo alguno".

"Port Lligat", escribirá tambien, "vida de ascetismo, de aislamiento. Allí fue donde aprendí a empobrecerme, a limitar y fimar mi pensamiento para.que adquiriese la eficacia de un hacha, donde la sangre sabía a sangre y la miel sabía a miel". Sí, lo más probable es que la complacencia con que acogió Dalí la acusación de Avida Dollars por parte del surrealista francés André Breton formara parte de su provocativo montaje.

Con Gala, Salvador Dalí ha podido vivir aislado y hacer en el momento que le ha interesado sus apariciones públicas: muy públicas entonces. Largas estancias anuales en París y Nueva York. El papel desempeñado por Gala fue grato y brillante.e ingrato a la vez (ella prefirió además mantenerse siempre en segundo plano). Vivir con Salvador Dalí, con un genio, no debe haber sido una ganga. Lo que importa, en último extremo, es que Gala haya permitido, hecho posible, que Dalí haya sido, además de "Dalí de Gala", Dalí a secas. El Salvador Dalí contradictorio, rico y pobre, sincero y embaucador a la vez, que todos conocemos y desconocemos.

es escritor y crítico de arte, autor de estudios sobre Salvador Dalí.

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