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Tribuna
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Fiesta electoral

Nos convocan en el Meliá/Scala para la presentación de una nueva revista política. En este caso es Tiempo, en otros casos son otras revistas u otras cosas. El caso es que todo lo que se haga ya, de aquí en adelante, tiene un carácter preelectoral a la americana, tan acusado, que parece una convención yanqui contada por un Norman Mailer hortera.Mientras en Andalucía lo llevan a macetazos dialécticos, con las navajas verbales "bellas de sangre contraria", como dijera el genial y afedericado Federico (Krupp era más intelectual que la CEOE: no trataba directamente con Hitler, sino que dejaba hacer a sus abogados), mientras en Andalucía lo llevan fatal, digo, aquí en Madrid, que vivimos americanizados desde que lo denunciara Castillo-Puche en su Paralelo-40, lo estamos llevando muy fino, con azafatas compactas, con los ojos oceánidas de Consuelo Sánchez-Vicente yendo y viniendo por sobre el personal, con peras en vez de patatas, para acompañar la carne, y con políticos que ya no parece que se vayan a casar cada vez que se ponen la pajarita. Me saluda el general Díez-Alegría (los saludos deben ir de mayor a menor), que no ha perdido el monóculo de Spinola que nunca tuvo, y lo ve todo a través de ese monóculo intelectual de militar humanista y dandy. Luego, en la mesa, el general Prieto me cuenta su 23 de febrero.

Estamos entre todos lanzando un producto, pero a mí no se me oculta que detrás del producto hay siempre una ideología (o ausencia de ella), y que la ideología siempre es un señor, o sea, un político, empezando por Hegel.Dice Freud que la esquizofrenia es "todo girando alrededor de nada-. Una campaña preelectoral también es eso. O sea que estamos todos esquizofrénicos. Amalia S. Sampedro ha vestido su periodismo crudizo y verdadero de un amarillo/ mares del Sur que me flipa. Nadie adivinaría bajo esta belleza/Gauguin un implacable cronista político. Juliana Calvo-Sotelo me cuenta que estuvo sentada entre el pueblo, desde las doce del mediodía, en la plaza Mayor, para oírme echar un pregoncillo. La bellísima señora de Morodo me dice que le encanta lo de "Susanita Recortable", por la ministra de tisú/Tussefi. Ya me lo habían dicho, en otra cena, Aurora Bautista y Florinda Chico. Somos una generación que passó de dictadura jugando a Susanita Recortable. Ni sé cómo no salimos todos maricones. Una azafata compacta y ágrafa me pregunta si soy el señor Umbral. He aquí un fallo preelectoral del hombre tapado/destapado que adivino/imagino detrás del invento.

-Señorita, apenas estoy empezando a serlo.

Carmen Maura. llena ella sola el inmenso escenario del Scala mucho mejor que todo el cuerpo de baile del espectáculo habitual en esta sala. Uno ya sólo se enamora de una persona. Pasó el tiempo de enamorarse de un cuerpo. Creo que eso es la democracia que nos estamos trabajando: buscar personas entre personal. Sólo las bayonetas caladas buscan cuerpos, van al bulto. Carmen Rigalt lo dice por el micrófono:

-En el fútbol parece que sólo interesa la trayectoria de la pelota. A mí me interesa más la trayectoria del muslo del futbolista.

Por fin hay una que lo tiene claro. Le gustan los futbolistas. Las que aún flipan por Miguel Bosé/ Boselito me parece que van de costado. En el vestíbulo se me acerca una adolescente desconocida y dulce. Me la espanta Senillosa haciéndole escenas obscenas en catalán. Espero que los políticos presentes, de-uno-u-otro-signo, hayan aprendido la lección. Esta ya no es la España de Fragarrobles. Un festejo preelectoral a la americana manifiesta, mediante la ordalía involuntaria y hortera del champán, el subconsciente colectivo y jungiano: democracia, progreso, paz y un algo de cachondeíto fino.

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