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Eduardo Mendoza, autor de 'El caso Savolta', escribe 'al dictado de mis personajes'

Presenta en Madrid 'El laberinto de las aceitunas'

Si alguna vez tuvo nombre ese loco pequeño y algo arrugado, detective hasta el peligro, que protagonizó El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) se lo ha quitado en esta otra aventura, El laberinto de las aceitunas, publicada por Seix-Barral y que hoy presentan en la Librería de Cristal el actor José Sacristán, que estuvo en su piel para hacer la película de la cripta, y Angel Sánchez Harguindey. "El malvado me dicta los libros", dice el autor sobre este personaje tan especial. "Con esta novela espero sacármelo de encima, o al menos aparcarle una temporada".

"Esta novela apareció un poco sin pensarlo. Hacía tiempo que había terminado la cripta y el tío que no se iba... y sigue sin irse. El otro día en el autobús me dictó varias frases, una página en realidad. Temo mucho terminar como sir Arthur Conan Doyle, que mataba a Sherlock Holmes en cada ocasión que se le presentaba y al día siguiente llamaba a su puerta".Mendoza, un tipo largo y flaco, minuciosamente cortés, flamantemente vestido, pasa por la literatura con una sonrisa anglosajona. Es traductor de la ONU y vive en Nueva York, aunque casi todos los años prepara la vuelta a Barcelona, y de momento espera seguir preparándola varios años. Es autor de una novela, La verdad sobre el caso Savolta, que le colocó en los puestos más altos del ranking, y de este Misterio de la cripta embrujada a la que sigue la que se presenta hoy. Pasa por la literatura de un modo casi virginal que le sorprende riéndose de su éxito.

"Hacer literatura de género se me está volviendo algo pesado. Ya estoy empezando a confesarlo: uso este género igual que Cortés se hizo pasar por jefe indio. Si esto me sirve para conquistar México, me vestiré de policía o de la Niña de los Peines". Preguntado sobre cuál es su México, dice: "A mi lo que me interesa es escribir. Y todo lo demás, si lo compran y gusta y la crítica y el público lo reciben bien, tanto mejor. Pero lo que me interesa es encontrarme bien escribiendo".

La novela es una segunda parte, que, contra el refrán, es mejor. "Hay quien dice que he fotocopiado el manuscrito de la cripta y lo he conseguido vender aprovechando los cambios de la editorial. Yo creo que éste es mucho mejor, está más trabajado y es mucho más suelto, más libre. El probar técnicas nuevas", dice Mendoza, "está muy bien, pero también está bien usarlas una vez que se han probado. Hacer algo que ya se sabe lo que es facilita algunas cosas, pero plantea otras nuevas tan divertidas, por lo menos".

"Además", sigue Mendoza, "se ha perdido ese tipo de escritor que hacia siempre el mismo tipo de libro. Qué desastre si Dickens, después de la primera novela, hubiera cambiado de rollo".

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