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La guerra en el Atlántico sur

Razones militares demoran la batalla definitiva por el control de las Malvinas

Las causas del retraso del ataque final británico contra la capital de las Malvinas son de orden exclusivamente militar y no intervienen en ellas factores políticos o diplomáticos, en opinión de fuentes castren ses argentinas. Los ingleses están preparando muy cuidadosamente su ofensiva y tratan de conocer antes con detalle la disposición de las fuerzas defensoras.

Seis días después de que las tropas expedicionarias británicas establecieran el cerco de Puerto Argentino (Port Stanley), no existían indicios de que se hubiese desencadenado el asalto definitivo.Ambos bandos continuaban entregados a operaciones de tanteo y reconocimiento, preliminares de la gran batalla,con empleo de la artillería y choques aislados entre patrullas avanzadas.

La existencia de nuevas y tímidas gestiones diplomáticas en la ONU para reactivar la búsqueda de una solución negociada, y la presión que podían haber ejercido sobre Margaret Thatcher algunos líderes occidentales en la reunión de Versalles, para que retrasara una solución militar, no tienen nada que ver con esta demora de la ofensiva inglesa, según se asegura en Buenos Aires. La decisión de atacar corresponde ahora exclusivamente a los jefes militares ingleses y el Gobierno Thatcher dio ya su luz verde.

Las condiciones climatológicas y lo dificultoso del terreno, encharcado y con una gruesa capa de turba, han retrasado el transporte de hombres y pertrechos que el Estado Mayor inglés considera imprescindibles para entrar en combate.

En Buenos Aires no se descarta que antes de la ofensiva los ingleses traten de infiltrar comandos, tanto para detectaf el emplazamiento de las defensas como para efectuar acciones de sabotaje tras las líneas argentinas.

Bombardeos nocturnos

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Las patrullas de reconocimiento argentinas, por su parte, intentan localizar las posiciones enemigas y comunicar sus emplazamientos a la aviación, que ha venido realizando bombardeos nocturnos en los últimos días sobre las tropas inglesas.

De ahí que el general Jeremy Moore, que dirige el ataque británico, evite concentrar sus fuerzas en la primera línea. Según algunos informes, la vanguardia atacante está a solo once kilómetros de la capital y el frente defensivo "en herradura" se ha replegado hasta un kilómetro y medio de la ciudad.

Los duelos de artillería y los enfrentamientos aislados entre patrullas se sucedieron a lo largo de la semana pasada. Un comunicado oficial argentino señalaba que el domingo se produjo una de estas escaramuzas, a resultas de la cual los británicos se retiraron, abandonando equipos pertenecientes al Comando 42 de infantería de marina.

El Estado Mayor argentino informó asimismo que se habían detectado vehículos ingleses empantanados y sin ocupantes en las proximidades de Monte Fitz Roy, al sur de la capital.

En medios castrenses se descartaba "una guerra de posiciones" y se insistía en que los británicos se lanzarán, más pronto o más tarde, a una ofensiva total contra Puerto Argentino.

Los helicópteros jugarán un papel decisivo en este ataque, dado lo impracticable del terreno, un auténtico lodazal para los vehículos de transporte de tropas e, incluso, para los blindados ligeros del tipo Scorpión.

La posibilidad de que los argentinos se decidieran a abrir un segundo frente, mediante el transporte por aire de nuevos efectivos a la isla Soledad, en un intento de atrapar a los ingleses entre dos fuegos, no se descartaba en medios castrenses de la capital argentina. Para otros sectores, sin embargo, es precisamente una acción de ese tipo lo que trata de provocar el general Moore con su retraso en el ataque, para desalojar así a parte de las fuerzas argentinas de sus posiciones fortificadas.

Toda especulación es posible en este ajedrez bélico, máxime cuando el frente de batalla está a dos mil kilómetros de Buenos Aires y a catorce mil de Londres. Y cuando todas las informaciones procedentes de las Malvinas han sido sometidas a censura militar. Las hipótesis de que la ofensiva inglesa se produciría apenas finalizada la cumbre de Versalles y coincidiendo con el 38 aniversario del desembarco aliado en Normandía, demostraron ser falsas.

Ahora, en este compás de espera que se prolonga más de lo que habían imaginado los observadores -y quizá hasta los combatientes-, se especula con que los ingleses atacarán durante la visita a Londres del presidente nortemaericano, Ronald Reagan, para comprometer aún más la posición de Washington en este conflicto.

Por otra parte, el embajador soviético en Buenos Aires, Serguei Striganov, dijo ayer en la capital argentina que "Gran Bretaña debe finalizar sus intentos de restablecer por la fuerza el estado colonial de las Malvinas".

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