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La postura del Reino Unido sobre contribución presupuestaria y precios agrarios agudiza la crisis comunitaria

Soledad Gallego-Díaz

La crisis interna de la Comunidad Económica Europea (CEE) puede reventar esta semana, con consecuencias imprevisibles, si los diez no son capaces, de una vez por todas, de encontrar antes del próximo lunes un acuerdo sobre la contribución británica al presupuesto de la CEE, un problema que envenena las relaciones de los países miembros desde 1980. Los ministros de Agricultura, exasperados ante el veto inglés, decidieron ayer, en Bruselas, volver a reunirse el lunes, pese al escepticismo británico, y adoptar entonces una decisión clara y neta sobre el aumento de los precios agrícolas.

La crisis interna de la Comunidad parece haberse precipitado como consecuencia del conflicto de las Malvinas y la solidaridad europea con el Reino Unido. "Solidaridad contra solidaridad", parecen haber pensado algunos países para los que Londres, deseosa del apoyo de la CEE, adoptaría una posición más flexible en cuanto a su contribución al presupuesto de los diez.

La dureza de los británicos asombra y exaspera en Bruselas, donde se esperaba que el apoyo de los países comunitarios a Londres en el conflicto que mantiene con Argentina ayudaria suavizar las posiciones del Gobierno conservador de Margaret Thatcher en el problema de la aportación británica al presupuesto de la CEE.

Intransigencia británica

La última oferta de sus nueve colegas fue rechazada, sin embargo, por el ministro inglés de Asuntos Exteriores. "Estoy muy decepcionado", dijo entonces el presidente de la Comisión, Gaston Thorn, que explicó que la oferta de devolver ochocientos millones de dólares a Londres durante cuatro años suponía, si se contempla como un todo el período 1980-1986, que el Reino Unido recuperaba el 72% de cuanto vertía en las arcas de la Comunidad Económica Europea. Demasiado poco, para el representante británico Francis Pyrn, que exige una devolución de 1.300 millones durante más de cinco años.

Así se llegó ayer a la reunión de lo ministros de Agricultura, que debían decidir sobre el aumento de los precios agrícolas. Nueve delegaciones aprobaron claramente la propuesta de la Comisión: un 10,5%, como media.

El ministro británico, Peter Walker, volvió a interponer su veto. La exasperación fue tal que algunos países, con la República Federal de Alemania a la cabeza, plantearon la posibilidad de aprobar el aumento de precios por mayoría.

Walker invocó inmediatamente el Compromiso de Luxemburgo, por el que, a petición de un país, se puede exigir la unanimidad y advirtió seriamente que si se procedía a votar Londres daría por finalizado para siempre dicho compromiso y actuaría en consecuencia. "La votación sería un acto de hostilidad contra mi país", afirmó textualmente el ministro británico.

La ministra francesa, Edith Cresson, no se pudo callar y lanzó sobre la mesa una velada alusión a las islas Malvinas: "La falta de hostilidad de Francia contra el Reino Unido ha quedado clara hace poco tiempo".

Salvar el compromiso

Los diez ministros, otros tantos de Asuntos Exteriores, contactados incesantemente por teléfono, y tres comisarios participaron en las discusiones. ¿Votar o no votar? ¿Quién quería arriesgarse? Los rumores afirman que el propio presidente Mitterrand llamó a su ministra para advertirle que no rompiera el compromiso de Luxemburgo.

Edith Cresson afirmó que sería el Consejo de Ministros de su país, convocado para hoy, quien adoptaría una decisión.

Walker se fue aparentemente muy tranquilo: "No habrá ninguna votación". Poco antes había considerado que el Consejo de Agricultura convocado para el lunes era "una estupidez". "El lunes no habrá precios agrícolas si no hay acuerdo para el presupuesto", dijeron los portavoces del Gobierno del reino Unido.

Acuerdo antes del lunes

El presidente de turno del Consejo, el ministro belga de Agricultura, puso enfásis en la novedad: "Nueve países están de acuerdo en poner en vigor la subida de precios y están de acuerdo también en adoptar una decisión, por un procedimiento u otro, el mismo lunes". La noche anterior -domingo-, los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros de la Comunidad habrán decidido si renuevan o no las sanciones contra Argentina y se habrá quemado el último cartucho para el arreglo presupuestario.

En los próximos cinco días tiene que encontrarse un acuerdo para la contribución británica o el lunes 17 la Comunidad Económica Europea será testigo de un fracaso sin precedentes (caso de que no se aprobara, pese a todo, el aumento de los precios) o de la ruptura de uno de sus principios básicos: la unanimidad. Cinco días para que los diplomáticos negocien dólar a dólar hasta dónde se puede llegar: ¿850, 900 ó 950 millones?

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