El embrollo del Chad
GUKUNI UEDEI e Hissène Habré fueron amigos, compa ñeros de educación y de formacion francófona, conspira dores por la liberación de su país, Chad; llegaron a com partir el poder en un Gobierno de unión nacional (Gukuni, presidente de la República en un trono ensangrentado por los golpes de Estado perpetrados desde la independencia; Habré, su primer ministro) y, al fin, partieron en guerra el uno contra el otro. Un relato leído cien veces en la Historia, contemplado en la tragedia clásica. En este breve compendio de lo que acaba de suceder en Chad -la victoria de Habré, la huida de Gukuni- hay mucho más que el factor humano. Hay una división de Norte contra Sur (el Norte se siente reprimído por el Sur), unas luchas tribales, una multiplicación de tendencias políticas y religiosas (en un solo Gobierno de unión nacional fue preciso reunir veintidós tendencias), una tutela de Francia -han intervenido más de una vez sus paracaidistas; otras, la guarnición francesa, que ya se retiró, ha preferido permanecer impasible ante las guerras civiles. Ha habido también una intervención libia, que ha ocupado una franja importante de territorio de acuerdo con Gukuni; pero no sólo de Libia, sino de Nigeria, de Sudán, del Camerún y hasta de Egipto, que no tiene fronteras, pero sí pasos e influencias; hay una fuerza llamada de pacificación enviada por la OUA (que también se ha mantenido impasible en este acto final; final por ahora). Hay, por tanto, una multiplicidad de intereses en los que es difícil encontrar un hilo de razón. Se puede simplificar ahora diciendo que Habré representaba unos intereses contrarios a Libia y que Gukurii los favorecía. En medio de todo esto, Francia se consideraba en la obligación de ayudar al Gobierno constituido, con lo cual aparecía junto a Libia. Pero quizá tuviera otro juego. Observadores argelinos suponen que Francia, en realidad, ha favorecido a los rebeldes del Norte, a los soldados de Habré, mientras fingía lo contrario. De hecho, los vencedores proclaman ya que su amistad será profunda con Francia, aunque se haya equivocado, aunque sea de izquierdas o de derechas", mientras París se calla, sin duda por prudencia. Se dice que, a pesar de la conquista de la capital y de la fuga del presidente, las batallas continúan y que el Sur no aceptará fácilmente la victoria del Norte, y que los países vecinos no abandonarán su juego de intereses y de influencias. Desde hace dieciséis años, la República de Chad es un escenario continuo de combates, de golpes de Estado, de huidas y regresos, de cambios vertiginosos de situación. No hay ninguna garantía de que esta victoria de ahora conduzca a una situación estable. Pero Francia sabe, y con Francia las potencias occidentales, que el mantenimiento dem su influencia en en el territorio es esencial en un continente cada día más asendereado de tensiones. La suposición de que la nueva etapa del Chad significa así un decrecimiento de la presencia libia en el territorio y una mejor situación de las potencias occidentales en Africa parece la cierta.
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