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El conflicto anglo-argentino

El mal tiempo, principal obstáculo para la invasión de las Malvinas

Mientras los diplomáticos continuaban sus esfuerzos para alcanzar una solución pacífica, en el marco de la ONU, los analistas militares, en Washington, predecían que el mal tiempo era el factor decisivo para llevar a cabo un desembarco británico.El secretario general de la ONU, el peruano Javier Pérez de Cuellar, marginó sus esfuerzos de mediación entre argentinos y británicos para lanzar una iniciativa personal de paz. Pérez de Cuellar conversó telefónicamente con la primera ministra británica, Margaret Thatcher y con el presidente argentino, el general Leopoldo Galtieri, hecho que se interpreta como un intento casi desesperado para frenar la escalada militar en el Atlántico sur.

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Pérez de Cuellar apoya su gestión con una reunión privada con los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, entre los cuales el pesimismo era la nota de rigor.

En la Casa Blanca, Larry Speakes, portavoz del presidente Ronald Reagan, no quiso comentar si Estados Unidos suministraría apoyo logístico a los britanicos en su intención de recuperar las islas por la fuerza. Analizando el tema desde un punto de vista militar y político, el secretario de la Marina norteamericana, John Lehman, comentó que una invasión de las Malvinas sólo "beneficiaría a los adversarios del mundo libre", perjudicando de manera considerable los intereses de la seguridad norteamericana al tratarse de una guerra entre dos países amigos de Estados Unidos.

Fuentes de los servicios de espionaje de Estados Unidos consideraban, por otra parte, que "el tiempo es un importante factor" debido a los fuertes vientos y lluvias que azotan la zona de las Malvinas. Las mismas fuentes consideraban improbable un desembarco marino, debido al fuerte oleaje. Opinaban que, apoyados por los aviones Harrier, las tropas britanicas podrían intentar un asalto mediante helicópteros.

Si la flota británica sufre una derrota parcial y se ve obligada a permanecer en la zona, quedaría prisionera del crudo invierno polar, con pérdida de prestigio para la defensa occidental, como ocurrió durante el fracaso de la operación de rescate de los rehenes norteamericanos en Irán.

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