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A la epera de una invasión británica de las islas

El ministro británico de Defensa considera próximo el desenlace de la crisis, y la Prensa de Londres cree inminente el desembarco

Andrés Ortega

"El tiempo no está de parte de las negociaciones, que deberán desembocar, en un sentido o en otro, en el curso de esta próxima semana", declaró ayer a la BBC el ministro de Defensa británico, John Nott. Margaret Thatcher tuvo una reunión de seis horas y media con su gabinete de crisis en la que participaron los embajadores británicos ante las Naciones Unidas y en Washington, para decidir qué respuesta dar al secretario general de esa organización internacional, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, último mediador en el conflicto de las islas Malvinas.

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Mientras tanto, con bombas y fuego de ametralladora, cuatro aviones Sea Harrier británicos atacaron a dos barcos argentinos, al parecer dos buques mercantes, que se encontraban en pequeños puertos del Estrecho de San Carlos, canal que separa a las dos Malvinas mayores. El Ministerio de Defensa en Londres creía que ambos barcos se encontraban allí desde antes de que el Reino Unido impusiese el bloqueo. El primero de los barcos se encontraba en Port Tiny, en la Isla Soledad, y el segundo en el puerto de Bahía de los Zorros."No tenemos ninguna indicación en firme de los daños causados, pero se vio a la tripulación abandonar uno de los barcos. Los Sea Harrier regresaron sin daños". El comunicado oficial británico se retrasó. Llegó un par de horas después de las noticias procedentes de Buenos Aires de que estos aviones habían atacado dos pequeñas Bahías en las islas Malvinas.

La importancia de la reunión del Gabinete de Crisis británico -cuyo resultado se desconoce-, no puede ser subestimada. -Según el diario The Observer, el titular del Foreign Office, Francis Pym, está perdiendo o ha perdido ya la batalla en el Gabinete para evitar un desembarco británico en las islas Malvinas.

The Sunday Telegraph -conservador- -afirmaba ayer que la postura del Gobierno británico se había endurecido en dos puntos: el consejo electo de las Malvinas debería desempeñar un importante papel en la Administración provisional de las islas, y Londres debena ser un poco flexible en el alcance de una retirada de su destacamento naval, tras un abandono argentino de las Malvinas.

Este endurecimiento británico respondería a las presiones de un amplio sector conservador para volver a las exigencias planteadas por el Gobierno en el práner debate parlamentario de abril: la restauración de la plena soberanía y administración británicas del archipiélago.

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Según otras fuentes periodísticas, el Reino Unido busca una larantía de que no se repita otra invasión argentina de las islas. Londres no quisiera tampoco un plazo fijo -aunque sí una meta deseable- para el final de las negociaciones alargo plazo sobre el futuro de las Malvinas.

La ONU y el desembarco

En Chequers, la residencia oficial en el campo de la primera ministra, los embajadores sir Anthony Parsons y sir Nicholas Henderson, que regresarán hoy a sus destinos, explicaron sus puntos de vista a Thatcher. Su presencia en Londres ha sido también comentada por la BBC en otro sentido: son ellos los que tendrían que presentar un desembarco británico ante las Naciones Unidas y el Gobierno norteamericano.

Nott habló de un largo bloqueo, de un asalto y de otras opciones que no precisó. La Prensa británica se muestra casi unánime a la hora de señalar que un desembarco es inminente. El almirafite John Woodward, comandante de la fuerza expedicionaria, dicen los comentaristas, dispone ahora de "una ventana de oportunidades".

Entre quince y diecisiete aviones Harrier están próximos a las aguas de las islas Malvinas, en el carguero comercial Atlantic Conveyuor, transformado en portaviones. También estaría ya en la zona el crucero Canberra, con 2.500 soldados a bordo.

Woodward, si recibe luz verde del Gobierno, podría decidir intentar un ataque frontal o seguir acosando a las tropas argentinas, mientras llegan 3.000 hombres a bordo del lujoso Queen Elizabeth 2, que tardarán unos diez días.

Sea Harrier británicos volvieron a bombardear el sábado -por segundo día consecutivo- el aeródromo de Port Stanley. Todos los aviones regresaron a sus puntos de origen. El Ministerio de Defensa en Londres no dio más detalles. Otros informes señalaron que el destacamento británico estaba esperando un contraataque argentino.

El desembarco en Pebble

La víspera, según detalles facilitados por Corresponsales británicos, una unidad de comandos -cincuenta hombres- había desembarcado con helicópteros en la isla de Pebble, al norte de la Malvina occidental, volando el depósito de municiones y once aviones argentinos que se encontraban sobre una pequeña pista de aterrizaje.

El ataque estuvo apoyado en la noche del viernes por salvas de un destructor que'disparó dieciséis obuses por minuto con sus cañones de 114 milímetros. Un peque fío grupo de comandos británicos había desembarcado con anterioridad para dirigir con señales este fuego de artillería naval. Poco antes de salir el sol el destructor se retiró. Los comandos regresaron a los helicópteros con sólo dos heridos leves entre ellos.

A bordo del Canberra, según el corresponsal de The Sunday Times, "no hay virtualmente ningún interés en las maniobras diplomaticas", reinando una atmósfera "sombría y resignada" ante un inevitable desembarco. A pesar de la amnistía decretada durante dos días, el viernes habían desaparecido 2.000 cucharillas de la cubertería del crucero.

Por otra parte, entre 2.000 y 3.000 personas participaron ayer en Londres en la segunda manifestación contra la guerra de las Malvinas y para protestar también contra la política que sigue el Go bierno conservador británico en este conflicto.

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