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DECIMOSEXTA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN ISIDRO

La tarde de los jinetes

Ayer dio la feria un giro de 180 grados. Tras la pausa impuesta por el aguacero del viernes, el espectáculo de los hombres de seda y oro se cambió por las cabalgadas de los jinetes españoles, con los zahones marismeños y el aire de garrochistas y los caballeros portugueses, los del atuendo dieciochesco y el trote pausado y solemne. También en los tendidos había otras perspectivas. No se hizo notar el friso de pañuelos verdes del tendido alto del siete a pesar de que el cuarto y el sexto fueron cojos. Tampoco estaban los latifundistas andaluces del clavelón, que viene de Sevilla en el vuelo de Iberia, ni el nieto del machadiano don Guido, con la norteamericana de Nueva Jersey, que se ligó en la feria de Jerez.Otro público se sentaba en los graderíos del coso de Las Ventas. Público generoso e impresionable, con mucho griterío femenino y asombros infantiles. No podrán quejarse los, jinetes de la actitud de los espectadores, sobre todo Moura, que vio alcanzada su jaca repetidas veces durante su actuación en solitario y cada golpe del toro sobre los flancos de la cabalgadura eran ovacionados como si se tratase de alardes circenses. Moura ha estado más precavido que en otras ocasiones y con menos aciertos, pero el peso de su leyenda gravitaba sobre la plaza y las palmas no le faltaron. Al salir en colleras con Arranz estuvo menos brillante que el español, sin lograr sacar al manso de las tablas, lo que tuvo que hacer un peón que por fin de lo llevó a los medios.

Plaza de Las Ventas

29 de mayo. Decimosexta corrida de la Feria de San Isidro.Toros de Manuel Sánchez Cobaleda, de juego desigual. Primero y cuarto fueron los mejores. El sexto fue devuelto por inválido y sustituido por uno de Arturo Gallego, manso. Luis Miguel Arranz: aplausos. Joao Moura: silencio. Javier Buendía: petición y vuelta. Emidio Pinto: ovación. En la actuación por colleras, Moura y Arranz: ovación y Emidio Pinto y Buendía: ovación.

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El número del caballito

No llega Arranz a los tendidos, porque es un rejoneador sobrio y oscuro. Para colmo la mala suerte se montó a la grupa de su jaca y el toro que le correspondió se inutilizó en una caída y hubo de ser apuntillado sin que el madrileño pudiera clavar las banderillas.

Los momentos más destacados de la corrida los alcalzó Emidio Pinto en su actuación en solitario. Ha impresionado el portugués por su seguridad y buena fe, toreando sobriamente a caballo, colocando al toro en suerte con acierto. Sufrió una caída al resbalar la jaca en terrenos de la divisoria entre el ocho y el nueve y a partir del percance el público se le entregó.

Por el contrario, Javier Buendía demostró ser el más flojo del cuarteto. Con excesivas precauciones y abuso del toreo con la banderola del rejón, que es algo así como el uso del pico de la muleta en el toreo de a pie. O sea, una ventajita más. Le tocó un toro reserván, pero él estuvo sin sitio, fallando al clavar, saliendo con apuros de los encuentros y sufriendo un impresionante meneo del toro al intentar un quieto. Clavó el rejón de muerte por los adentros, alegrando al toro con la voz y las buenas gentes sacaron los pañuelos para pedir la oreja, que el señor Portolés no concedió.

En colleras gustó más, aunque aprovechó las arrancadas que le provocaba el portugués. Esta actuación emparejada de Pinto y Buendía fue lo más vistoso de la tarde por la voluntad y tesón de los jinetes para lidiar a un manso.

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