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La guerra en el Atlántico sur

Las fuerzas británicas han comenzado a avanzar desde su cabeza de puente hacia la capital de las Malvinas

Andrés Ortega

Las fuerzas británicas en las islas Malvinas han comenzado a avanzar desde su cabeza de puente en San Carlos, reveló ayer en el Parlamento la primera ministra Margaret Thatcher, sin dar mayores precisiones. Thatcher rechazó de nuevo un alto el fuego que no venga acompañado de una retirada incondicional argentina y descartó de plano una retirada paralela británica.

El segundo regimiento de paracaidistas ha avanzado hacia el sur, hacia Puerto Darwin, según la BBC, que creía saber que un primer encuentro con las fuerzas argentinas había ocurrido a unos ocho kilómetros al noreste de esta localidad. Según estas fuentes, los marines habrían avanzado hacia el éste, con tanques Scorpion y artillería.Darwin y el aerodromo cercano de Goose Green, donde se piensa está una guarnición argentina de mil hombres y donde ayer aviones Harrier destruyeron un helicóptero Puma de los argentinos, son claramente un objetivo británico en su camino hacia Puerto Stanley. La pista de Goose Green podría ser utilizada por los helicópteros y aviones británicos antes de lanzar un ataque sobre la capital. Fuerzas británicas podrían también estar avanzando campo a través y por la mala carretera del norte que lleva a Puerto Stanley.

Según fuentes oficiales, ya hay cinco mil soldados en las Malvinas, y otros 3.500 estarían a punto de desembarcar del crucero de lujo Queen Elizabeth II, equilibrando así numéricamente a las dos fuerzas enemigas. Comentando el próximo viaje del Papa a Argentina, una fuente próxima a Margaret Thatcher se mostró despreocupada: "para entonces (10 de junio) habremos reconquistado ya las islas", señaló.

La primera ministra reveló que, según los últimos datos, en el ataque el martes contra el destructor Coventry, definitivamente hundido, murió un hombre y otros veinte se dan por desaparecidos. En el carguero Atlántic Conveyor, que sigue a flote, cuatro muertos y ocho depasarecidos, entre ellos su capitán, lan North. Las bajas británicas, que el gobierno da a cuentagotas, ascienden ya entre muertos y desaparecidos a 109 hombres.

En el Parlamento, Michael Foot y otro miembro de la oposición pidieron que se ofreciera una alternativa en la ONU a una pura rendición o retirada incondicional de las fuerzas argentinas, para evitar más derramamiento de sangre.

"La única condición para un alto el fuego", afirmó la primera ministra, "es que venga inequívocamente vinculado a un firme e incondicional compromiso argentino de comenzar a retirar inmediatamente sus tropas de las islas... no se plantea una retirada británica". Es sobre esta base sobre la que se llevarán las negociaciones con el secretario general de las Naciones Unidas, dijo Thatcher, pareciendo confundir alto el fuego y rendición incondicional.

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Desde que el jueves 20 de mayo el Gobierno decidió lanzar el desembarco, Margaret Thatcher ha vuelto a los plantemientos inciales de una victoria militar. La primera ministra no parece diferenciar entre el objetivo político y el objetivo militar de esta guerra. La diferencia está, sin embargo, clara en un caso histórico: la guerra del Yom Kippur en 1973, en la que Egipto, tras una derrota militar, logró una victoria política.

Thatcher quiere volver a la situación precedente: "El objetivo al enviar nuestras tropas para retomar por la fuerza lo que se nos había quitado es, primero, volver a tomar posesión de las islas; segundo, la restauración de la administración británica; y, tercero, una reconstrucción seguida de una consulta a los isleños sobre su futuro". EE UU ha expresado a Londres su preocupación por esta actitud. Las consecuencias en términos de política interna británica y de las relaciones internacionales del continente americano son aún una incógnita.

La primera ministra sigue insistiendo en que quiere primero ganar y luego negociar. Pero en estas condiciones puede, que quede poco por negociar. En su editorial de ayer, el diario The Guardian, independiente, señalaba que cuantos más argentinos mueran en la operación, más difícil será para la fuerza expedicionaria lograr su objetivo. Londres tendrá entonces que vivir con las consecuencias de la victoria: guardar y defender unas islas distantes "que no queremos y para las que no encontramos ninguna utilidad".

La victoria puede ser costosa. La bravura de los pilotos argentinos, destacada en Londres, puede contagiarse al resto de las tropas. Margaret Thatclier admitió ayer que Argentina puede haber conseguido más misiles Exocet a través de terceros países. Y son estos misiles, estos "féretros de alta tecnoIogía", los que guardan la llave del balance militar de esta guerra. Una vez el desembarco completado, Gran Bretaña puede sin embargo retirar la mayor parte de sus buques lejos del alcance de la aviación argentina, dejando a las fuerzas en tierra defenderse con aviones Harrier y misiles Rapier.

El Atlántic Conveyor, señaló ayer el Ministerio de Defensa, está aún a flote y derecho. Los británicos esperan poder aún salvar el barco y recuperar algunos de los materiales bélicos que transportaba.

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