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Margaret Thatcher: "Estoy muy disgustada"

Andrés Ortega

El atropello al veto británico en la Comunidad Económica Europea para la fijación de los precios agrícolas fue calificado como "la crisis más grave de esta institución desde que el Reino Unido ingresara en ella en 1973", por la primera ministra, Margaret Thatcher, en unas declaraciones a la BBC, en las que comentó: "Yo no pensé que iban a hacerlo, estoy muy disgustada". Por el momento, el Reino Unido se reserva su postura, pero el ministro de Agricultura, Peter Walker, rechazó ayer la retención de los pagos británicos a la CEE como represalia.Thatcher habló de la violación del compromiso de Luxemburgo, que "son unos principios fundamentales". Este compromiso da el derecho de veto, de hecho, a los países que consideren que una medida daña su interés nacional. "Después de todo, Europa debe mucho al Reino Unido", manifestó la primera ministra hablando de la ironía de que fueran los franceses y su presidente, Charles de Gaulle, los que forzaron en tiempos este compromiso. Thatcher se quejó de que ninguno de los jefes de Estado europeos le había avI sado de que se iba a dar este paso.

El ministro de Agricultura, Peter Walker, afirmó en una declaración ayer ante el Parlamento que los precios de los alimentos subirían un 1,25% en el Reino Unido y que los cambios de los precios agrícolas aumentarían en unos 120 millones de libras (22.000 millones de pesetas) la contribución británica al presupuesto comunitario. El Gobierno "estudiará urgentemente qué respuesta dar", señaló Walker tras criticar la decisión europea. Por el momento, el titular del Foreign Office, Francis Pym, piensa asistir el lunes a la reunión en Bruselas del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la CEE. Pym se encuentra entre dos fuegos. Ese día debe decidirse de nuevo la cuestión de las sanciones económicas de la Comunidad contra Argentina, por el conflicto de las Malvinas.

Londres sigue decidido en que se mantenga bajo un solo bloque la cuestión de los precios agrícolas y del presupuesto de la CEE, cuya contribución británica es juzgada excesiva por el Gobierno Thatcher. Los británicos no parecen, por el momento, dispuestos a practicar la política de la silla vacía -el boicoteo de las reuniones- que caracterizó a Francia en 1965.

El comité ejecutivo del Partido Laborista -en cuyo programa electoral figura la retirada británica de la CEE- apeló al Gobierno para que el Reino Unido retuviera los fondos debidos a la Comunidad para que se solucionara este problema, pero Walker rechazó esta propuesta. Ciento veinticinco diputados laboristas, es decir, más de la mitad del total, habían firmado la víspera una moción solicitando futuras represalias contra la Comunidad y poniendo de nuevo sobre el tapete la cuestión de la retirada británica. "Esta es una cuestión de soberanía más grave que la de las islas Malvinas", declaró uno de ellos.

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